ENTRAÑAS DE MISERICORDIA: MARÍA MUJER, MADRE, HUMANA Y HUMANIZADORA. 

6 DE MAYO 2012

ACOGIDA

Buenos días. Recibid un fraternal saludo.

Nada tiene que ver con la fiesta comercial organizada alrededor de la madre.

Nuestra Comunidad, en su preocupación por la importancia que tiene el mensaje evangélico de que los cristianos debemos tener entrañas de misericordia, lo viene tratando en la mayoría de sus últimas celebraciones.

Nosotros en el afán de encontrar la encarnación más patente e indiscutible de esas entrañas de misericordia, la hemos simbolizado en la mujer, y como creyentes, consideramos que en María, mujer y Madre de Jesús. Y abandonado todos esos atributos que se la dan que pareciera que ser una figura extraterrestre,  en su condición humana y humanizadora, personifica mejor que nadie esas entrañas de misericordia.

Concedemos gran valor a ese comportamiento cuando tiene como destinatarios a las personas concretas más necesitadas de misericordia, con nombres y apellidos, a veces olvidadas, justificando ese dejar de lado, en la preocupación por otras actividades en las que nuestra responsabilidad no se personalice y quede más diluida.

 

ACTO PENITENCIAL

  Para acercarnos a la Eucaristía como Hijos de Dios y hermanos de todos los seres  humanos es preciso reconocer previamente nuestras limitaciones por ello respondemos todos a cada petición: Perdón, Señor.

  • Por las veces que la verdad no está en nuestros labios y guardamos silencio ante la mentira….  

      Perdón Señor

  • Por no tener entrañas de misericordia ante los que sufren , pasando de puntillas ante el dolor del prójimo…

Perdón Señor….

  • Por la falta de respeto profundo y sincero frente a los que viven el Evangelio de forma diferente…..

           Perdón Señor…..

  • Por no cristificar todos los momentos de nuestra vida individual y comunitaria…

Perdón Señor…

Si alguno quiere decir algo…

INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO Dolores Aleixandre

Podemos decir que el Magníficat es un prólogo de las bienaventuranzas, porque en el encontramos la primera proclamación de dicha de todo el N.T. Pero María aprendió el tipo de felicidad que había venido a traer su hijo, y es la alegría relacional, la provocadas por encuentros personales como el del padre con el hijo que creía perdido, en contextos de banquetes, en una mesa abierta a la que eran invitados los más excluidos de Israel: publicanos, pecadores, gente de mala vida…

La primera bienaventuranza del evangelio es: Dichosa tú porque has creído, y es que la actitud destacada de María es la Fe, pasando por las mismas oscuridades, las mismas pruebas, accediendo a la felicidad por las mismas cañadas oscuras que vivimos nosotros.

“Tener parte” con Jesús debió suponer el ir descubriendo, con asombro, que aquel hijo no le pertenecía a ella, sino al Padre del cielo y a sus cosas, y que su madre y hermanos eran también todos los que se apiñaban para escucharle. Tener parte con él, tuvo que incluir el ir acostumbrándose a preferencias tan provocativas, a sus promesas atrevidas, a su radicalidad extrema, a su amor desmesurado hasta el fin.

Jesús y el reino fueron labrando poco a poco la dicha de Maria, y ella hizo la experiencia de que es la puerta estrecha la que conduce a la vida, de que la mujer tiene que pasar por el parto para tener al hijo en sus brazos, de que la resurrección se da en medio de la noche.

En el comienzo del Magníficat veíamos a María vuelta a Dios, proclamando su grandeza. En un segundo momento podríamos decir que es como si al mirarle a El, se diera cuenta en qué dirección está El mirando y entonces ella vuelve sus ojos allí donde ve que los tiene puestos Dios. Y esa mirada contemplativa le revela las preferencias de un Dios que nunca es imparcial.

Y una característica de la mirada de María sobre el mundo es que, junto a un realismo consciente de precariedad de las cosas y de la dureza de la vida (hay hambrientos, pobres y humillados y ambiciones y poderes opresores que son su causa), ella es capaz de perforar la realidad y ve las cosas, las personas y las relaciones como Dios las ve. Y por eso se adelanta a contemplar a los hambrientos ya saciados, a los humildes y abatidos, exaltados y a los ricos y poderosos despedidos con las manos vacías. Junto a ella podemos aprender a corregir nuestra percepción de la realidad del mundo y preguntarnos si sólo percibimos el ruido de sus actos de violencia, destrucción y odio, ó si vamos aprendiendo a escuchar, gracias a esos maestros que son los sencillos y los pequeños, el murmullo de innumerables gestos de amor, de fiesta compartida de fortaleza silenciosa, que brota tantas veces del mundo de los excluidos, de donde parece que no podría surgir más que la amargura ó la tristeza.

Evangelio, Lc 1, 1-46  

Introducción a la reflexión comunitaria

Hemos comenzado esta celebración hablando de lo que nos recordaba Jon Sobrino como esencial de toda persona cristiana: las entrañas de misericordia. Casi cualquier ser humano puede comprender lo que esto significa (el “casi” es por aquellos “desalmados” , o sea sin alma, que no son capaces de sentir esas entrañas -¿tendrá algo que ver con los dichosos mercados, que sólo son capaces de sentir las entrañas de mercadotecnia?-)

Pero si buscamos a alguien paradigmático de sentir esas entrañas de misericordia, esa es María, la que precisamente en sus entrañas había acogido a Jesús, con esa voluntad firme de aceptación como expresó en el Magníficat. Nadie como ella para entender el sufrimiento ante la injusticia, la opresión de los poderosos, el despojo… tal y como los experimentó en su hijo, que llegó a dar su vida por ello.

También hemos mencionado la imagen que nos han dado de ella, un estereotipo falso que se ha utilizado para encasillar a las mujeres en virtudes como la generosidad, la humildad, la ternura, la vulnerabilidad, la dulzura… mientras que a los hombres se nos negaban estas posibilidades de realización. A muchos todo eso nos llevó a alejarnos de esa figura, hasta prácticamente ignorarla. Ahora queremos recuperar una imagen distinta, la de una mujer y madre fuerte apoyando a su hijo en su misión, en la sombra, pero encabezando a las mujeres que le acompañaban a él y los otros discípulos. Y más tarde, ya desaparecido Jesús, infundiendo a todos los demás esa necesidad de mantener viva su imagen, de resucitarlo en todo su proceder, pero sobre todo en sus entrañas, esas con las que se sienten los sufrimientos de los oprimidos.

Os proponemos reflexionar hoy sobre esto, desde esta imagen recuperada de María, humana y humanizadora, al servicio del Reino. Que nos pongamos en el lugar de cualquier madre, desde sus entrañas, ya seamos hombres o mujeres, y alumbremos entre todos nuestros propósitos de compartir con los más necesitados en la situación actual, para mitigar, en la medida que cada uno pueda, esos sufrimientos.

CANTO Nada te turbe

OFRENDAS

Vela encendida

Señor te ofrecemos esta vela encendida para que oriente nuestra acción hacia quienes han perdido el norte; hacia quienes sólo les resta la posibilidad vivir en el dolor y la enfermedad; hacia quienes la marginación sigue castigando. Que esta luz no se apague entre tanta tiniebla.

Flores

María, queremos estas flores sean un recuerdo de aquella naturalidad, entrega y templanza con la que compartiste la vida cotidiana con tu pequeño y resolviste sus problemas. Especialmente, queremos recordar aquella determinación con la que encaraste la nueva vida que siguió a la muerte y resurrección de tu Hijo.

Nombre de nuestras madres

Vamos a intentar que nuestras madres, ya fallecidas o todavía a nuestro lado, sientan el júbilo que compartimos hoy al llamarlas directamente por su nombre: TODOS LOS PRESENTES DECIMOS EN VOZ ALTA EL NOMBRE NUESTRA MADRE.

Madres de todos nosotros, recibid el abrazo más grande de toda nuestra vida. 

Vino

Te ofreceos un vino, no tan bueno como el que se sirvió en Canaá, pero que nos será útil para atender con cariño y discreción las necesidades y problemas de quienes nos rodean. ¡Que sus angustias no nos pasen desapercibidas!

Pan

María ¿Cuántos kilos de harina amasaste para alimentar a tu familia? Incontables. Hoy nosotros, queremos comprometernos a amasar kilos de pan de amor, de entrega, y de solidaridad para compartirlos con quienes, acaso sin mirarnos a los ojos, esperan mucho de nosotros. 

PLEGARIA EUCARÍSTICA

Lector  Con alegría pascual, nos reunimos en comunidad a celebrar la presencia de Jesús resucitado y para homenajear a las madres, en la figura de María.

Todos.- Te damos gracias, Señor, por encarnarte en el seno de una mujer y enseñarnos que, a partir de ella y con ella, empezaste a sentir la pobreza y la limitación de la condición humana.

Lector – Tu madre María, mujer humilde, prudente, comprometida y pobre que, en su  difícil y silenciosa misión, permaneció a tu lado incondicionalmente.

Lector Queremos que nuestro homenaje sea universal y por ello recordamos a todas las madres del mundo, especialmente a las excluidas por su condición de mujer y por su pobreza.

Todos.- Gracias, Padre, porque te descubrimos en todas ellas, en sus rostros misericordiosos y maternales. Por esto nos gusta llamarte PADRE y MADRE NUESTRA.

 Lector Son muchas las mujeres comprometidas que se desvelan y luchan con carácter profético y liberador hoy, como supieron hacerlo en los mejores momentos de la Iglesia primitiva, cuando su misión era ser también apóstoles.

Lector Unimos nuestras voces a todas ellas y a la comunidad creyente universal  y cantamos:

Todos.– SANTO, SANTO, SANTO (Misa salvadoreña).

Lector. Maestro, nos congregas alrededor de esta mesa, preparada con el entusiasmo y el esfuerzo de todos. Recordamos aquella última noche en la que reuniste a los tuyos y, dando gracias al Padre, repartiste el pan diciendo:

Todos.TOMAD Y COMED todos de él, porque esto es mi cuerpo que se entrega por toda la humanidad.

Lector. Luego, al acabar esa cena, tomaste el cáliz, de nuevo diste gracias al Padre y lo pasaste, diciendo a tus amigos:

Todos.–  TOMAD Y BEBED todos de esta copa, Alianza nueva, sellada con mi sangre que va  ser derramada por hombres y mujeres para su total liberación.

Lector Este es el sacramento de nuestra fe.

Todos.–  Haced esto en conmemoración mía

Grupo Cada vez que comemos su pan y bebemos de su cáliz proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva.

Todos.–  Señor, ayúdanos a recordar que somos un pueblo en marcha y de ninguna manera una comunidad instalada.

Lector María, como tantas madres, vio a su hijo perseguido, torturado  y ajusticiado públicamente y ,a pesar de todo, se mantuvo fiel a la causa y plenamente compenetrada con su misión.

Todos.– Enséñanos María, a cooperar activamente en la obra de tu Hijo y a denunciar los atropellos de los hijos de tantas madres que sienten en carne propia, desde las incertidumbres de la actual crisis hasta las atrocidades de la guerra, el hambre y la barbarie.

Lector Quisiéramos cambiar muchas cosas de este mundo e implantar otro modo de pensar y compartir más de acuerdo con tus principios. En la reciente asamblea nos hemos planteado profundizar en ello.

Lector Durante unos breves momentos, te escuchamos, Señor recordando el ejemplo de nuestras propias madres.  (SILENCIO)

Lector  Oímos tu voz y estamos dispuestos a no dejar de lado nuestros compromisos contraídos como comunidad.

Todos.– Somos tu pueblo, Señor, y queremos decirte que, a pesar de las condiciones actuales, no estamos cansados ni decepcionados, que nos queda todavía ímpetu para luchar y para abrir caminos. Aliéntanos y danos fuerza para seguir avanzando juntos.

Lector Queremos brindar contigo, María, y con todos los que esperan la llegada del Reino.

Todos.– Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por siempre, amén.

Grupo.- Señor, que esta celebración impulse a toda la comunidad a seguir en la lucha social aunque corramos algunos riesgos por ello.

Lector Finalmente, te pedimos también la humildad de María, para reconocernos imperfectos y flexibilidad para poder dialogar con quienes no piensan exactamente como nosotros, conscientes de que la Verdad absoluta no es de nadie.

Lector. Unamos nuestras manos y para orar como Jesús nos enseñó

Padrenuestro

Nos damos la paz

Comunión  MÚSICA

ACCIÓN DE GRACIAS

Damos gracias a Dios, por María:

-mujer y madre, primera discípula y animadora de la comunidad cristiana.

– contemplativa de la obra de Dios y transformadora del sufrimiento de los hombres…

 – en María donde el barro de la pequeñez se torna grandeza y el si del silencio de los pobres se vuelve esperanza.

Damos gracias  con Maria por tantas mujeres y madres  que en nuestra mundo dejan huellas de heroísmo y de bondad fieles a la historia salvadora ,escrita por el espíritu de los hombres y mujeres que esperan una nueva humanidad

Damos gracias por María, peregrina de Dios que alumbra con su silencio el amanecer de una nueva tierra donde poder recrear nuestra auténtica libertad.

ORACIÓN FINAL

TODOS

María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero,

aldeana de una colonia siempre sospechosa,

campesina anónima de un valle del Pirineo,

rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,

indiecita masacrada de El Quiché,

favelada de Río de Janeiro,

negra segregada en el Apartheid,

harijan de la India,

gitanilla del mundo;

obrera sin cualificación, madre soltera, monjita de clausura;

niña, novia, madre, viuda, mujer (…)

María nuestra del Magníficat,

Queremos cantar contigo,

¡María de nuestra Liberación”

 

Pedro Casaldáliga