INTRODUCCIÓN
La historia de la salvación está llena de caminos y de imágenes de itinerantes, mujeres y hombres que, acompañados por sus profetas, buscan la tierra prometida. Esta imagen de pueblo itinerante, es una constante de vida diferente que va en contra de los anclajes y ataduras que conlleva el sedentarismo; una vida de búsqueda continuada de una Nueva Realidad.
La vida de Jesús no fue una excepción. Desde el momento que deja su taller de carpintería, con sus herramientas, clientes, contratos y familia, como nos decían en la última charla, se convierte en un itinerante que busca cómo y con quién iniciar la construcción del Reino, primero bajando al Jordán, junto a Juan Bautista, luego por los caminos de Galilea reuniendo a pobres, inmigrantes, publicanos, hombres y mujeres considerados pecadores, con los que forma una comunidad de personas tachadas por los sacerdotes y fariseos como indeseables.
Finalmente con este movimiento de mujeres y hombres, sube a Jerusalén, no para instalarse en el Templo y constituirse como Jefe de sus seguidores, como muy bien le hubiera parecido a la Iglesia Oficial, sino para proclamar que el Reino de Dios no hay que buscarlo en el poder y grandeza de la fe y su culto, sino en la humildad del grano de mostaza, en una pequeña porción de levadura, en un puñado de sal, en un samaritano que asiste a un judio o en un Padre con entrañas de misericordia que abraza a su hijo. El Reino de Dios, no está lejos; ya ha empezado y está entre nosotros.
Con esta introducción a la penitencia, queremos motivarnos a pensar que los seguidores de Jesús, que nos sentimos bien con nuestra manera de ser, de creer y de vivir, y estamos satisfechos con los privilegios que nos permiten vivir cómodamente instalados, debemos soltar lastre y salir de nuestra casa, dejando todo lo que nos entorpece y equipándonos de lo necesario para seguir a Jesús. De manera sosegada hagamos una reflexión sobre nuestra vida social, familiar y comunitaria para saber dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.
EXAMEN / REFLEXIÓN
El Reino de Dios se construye buscando al hombre/mujer desde su propia experiencia de vida, de búsqueda, de equivocación, de pecado y de injusticia. No podemos buscar el Reino de Dios allí dónde Jesús no lo encontró (Templo, Poder, Dinero, etc) y si somos capaces de rastrear sus pasos y seguirlo en su “camiñada” , tal vez deberemos cambiar, no solo de compañeros de viaje, sino de motivaciones y actitudes.
También somos itinerantes y para caminar ligeros, debemos dejar muchas cosas, algunas ya las tenemos detectadas en estos carteles, que podemos hacerlos nuestros y confesar ante nuestros hermanos lo que ya sabemos, o podemos descubrir otras, si nos asomamos en lo profundo de nuestro ser. Lo mismo también podemos hacer con lo que debemos equiparnos.
SIMBOLO PARTICIPATIVO Y PUESTA EN COMÚN
(En la mesa podemos colocar algunos carteles ya escritos, en negativo “pecado”, de lo que debemos desprendernos y otros en blanco con un rotulador para los voluntarios )
- – Poder / ambición / envidia / seguridad / prepotencia / Injusticia / consumo
- – Indiferencia con los más pobres / ostentación / inmisericordia / etc
- – el Individualismo, la excesiva racionalidad; el dogmatismo; las excesivas ataduras laborales y familiares, la intransigencia, el poder de las normas; La desconfianza
(Tendremos otros carteles en positivo, con “ejemplos”) de lo que necesitamos para que nuestro camino sea eficaz)
- – Tiempo y bienes para compartir, la austeridad, escuchar y tener puesta la mirada en los más pobres, mas necesitados…
- – Tiempo para escuchar al hermano con problemas de soledad, las entrañas de misericordia para con las víctimas del sistema, La confianza en los demás
- – La fidelidad a los principios que vayamos descubriendo; la apertura hacia lo nuevo y hacia los diferentes y extraños; la necesidad de hacer el camino siempre en comunidad;; La improvisación; La oración; El perdón; La alegría; La tolerancia; La reflexión;
DESPEDIDA
.Jesús nos dice que el reino de Dios ya es una realidad; un embrión, si queremos, pero ya ha empezado. Así lo entienden sus discípulos que, muerto Jesús, regresan a Jerusalén para recibir el Espíritu en comunidad y convertirse en itinerantes, testigos y constructores del Reino.
Que Dios nos bendiga en nuestro empeño.