19 diciembre 2003

Marco de la celebración

1.- Pasar de nuestro espacio a una perspectiva planetaria: todo lo que hacemos en nuestro entorno cercano influye, posiblemente en otro lugar lejano. No podemos hipotecar a las futuras generaciones dejándoles un planeta agotado y no recuperable.

 2.- Pasar de un modelo de sociedad donde “los demás” no sean “ellos”, sino que formen parte de un “nosotros” mayor. Entender la diferencia como una fuente de enriquecimiento.

 3.-Pasar de la indignación al compromiso: nos indignamos ante pequeños hechos que ocurren cerca de nosotros y los vivimos como inevitables, fruto de una realidad que nos supera. Nos indignamos ante la violencia de las guerras, sin darnos cuenta de que somos cómplices de un gobierno que produce, invierte y vende armas. Aunque en muchas ocasiones protestamos, muchas otras dejamos que la participación en lo que es común sea gestionado por los intereses de unos cuantos.

 Tomado del libro “Al acecho del Reino” pág. 221 y sig. – Pedro Casaldáliga

 Los rasgos del hombre nuevo:

 1.      Lucidez crítica

Una actitud  de crítica total frente a supuestos valores, medios de comunicación, consumo, estructuras, tratados, leyes, códigos, conformismo, rutina…

Una actitud de alerta insobornable.

La pasión por la verdad.

 

2.      La gratuidad admirada, deslumbrada

La gratuidad contemplativa, abierta a la trascendencia y acogedora del Espíritu. La gratuidad de la fe, la vivencia de la gracia. Vivir en estado de oración.

La capacidad de asombrarse, de descubrir, de agradecer.

Amanecer cada día.

La humildad y la ternura de la infancia evangélica.

El perdón mayor, sin mezquindades y sin servilismos.

 3.      La libertad desinteresada

Ser pobres para ser libres frente a los poderes y las seducciones.

La libre austeridad de los que peregrinan siempre.

Una morigerada vida de combate.

La libertad total de los que están dispuestos a morir por el Reino.

 La creatividad en fiesta

La creatividad intuitiva, desembarazada, humorada, lúdica, artística.

Vivir en estado de alegría, de poesía, de ecología.

La afirmación de la autoctonía.

Sin repeticiones, sin esquematismos, sin dependencias.

 La conflictividad asumida como militancia

La pasión por la justicia, en espíritu de lucha, por la verdadera paz.

La terquedad incansable.

La denuncia profética.

La política como misión y como servicio.

Estar siempre definido ideológica y vivencialmente, del lado de los más pobres.

La revolución diaria.

 6.      La fraternidad igualitaria

O la igualdad fraterna.

El ecumenismo, por encima de razas y de edades y de sexos y de credos.

Conjugar la mas generosa comunión con la salvaguardia de la propia identidad étnica, cultural y personal.

La socialización, sin privilegios.

La real superación, económica y social de las clases que están ahí, en orden al surgimiento de la sola clase humana.

 7.      El testimonio coherente

Ser lo que se es. Hablar lo que se cree. Creer lo que se predica. Vivir lo que se proclama. Hasta las últimas consecuencias y en las menudencias diarias.

La disposición habitual para el testimonio del martirio.

 8.      La esperanza utópica

Histórica y escatológica. Desde el hoy para el mañana.

La esperanza creíble de los testigos y constructores de la resurrección y del Reino.

 Se trata de utopía, la utopía del Evangelio. El hombre nuevo no solo vive de pan; vive de pan y de utopía.

Solamente hombres nuevos pueden hacer el mundo nuevo.

  Bienaventuranzas del pueblo cristiano.

 q       Feliz aquel que ama a Dios y vive, por la fe, en su presencia.

El que cree, ora y tiene tiempo para  participar en las celebraciones de la comunidad.

 q       Feliz aquel que reconoce a Dios como el Padre que cuida celosamente de sus hijos.

No hagas de Él  un negociante, recordándolo solo a la hora de pedirle favores y a cambio de las promesas que le hagas.

 q       Feliz aquel que ha descubierto que el verdadero Dios camina con el pueblo y quiere su liberación.

No digas que es voluntad de Dios la explotación, la miseria, la injusticia, la existencia de ricos y pobres.

 q       Feliz aquel que sabe que seguir a Jesús es vivir en comunidad, siempre unido al Padre y a los hermanos.

No te engañes: quien se aleja de Dios; quien persigue a la comunidad, persigue a Dios.

 q       Feliz aquel que respeta y trata a todos como iguales, como hermanos de verdad.

No es verdadero cristiano quien desprecia al indio, al negro, al peón, al anciano, a la prostituta, al pobre.

 q       Feliz aquel que confía en los compañeros. El mundo será mejor cuando el menor que padece sepa confiar en el menor.

No confíes en las promesas de los grandes. No pretendas apoyarte en “árbol que da mucha sombra”. Acuerdo de patrón y trabajador no puede dar resultado.

q       Feliz aquel que cree que la vida y el buen nombre de los compañeros vale más que todo el oro del mundo.

No es cristiano el que se deja llevar por la venganza, el que no sabe perdonar, el que levanta falso testimonio, el que traiciona a los compañeros.

 q       Feliz aquel que ama y respeta a su familia: el marido, la mujer, los hijos, los padres.

No estropees tu vida y la fidelidad a tu familia con tiranías, con el juego, en borracheras, en la prostitución.

 q       Feliz aquel que sabe que su dignidad personal es sagrada.

No vendas tu conciencia, tu libertad, tu voto,  por dinero, empleo, ventajas.

 q       Feliz aquel que ha descubierto que la verdadera religión consiste en amar a Dios como Padre y al prójimo como hermano:

–         Trabajando por el Reino de Dios

–         Estando al lado de los más débiles

–         No acobardándose nunca, ni siquiera en las dificultades y persecuciones

–         Luchando por la liberación, en las organizaciones populares, en el sindicato, en la política, en la comunidad.

 Experiencia de Dios y pasión por el pueblo.   Pedro Casaldáliga

  Introducción

 Nos reunimos hoy para reconocer y poner en común nuestras incoherencias, nuestras actitudes y omisiones que nos alejan del Hombre Nuevo constructor del Reino.

 En el momento histórico que nos toca vivir, la globalización neoliberal y deshumanizadora nos hace a veces perder de vista la importancia que nuestros actos positivos tienen  en la transformación del mundo y ello trae como consecuencia que también justifiquemos las omisiones y negaciones pensando que son solo unos pocos granos de arena en el gran desierto de la sociedad

 Nuestra lucha contra la globalización nos hace renunciar a la necesidad de globalizar nuestras esperanzas y utopías.

 En este tiempo de adviento, la búsqueda del hombre nuevo que Jesús nos propone se nos pierde entre las luces y el consumo.

 Nuestro Obispo Pedro nos indica alguno de los rasgos de este hombre nuevo:

  • Lucidez Crítica
  • Gratuidad admirada y deslumbrada
  • Libertad desinteresada
  • Creatividad festiva
  • Conflictividad asumida como militancia
  • Fraternidad igualitaria
  • Testimonio coherente
  • Esperanza utópica.

En nuestra celebración de hoy nos reconoceremos caminantes muchas veces desorientados en esta búsqueda y, tras tomar conciencia de nuestra oscuridad, propondremos a la luz de la única luz de Jesús en quien creemos nuestros pequeños propósitos para la construcción de ese Otro Mundo Posible