Celebración de la Reconciliación. 22 de marzo 2024
“Nos reconciliamos siguiendo a Jesús”
Música: Pasión según S Mateo
Presentación
Preparando este encuentro, comentábamos en el grupo, que nos gustaba la sustitución del término “Penitencia” por “Reconciliación”.
Aunque ahora no es el momento de analizar la evolución de estos conceptos ni el de “Perdón”, muy entrelazado con ellos, si nos parece oportuno señalar que La Reconciliación implica restaurar y reparar la relación con otras personas.
En el contexto cristiano, se ha entendido la reconciliación como el perdón de Dios a la humanidad a través de Jesús.
Si el seguimiento de Jesús nos lleva: a la confianza, al amor fraternal y al trabajo colectivo por la justicia y la igualdad, tenemos pistas para reflexionar, identificando nuestras actitudes, las acciones equivocadas, los daños causados…; y en comunidad restaurar nuestro modo de vivir respondiendo al principio fundamental “amaos los unos a los otros”
– Sabemos que no podemos quedarnos fuera del dolor que sufren nuestras hermanas y hermanos por las diferentes violencias.
– Decimos que no podemos contribuir a las desigualdades, aunque actuemos como si las consideráramos normales.
– Conocemos cómo impera la mentira o la ocultación como medio de manipulación, no solo por parte de los poderosos sino también en las relaciones interpersonales…
Podemos preguntarnos: ¿Qué tenemos que reparar? ¿Qué mensaje nos llega de Jesús al constatar estas realidades que nos acompañan todos los días?
Y también podemos compartir las dificultades que vamos encontrando, la apatía que quizás nos invade, el pesimismo que nos paraliza, las actitudes poco acordes con las metas, las miradas demasiado centradas en nosotros mismos… y también, las actuaciones que no nos permiten avanzar.
De esta manera, la reconciliación comunitaria nos permitirá recuperar o intensificar la esperanza, como nos manifiesta nuestro querido Pedro Casaldáliga; y así caminar juntos fortalecidos y alegres, al convencernos que es posible dar una respuesta, más comprometida con los pobres de la tierra.
1ª Lectura. Algunos pensamientos de Pedro Casaldáliga.
En mi infancia oí muchas veces de mi padre y de mi madre: “Nosotros somos pobres”. Ya inculcado en la infancia, poco después con contactos, con análisis, convivencias religiosas he ido sintiendo realmente que la opción por los pobres ha de ser opción fundamental para la Iglesia…
Mi mayor deseo es que se acabe el hambre en el mundo, que se acabe la fabricación de armas, la carrera armamentista, que se acabe la guerra, sobre todo esa guerra por religión o respaldada por religiones.
He tenido momentos tristes, pero como la esperanza continúa no llega a ser un drama, una tragedia… Relativizar porque la esperanza continúa dando garantía posterior a todos los fracasos, a todas las decepciones. Yo digo en un lugar de un diario mío “Dios es amor, nosotros somos amor, traición y miedo, pero también esperanza” y esa esperanza resuelve todas las decepciones y todas las tristezas, todos los fracasos.
Me arrepiento de muchas cosas. De todo un poco. Podía haberlo hecho mejor, con más esperanza incluso, con más sencillez, con mayor generosidad.
No basta con ser creyente. Hay que ser creíble.
Para mí, un hombre o una mujer espiritual es vivir en profundidad, asumir opciones dignas de una vida humana. Ser coherente, abrirse a las necesidades del prójimo. Celebrar la vida.
2ª Lectura. Deuteronomio 24:19-21 “Si al recoger la cosecha dejan olvidado en el campo algún manojo, no regresen por él. Déjenlo allí para los pobres, los refugiados, los huérfanos y las viudas. Y cuando corten sus aceitunas y cosechen sus uvas, harán lo mismo: no las cortarán todas, sino que dejarán algunas para ellos”.
Mat. 25:35-45 “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? «¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?» Respondiendo el Rey, les dirá: «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.
Introducción al Diálogo. Si un mensaje claro nos dejó Jesús fue “Amaos los unos a los otros” y “Lo que hagáis a una de estas criaturas, a mí me lo hacéis”. Nosotros no siempre hacemos que estas frases sean nuestro lema y no siempre acertamos en nuestras actitudes cuando queremos que sean nuestra norma de conducta.
De ahí nuestra necesidad de nuestro reconocimiento y de la reconciliación con aquellos a quienes hemos fallado. La Reconciliación implica restaurar y reparar la relación con otras personas. Con los más cercanos (no siempre fácil, pero a quienes tenemos a mano para hacerlo) y -lo más complicado- con quienes no están cerca pero en los que nuestras actitudes y nuestras acciones equivocadas pueden repercutir de una u otra manera.
Porque entender y anunciar el evangelio no es sólo transmitir un mensaje, es transmitirlo con obras. Y, cuando encontramos defectos en nuestras obras, tenemos que saber buscar el perdón y la reconciliación.
Es verdad, decimos: no podemos quedarnos fuera del dolor que sufren nuestros semejantes por todo tipo de violencias e injusticias, incluso a veces por-que no somos capaces de soportarlo.
También es verdad, decimos: no podemos contribuir a las desigualdades que a nuestra sociedad -y a nosotros- a veces llegan a parecer inasumibles.
Pero a veces la tarea nos parece tan grande que nos vence, nos paraliza, nos hace centrarnos en nosotros. Sentimos que debemos luchar contra las desigualdades, pero podemos llegar a actuar como si las consideráramos normales. Y entonces puede llegar a aparecer en mayor o menor medida la indiferencia, no llegar a sentir a los demás -cercanos o lejanos- como iguales, no reaccionar de igual manera que si su sufrimiento fuera el nuestro.
Puede suceder también otra cosa: al identificar a otros como causantes principales de ese dolor y de esas injusticias, la reacción ante nuestra impotencia por la magnitud de la tarea, la reacción a sentirnos abrumados, y quién sabe si no paralizados, también puede ser la antesala del rencor y del odio, sentimientos exclusivamente humanos pero antítesis del mensaje de Jesús.
Música: Vídeo “Solo le pido a Dios” https://youtu.be/TXOUpXKn1NM? si=qhKDjQ57ZTcj1id9
(Desde 2,12 minutos hasta 7,58 minutos)
Petición de Perdón
- a) Reflexión previa. Después del examen de conciencia y con el dolor de corazón que nos pedía el catecismo para la reconciliación, pedimos perdón a la humanidad de la que formamos parte, por nuestra indolencia, pedimos perdón por el odio que alimenta las guerras indefinidamente como en Palestina y en tantos pueblos. No queremos que nuestro cristianismo sea una mera ideología, nos da miedo pensar a donde nos llevaría una fidelidad total a Jesús de Nazaret y su evangelio como a Francisco de Asís y Pedro Casaldáliga pero queremos estar abiertos a la gracia que aumente nuestra fe y oriente nuestras acciones decididamente.
- b) Oración “Manos Unidas” (Pedro Casaldáliga)
Que seamos, Señor, manos unidas en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre, unidas a las alas fecundas del Espíritu, unidas a las manos de los pobres.
Manos del Evangelio, sembradoras de Vida, lámparas de Esperanza, vuelos de Paz.
Unidas a tus Manos solidarias, partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.
Manos abiertas, sin fronteras, hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero, fieles al Tercer Mundo, siendo fieles al Reino.
Tensas en la pasión por la Justicia, tiernas en el Amor.
Manos que dan lo que reciben, en la gratuidad multiplicada, siempre más manos, siempre más unidas.
- Acción de Gracias. Gracias porque, a pesar de todo, la fe en Jesús y la enseñanza de su vida, iluminan nuestras decisiones y somos más conscientes de la inmensa y urgente tarea que nos aguarda y nos exige obrar con rectitud y amor.
- Gracias porque aún en las situaciones de adversidad, seguimos celebrando la vida con esperanza.
- Gracias porque estamos aprendiendo a salir al encuentro de nuestros hermanos más necesitados con entusiasmo, paz y alegría.
- Gracias porque somos capaces de reconocer nuestros errores.
- Gracias porque nuestra comunidad nos transmite fuerza y deseo de seguir el camino que Jesús nos enseña.
Finalmente, una petición: que nuestra oración de gratitud prevalezca aún en los momentos en los que olvidemos agradecer.
AMEN
Música: Kumbaya “acércate” (nº 25, pg. 22)