Conversión Personal                                                            14 diciembre 2007

Presentación                                                                        

 En principio nos hemos reunido para celebrar la penitencia, pero después de darle vueltas y vueltas, creemos que ese acto se está convirtiendo en una rutina, que nos empieza a dejar indiferentes.

Si nos miramos un poco en nuestro interior, tampoco encontramos faltas de tamaño tal que nos sintamos culpables de algo que consideremos realmente grave. Puede ser que tengamos conciencia lasa…. puede ser, pero en esa situación nos encontramos.

Con estas ideas, vamos a dar un giro a este acto y proponemos hablar de algo que si podemos hacer, en vez de darnos tantos golpes de pecho, que en principio no vale para mucho. Vamos a reflexionar sobre La Conversión Personal…

Si definimos La Conversión Personal como la oportunidad de reordenar nuestra vida, no hacemos más que repetir aunque con otra forma, la clásica penitencia que siempre hemos celebrado. Vamos a ser realistas y hagamos una cosa, propongamos reordenar nuestra vida pero a través de algo que nos cautive.

Las claves que nos dejó nuestro maestro Jesús, eran claras: ser valientes, arriesgar mas, para dejar todas esas lacras de comodidades y riqueza con las que nos rodeamos y que solo compartimos, solo si nos sobra en demasía. La idea de Jesús es que seamos felices. No es ni mas ni menos que una felicidad compartida, igualitaria, en la que no hubiese nadie aprovechándose de nadie, en la que el desconsolado no tuviese que mendigar el consuelo. Por supuesto no se refería a ese espejismo de felicidad que da, el lujo, la comodidad, el dolce far niente.

 

No antepongamos esas barreras de defensa que queremos que nos rodeen. No antepongamos esas seguridades que nos hacen vivir en una burbuja de cristal perfectamente protegidos, pero que no existe ni sombra de esa felicidad cristiana que nos dice Jesús en el Evangelio. 

Quitémonos prejuicios, liberémonos.

 Con estas ideas, reflexionemos si, ¿Creemos de verdad que siguiendo las recomendaciones del evangelio, seremos más felices?

 En que áreas de libertad nos gustaría movernos, y en que creemos que estamos pillados y que hace que no estemos ahí donde queremos estar.

 Cómo retrata Jesús una conversión. Intervienen dos personajes: cualquiera de nosotros y Dios Padre.

 17 Recapacitando entonces se dijo:

 – 18 Voy a volver a casa de mi padre y le voy a decir: “Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; 19 ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros”.

 20 Entonces se puso en camino para casa de su padre.

 Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se conmovió; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

 21 El hijo empezó:

 – Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.

 22 Pero el padre dijo a sus criados:

 – Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies;

23 traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y se le ha encontrado.

 (Lc 15, 17 y sig.)

 Se convierte quien lo manifiesta pidiendo perdón al hermano.

23 Si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.

(Mt 5, 23,24)

 Se convierte quien traduce su conversión en justicia, reparación de daños y generosidad con los pobres.

 8 Zaqueo se puso en pie y dirigiéndose al Señor le dijo:

 – La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien he extorsionado dinero, se lo restituiré cuatro veces.

 9 Jesús le contestó:

 – Hoy ha llegado la salvación a esta casa… 10 Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.

 (Lc 19, 8 y sig.)

Del Manifiesto de la Primera Asamblea de Redes Cristianas (11.11.2007)

 Sin otra pretensión que la de ser humildes portavoces de una voz del Espíritu, como en sus días lo fuera el autor del Apocalipsis ante las nacientes iglesias, desde Éfeso hasta Laodicea, entendemos que esto es lo que el Espíritu podría decirnos hoy día a la iglesia y a la sociedad:

3. A la iglesia de Dios que está en la base:

 Eres pequeña y a veces casi insignificante, como el “resto” del antiguo Israel. Pero en ti marcha la fidelidad a la utopía, a mi proyecto del Reino que Jesús anunció brillantemente con su vida. Pronuncias grandes y hermosas palabras, como igualdad, fraternidad, justicia, misericordia, libertad. Tienes muchos testigos que han regado con sangre el planeta y han empeñado su vida en hacer una sociedad y una tierra más ajustada a la dignidad humana.

Pero tampoco tú estás libre de pecado.

Debes reconocer con humildad tu fracaso histórico: no has sido capaz de poner en el mundo otro talante ni otra lógica, ni tampoco en la propia Iglesia, aunque sigas diciendo que todo esto es posible.

Mi Hijo Jesús “no tenía donde reclinar la cabeza” y tú te estás rodeando de todo.

Te has dejado contaminar por la lógica del sistema dominante. Tu pecado está en la acomodación por miedo a la inseguridad y al futuro.

Te sobra miedo y te falta confianza en que yo estoy contigo, tratando de hacer posible ese otro mundo y esa otra iglesia que tú sueñas. Reconoce que voy contigo, a tu lado, respetando tu iniciativa y animándote a dar, contra viento y marea, razón de tu esperanza.

ORACION al PADRE

Quisiéramos aplaudirte, Padre nuestro, hasta rompernos las palmas de las manos, porque siempre te vemos al lado de los débiles.

Luchas a favor de los oprimidos, apuestas a favor de los huérfanos, los esclavos, las viudas, los marginados de la sociedad.

Sigues solidarizado con los pobres, unido a sus reivindicaciones, en contra de la explotación del hombre.

Estamos contentos de ti, Dios nuestro, te queremos, eres modelo y sendero.

Reconocemos que hoy, a pesar de tu ejemplo, no obstante confesarnos creyentes,

seguimos tan cómodamente instalados en la injusticia, dejándola que siga su curso,

sin hacer apenas nada por remediarla.

Pero nos sentimos responsables de nosotros mismos, de la sociedad y de la Iglesia.

Queremos despertar del sueño y reencontrar la actividad.

Queremos romper las cadenas y unirnos a aquellos que, libres de toda atadura,

intentan alcanzar para todos una vida más humana.

Unidos a ellos y a Jesús, te dedicamos una voluntad decidida por conseguir entre todos una sociedad nueva.

Gracias por estos deseos de conversión, nos alegramos contigo por la fuerza interna que sentimos, y nos reafirmamos en la decisión de ser fieles al evangelio.

 Nos has regenerado sembrando en el corazón la esperanza.

Desde nuestro renovado corazón te dirigimos a ti, Padre, un cántico nuevo.

Bendito seas, Padre nuestro.

Pequeño resumen de las “vias” expuestas 

Oración del perdón de Jesús Burgaleta

Padre Nuestro

Nos damos La Paz

Canto de despedida,( Llega el día.  Pag. 38, nº 71 )