Adviento 2018 Indignación y esperanza 2 de diciembre de 2018
Introducción de la Celebración
Estamos en el primer domingo de Adviento, con el que comenzamos un nuevo año litúrgico y vamos a reflexionar sobre lo que Dios nos hace ver sobre nuestras contradicciones como seres humanos y que los horrores que se cometen en todas las épocas, no han de servir para destruir nuestra esperanza.
Jesús hace presente el Reino para todas las personas, de todas las naciones, de todas las culturas, de todas las razas, de todas las religiones. Hoy celebramos esta propuesta de salvación.
Jesús se esfuerza por sacudir nuestras conciencias “Tened cuidado: que no se os embote la mente” No viváis como imbéciles.
Ante la situación de injusticia que vivimos a nivel nacional e internacional es lógico que nos sintamos indignados. Y Jesús nos anima a mantener viva la indignación. “Estad siempre despiertos”. No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No perdáis la esperanza. Mantened siempre la tensión.
Momento de Perdón
Se nos pide que allanemos los caminos porque detrás de nosotros viene el enviado. ¿Lo hacemos? No lo suficiente. Por eso decimos:
-danos fuerza para cumplir el mandato del Señor y mientras,
TODOS: Perdónanos, Señor
Danos generosidad para ser capaces de compartir lo que tenemos
TODOS: Perdónanos, Señor
Danos amor para hacerlo sonriendo y sin que se note
TODOS: Perdónanos, Señor
Canto: Un Pueblo que camina , Estrofa 1 -3 Pág. 44
1ª Lectura sobre un artículo de Federico Mayor Zaragoza: Ciudadanos del mundo, es tiempo de acción:
Debemos ser todos plenamente conscientes de que nos hallamos, por primera vez en la historia de la humanidad, en una situación de extrema gravedad y complejidad, enfrentados a problemas potencialmente irreversibles, de tal modo que, si no actuamos a tiempo y con firmeza, podrían alcanzarse puntos de no retorno en la habitabilidad de la Tierra.
El gran desafío y el deber supremo de cada generación es asegurar a las venideras una vida digna y el pleno ejercicio de las facultades distintivas de la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, ¡crear! Cada ser humano único capaz de crear, nuestra esperanza.
Está llegando el tiempo de la amistad, del desprendimiento, de la escucha, de la afirmación, de la rectificación, de caminar a contraviento. La alternativa a la involución es la evolución. La alternativa a la revolución también. Sólo una “r” de responsabilidad, separa la evolución de la revolución. Si somos responsables, unos y otros, elegiremos (como la naturaleza nos muestra con gran esplendor) la evolución. Es preciso inventar el mañana. Es acuciante atreverse a saber y saber atreverse. Es preciso sobreponerse al acoso mediático que quiere convertirnos en espectadores en lugar de actores, dando alas al escepticismo en lugar de a la esperanza. No nos distraigamos en cuestiones locales, en obcecadas pertenencias, en favor de cuestiones irrelevantes cuando tenemos, entre todos, que hacer frente a problemas que nos incumben a todos, de una parte del mundo u otra, de un estatus social u otro, de un color de piel u otra, de una ideología u otra…
El tiempo del silencio ha concluido, el tiempo de los esfuerzos irrelevantes cuando están en juego, por primera vez en la historia, cuestiones esenciales para la vida digna, debe dejar paso a la acción consciente y decidida. Atreverse a saber y saber atreverse: sólo así llevaremos a cabo la evolución y evitaremos la revolución.
2ª Evangelio: El Evangelio que vamos a leer, recoge el recuerdo de una reflexión sobre Jesús sobre el final de los tiempos. Su atención no se concentra en los “acontecimientos cósmicos” que se pueden producir en aquel momento. Su principal objetivo es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con lucidez ante este horizonte. No hemos de vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El “último día” no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas 21, 25-28 y 34-36.
Diálogo:
El adviento debe ser un tiempo de celebración y de reflexión, para ver más claro el sentido de nuestra existencia. Preparamos la venida de quien predicó la plenitud para todos aquí y ahora, mientras somos humanos.
Los cristianos podemos sentirnos indignados. Nos indignan las situaciones de injusticia que vemos tanto a nuestro alrededor como más lejos porque queremos “estar despiertos y que nuestra mente no se embote”. Pero tenemos la convicción indestructible y la esperanza, como seguidores de Jesús de Nazaret, de que la historia se encamina hacia la liberación definitiva. Caminamos hacia el misterio último, que los creyentes llamamos Dios.
El “último día” no es un día no es un día de ira y de venganza sino de liberación. “Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”, (Lucas 21, versículo 28, evangelio del primer domingo de adviento)
Quien se levanta se predispone a servir, a encontrar el Dios de Jesús en la entrega a los demás. Esperar, en cristiano, es sinónimo de servicio.
El Adviento empieza con dos mensajes paralelos: por un lado, la urgencia de tomar en serio la vida, la urgencia de estar alerta, de caminar, de no atender a lo que no tiene valor; por otro lado, la revelación de quién es Dios, el que ilumina, el que ayuda a caminar. El que va a encarnarse, la luz que ilumina el camino.
¿Cómo estamos viviendo estos tiempos difíciles para muchos y crueles para quienes se hunden en la impotencia?, ¿estamos siempre despiertos?, ¿vivimos dormidos?, ¿somos luz para los demás?
¿Desde la comunidad, desde la iglesia de base, alentamos la indignación y también la esperanza?, ¿estamos cerca de los que están hundidos en la desesperanza, la rabia y la humillación?
Ofrendas
ü Dedicación de trabajo con Inmigrantes. Colaboración de tiempo
ü Despertar y Esperanza (despertador y planta)
ü Bolsas
ü Pan y vino
Anáfora
Equipo.- Comencemos la oración pidiendo que el Señor esté con todos nosotros. Y ¡levantemos el corazón!
Todos.– ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor!
Equipo.- Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Todos – Es justo y necesario.
Equipo.- Padre nuestro, así te llamamos porque lo eres de todos. Porque quisiste que el mundo que creaste no fuera un jardín exclusivo para unos cuantos, sino para todos los seres humanos. Y que te llamáramos Abba, Padre bueno. Porque quisiste derramar tu gracia sobre todos los hombres: varones o mujeres, blancos, negros o amarillos, de cualquier lugar y condición.
Todos.- Gracias te damos por habernos dado una comunidad que nos acoge tal como somos y en la que nos sentimos cuidados como hermanos.
Equipo.- Pero también nos dices que tenemos que acoger de igual manera a los otros hermanos nuestros, los que no pertenecen a nuestra comunidad ni a nuestra cultura, a los que vienen de su mundo con la esperanza de integrarse en el nuestro. Y especialmente a los más débiles.
Equipo.- Reconocemos la verdad y la justicia de esta exigencia y lo proclamamos diciendo:
Todos.- SANTO, SANTO, SANTO…
Equipo.- Exígenos, pero también ayúdanos a extender esta fraternidad a los inmigrantes y refugiados a los que, a pesar de vivir entre nosotros, no siempre los consideramos como “prójimos” y muchas veces ni siquiera nos atrevemos a mirarlos a la cara porque tememos que nos comprometan.
Equipo.- Como hemos leído hoy, “el tiempo de mirar hacia otro lado ha concluido”. Que sea así, que se tiendan las manos en lugar de alzarlas, que cada vida valga lo mismo, que cada muerte valga lo mismo. Que nos comprometamos a trabajar por hacerlo realidad.
Equipo.- Iniciamos el adviento, el tiempo de tu venida. Lo iniciamos con indignación por la situación de nuestros hermanos y también con esperanza. Como esperanza tuvo Jesús en que continuaríamos su obra. Por eso la noche en que se despedía de sus discípulos cenando, tomó el pan y dando gracias, lo partió y lo repartió diciendo
Todos.- Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros
Equipo.- Y luego les ofreció la copa de vino diciendo:
Todos.- Tomad y bebed todos de ella, porque éste es el cáliz de mi sangre que será derramada por vosotros y por toda la humanidad. Y, en adelante, haced esto en mi memoria.
Equipo.- Aceptamos la exigencia de repartirnos en bien de los demás y ahora, concretamente, en bien de quienes vienen a nosotros buscando para ellos y los suyos una vida digna.
Equipo.- Nos indignamos por su situación, pero también mantenemos nuestra esperanza contra toda lógica porque, mientras tus seguidores sigamos luchando, habrá esperanza.
Todos.- Llena, Señor, nuestro corazón de compasión y misericordia para que luchemos codo a codo con quienes trabajan por hacer realidad el derecho que debe tener todo hombre a poder vivir dignamente, con educación, vivienda, salud y seguridad para su familia.
Equipo.- En este adviento hacemos nuestras las palabras de Juan: allanar los caminos y facilitar el paso para dar la bienvenida a Jesús encarnado en quienes vienen a nosotros, muchas veces tan penosamente. Que encuentren la oportunidad de que les llegue nuestra generosidad para salir de su pobreza, desempleo y hambre y puedan formar junto a nosotros una sociedad más justa y más acorde con la que Jesús soñó.
Equipo.- Nos acordamos ahora de todos los que trabajaron por ello y ahora ya no están entre nosotros.
Equipo.- Y también de quienes perdieron su vida tratando de estar entre nosotros (un instante de silencio).
Equipo.- Con ese empeño, brindamos:
Todos.- Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amen.
Equipo.- Y con ese compromiso, podemos decir la oración que Jesús nos enseñó tal y como nos la adaptó nuestro amigo Alberto, que tanto se preocupó y trabajó con generosidad para hacer venir su reino:
Todos.- Padre nuestro, que estás en nosotros, en lo más profundo de nuestro interior.
Te llamamos santo y eres el principio del bien.
Te bendecimos porque nos impulsas a obrar siempre el bien
Por eso te queremos y queremos a todo la humanidad que es donde resides.
Empújanos a traer tu reino a este mundo
Tu reino de justicia, verdad, amor fraterno, solidaridad, paz y alegría.
Aliéntanos a cumplir tu voluntad, a practicarla y a difundirla aquí en la tierra.
Que luchemos para conseguir el agua y los alimentos para los hambrientos y sedientos.
Y además la comida, la sanidad, la educación, el trabajo, la felicidad y la dignidad.
Sabes que no podemos ser perfectos, no tengas en cuenta nuestros errores y negligencias.
Nos proponemos ser misericordiosos y amar incluso a los que nos hacen daño, siguiendo tu ejemplo, no albergar odios ni rencores y prescindir de nuestros egoísmos, que nos separan de los demás.
Danos fuerza para no caer en la superficialidad, el olvido de ti y de los hermanos, el desamor, la indiferencia, el creernos el centro en cualquier situación, el despilfarrar nuestra vida y nuestros bienes materiales.
No permitas que practiquemos el mal en ninguna de sus formas: avísanos, frénanos.
Y recibe como ofrenda el dolor físico o moral que nos toque sobrellevar en esta vida
Ojalá sepamos llevar adelante este proyecto que Tú nos propones.
Amén
Equipo.- Señor Jesucristo, que dijiste a los apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”, no mires nuestros pecados sino la fe de tu iglesia. Y ayúdanos a colaborar en la construcción de esa paz en un mundo más justo. Que tu paz esté con nosotros, igual que nosotros ahora nos la damos mutuamente.
(nos damos la paz brevemente y continuamos la celebración)
Equipo.- Dichosos los invitados a la mesa del Señor. Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Todos – Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Comunión
Acción de gracias.
Damos gracias porque el adviento vuelve hoy a despertarnos y nos urge a caminar en fe y en esperanza y nos invita a expresarlo de esta manera.
¡Vamos, levantaos, se acerca vuestra liberación!
Hay signos a vuestro alrededor. ¿No los veis en el barrio, en la fábrica, en esos que acampan indignados, en la comunidad, en vuestra propia casa y en vosotros mismos, sin ir más lejos?
Restregaos los ojos, mirad con esperanza el horizonte, escuchad las buenas nuevas, dejaos despertar por la brisa.
¡Dios está muy cerca! ¡Venga, levantaos, alzad la cabeza y el corazón!
La gente se angustia por todo y anda sin aliento, dando tumbos de acá para allá, viviendo sin vivir, corriendo tras fuegos fatuos, espejismos del desierto, y vagas añoranzas.
Recobrad el aliento. ¡Dios está muy cerca! ¡Ánimo, levantaos y permaneced despiertos!
No se os embote la mente ni desboque el corazón con tanta preocupación sobreañadida:
Os toca nadar contra corriente. ¡Dios está muy cerca! Vamos levantaos, y caminad con ilusión renovada!
Otead el horizonte con serenidad y agudeza. Vivid atentos a los susurros, lloros, gritos y risas de la humanidad entera. Dejad lo vano y lo estéril. Preparad vuestras entrañas para la acogida
y llegad al «Cuerno de África».
Brotad a la vida. Su rocío ya nos llega. ¡Dios está muy cerca!
Canto final Hombres nuevos.