En Jesús, Dios amanece para todos.
Dios se manifiesta siempre y en toda criatura. ¿Por qué no lo descubro?. Muy sencillo: O busco un Dios que no existe. O le busco dónde no está. O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios, sino la luz que nos permite verlo en todas partes.
Al entrar en una habitación, no busco la lámpara, sino el interruptor. Una vez pulsado, instantáneamente se hace la luz.
La luz está dentro de ti. Puede llevar tiempo encontrar el interruptor. Sigue tanteando, en cualquier momento lo descubrirás.
Estamos salvados pero no nos hemos dado cuenta todavía.
Dios viene pero no de fuera. Jesús vuelve pero no se ha ido. Hay que pensar los conceptos de pasado y futuro. Solo así entrarás en la dinámica de una auténtica salvación.
Dios es siempre el mismo, no puede cambiar. Está en la historia, y a la vez, más allá de la historia. Descúbrelo en lo hondo de tu ser y aparecerá a través de ti.
No tienes nada que esperar de fuera.
No tiene nadie que venir a salvarte. Tienes que descubrir que estás salvado desde siempre y para siempre. Lo que te llegue de fuera ni aumenta ni disminuye esa salvación. Pero puede ayudarte o impedir que la descubras y la vivas.
Como Jesús, puedo resucitar antes de morir.
“Dichosos los creen sin haber visto.”
La respuesta de Jesús a Tomás parece pertinente, pero no tiene ninguna lógica interna, porque Tomás ve al hombre Jesús y confiesa al Hombre-Dios.
Yo quiero ser ese “incrédulo”, que hace la confesión sobre Jesús más profunda, más absoluta, más rotunda y más sublime.
Lo que afirma no se deduce de lo que ve ni de de lo que toca, sino que es la expresión plástica de toda una experiencia pascual.
Sin experiencia puede haber creencia, nunca fe.
Más allá de todo lo que he oído sobre Jesús, tengo que tratar de descubrirlo vivo y dándome esa misma vida. Se trata de la misma vida de Dios, que el tenía en vida.
Padre es el que es capaz de darlo todo.
Yo y el Padre somos UNO. Es la mejor expresión de lo que fue Jesús. Tú también eres UNO con Dios, pero todavía no te has enterado. El día que lo descubras, esa frase saldrá también de lo más hondo de tu ser.
Descubre lo que hay en ti de hermano menor: me dejo llevar por el hedonismo individualista. Busco lo más fácil, lo más cómodo, lo que me pide el cuerpo… Mi objetivo es satisfacer las exigencias de mi falso “yo”.
Descubre lo que hay de hermano mayor: busco la cercanía de Dios, pero fabrico un Dios a mi medida: Un Dios que me quiera, porque soy mejor que los demás y me debe ese amor que exijo.
No busques modelos fuera, todos son falsos. El único modelo debe ser Él, que no está en “los cielos” (en las nubes), sino en lo hondo de tu ser, esperando ser descubierto, vivido y manifestado.