“Vivir como resucitados” 4 de mayo de 2.014
I.- Saludo y presentación
Queremos en esta celebración prolongar el clima y el imaginario de la Pascua que celebramos hace apenas unos días, para plantearnos de forma más detenida y tranquila nuestras experiencias de resurrección. O, lo que es igual, para fortalecer nuestra confianza en el Dios que resucitó a Jesús, que nos habla del triunfo de la vida sobre toda muerte, y promete una vida digna para todos, especialmente para las víctimas de cualquier opresión; para cuestionarnos la fortaleza de nuestra fe en el futuro que se abre ante nosotros, el futuro de una humanidad más justa, libre y solidaria; para, en definitiva, actualizar el mensaje de esperanza inquebrantable que nos aporta el relato de la resurrección de Jesús.
En medio de las oscuridades que nos envuelven, la Pascua de resurrección nos invita a afirmar que el Bien siempre termina por prevalecer, que la esperanza es un sino que nos ha de acompañar siempre. Así se nos ha manifestado a través del testimonio de los Hechos que vamos a escuchar, según el cual “Dios resucitó a Jesús….”
Los evangelios no nos hablan de un hecho «histórico»; no nos narran cómo fue la resurrección: nadie lo vió. Los testimonios que nos aportan se refieren a experiencias de creyentes que, después de la muerte de Jesús, «sienten vivo» al resucitado.
Eso es lo que queremos celebrar: Nuestras propias experiencias de resurrección en esta etapa de la historia que nos toca vivir. Porque, a pesar de la aridez y la oscuridad del mundo que nos rodea, sentimos la necesidad, la confianza, y la fe de que en medio de una tierra arrasada por el dolor y la insolidaridad siguen apareciendo destellos de luz y de vida digna, es decir plenamente humana.
Damos paso, en primer lugar a los testimonios de las primeras comunidades que sintieron vivo al resucitado….
II.- Lecturas:
1ª Lectura. Del evangelio de Marcos ( Mc. 16, 1:7 )
El primer día de la semana, muy de mañana, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé fueron al sepulcro para embalsamarlo.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado. Él les dijo: -No os desconcertéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron…. Y ahora, marchaos y decid a sus discípulos y, en particular, a Pedro: «Va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os había dicho».
Y ahora, del Libro de los Hechos, Hechos 10, 37-43
…..Días más tarde, Pedro, tomando la palabra, dijo:
Vosotros conocéis muy bien el hecho acaecido en todo el país judío, empezando por Galilea, después de que Juan predicó el bautismo; el hecho de Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos…., porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo, tanto en el país judío como en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, no de todo el pueblo, sino de los testigos que Dios había designado de antemano, de nosotros, que hemos comido y bebido con él después que resucitó de la muerte.
Él nos mandó predicar al pueblo dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Sobre esto el testimonio de los Profetas es unánime; todo el que le da su adhesión obtiene el perdón de los pecados.
2ª Lectura: Testimonios de creyentes contemporáneos (Fragmentos)
1.- Una primera lectura de los Hechos de los Apóstoles lleva a preguntarse: ¿Por qué la noticia de la resurrección suscitó la ira y la persecución por parte de los judíos? … Pues, porque los Apóstoles anunciaban la resurrección «de ese Jesús a quien los judíos habían crucificado«. Es decir, no anunciaban la resurrección en abstracto, como una fe en la prolongación de la vida humana tras la muerte. Los apóstoles anunciaban una resurrección muy concreta: la de aquel hombre llamado Jesús, a quien las autoridades civiles y religiosas habían rechazado, excomulgado y condenado. ¡El crucificado es el resucitado!
Lo que los judíos no podían tolerar era que aquel ser humano concreto, Jesús de Nazaret, cuya Causa (su proyecto, su utopía, su buena noticia), que tan peligrosa habían considerado y que creían ya descartada, volviera a ponerse en pie, resucitara.
2.- En su camino hacia la cruz, Jesús se encontró solo. Sus discípulos lo abandonaron, se dispersaron y quisieron olvidar. Con su muerte en cruz, todo pareció concluir. Pero algo les ocurrió después. Una experiencia nueva y poderosa se les impuso. ¡Sintieron que estaba vivo!. Les invadió una certeza extraña: que Dios sacaba la cara por Jesús, y se empeñaba en reivindicar su nombre y su honra. Dios lo había resucitado, confirmando la veracidad y el valor de su vida, de su palabra, de su Causa. Dios respaldaba la Causa del Crucificado.
3.- Para los discípulos, creer en la resurrección no es afirmar un hecho físico-histórico, ni una verdad teórica abstracta (la vida postmortal), sino la afirmación contundente de la validez suprema de la Causa de Jesús, el Reinado de Dios, por el que es necesario vivir y luchar «hasta dar la vida».
Para nosotros, creer en la resurrección de Jesús es sobre todo creer que su palabra, su proyecto y su Causa (¡el Reino!) expresan el valor fundamental de nuestra vida.
4.- La Pascua cristiana representa la fiesta de la esperanza. El gran mensaje para el corazón creyente es que lo mejor está por venir; que Dios nos espera al dar la vuelta a la esquina siguiente. Que el presente no es más que más que una promesa de la plenitud esperada. Sentimos la esperanza en el corazón; sentimos que hemos resucitado, que podemos vivir una vida nueva; que nos hemos comprometido a ser libres y liberarnos de nuestros miedos.
Por ello queremos pasar haciendo el bien, ayudando a resucitar a tantas víctimas como nos rodean; o, mejor, resucitando con ellas. Pues hemos descubierto que lo importante no es creer en Jesús, sino creer como Jesús, tener la fe de Jesús: su actitud ante la historia, su Causa, su opción por los pobres, su propuesta, su lucha decidida…
3ª Lectura. Del Papa Francisco, “La alegría del evangelio”
276. La resurrección de Jesús no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable.
Es verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse.
Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrección.
III. Invitación al Diálogo de la comunidad
La invitación al diálogo hoy no necesita más aclaraciones.
Proponemos compartir en este espacio nuestras experiencias de resurrección, esforzarnos en repensar respuestas válidas en nuestro entorno. En definitiva, responder a la cuestión:
¿Qué significa para nosotros resucitar?, ¿Cómo son nuestras vivencias principales de afirmación de la vida frente a toda muerte? ¿Qué exige hoy “vivir como resucitados”?.
IV. Cantamos: “Nosotros venceremos”, pag. 10
V.- Ofrendas: Recapitulación de signos de resurrección
Mientras se pone la Mesa:
A la hora de preparar la mesa, para compartir contigo y con los hermanos, Señor, algo especial en este encuentro, queremos poner sobre el mantel algunas de las cosas buenas que están pasando y que, a veces, abrumados por todas las malas, que son muchas, no llegamos a percibir como signos de tu resurrección y de la nuestra:
Ponemos el mantel, no sólo para adornar esta mesa, también para protegerla y cubrirla. Con él queremos hacer presentes a esa multitud de mujeres, que desde las posiciones más débiles sacan fuerzas para aportar cobertura, cuidados y ternura, a su entorno, aun en las peores circunstancias. Te ofrecemos sus esfuerzos y su constancia en la lucha por su autonomía moral y su dignidad como personas
Con el pan te ofrecemos el empeño de quienes, aún sufriendo hambre y sed o cualquier clase de pobreza,, sacan fuerzas de la flaqueza para levantarse cada día y caminar con dignidad
Con el vino, queremos brindar con la alegría de cada pequeña victoria: la paralización de algunas privatizaciones, la recuperación de las transfusiones en los hospitales públicos, las pequeñas victorias que suponen cada uno de los desahucios que se pueden parar y muchas otras cosas…
Con la luz del cirio te ofrecemos nuestros esfuerzos por ser críticos e inconformistas al analizar la realidad, por intentar superar nuestras visiones particulares de las cosas y poder así trabajar codo a codo con otras personas, aunque piensen diferente. Hoy en muchos barrios, en muchos territorios, empiezan a dar fruto las luchas unitarias por las derechos comunes.
Las flores que adornan la mesa nos hablan de todo lo hermoso que hay en nuestro entorno. Con ellas, queremos ofrecerte todas las cosas que amamos, incluida esta comunidad, porque de ellas viene lo mejor que tenemos: de ellas sacamos fuerzas para estar vivas y dar testimonio de tu resurrección en este mundo de muerte.
Por último, queremos ofrecerte, señor, con estas bolsas, nuestros esfuerzos de solidaridad, con los hermanos que lo están pasando peor, allá donde se encuentren.
VI. PLEGARIA EUCARÍSTICA: “Vivir como resucitados”
- Padre, tú que has resucitado a tu hijo Jesús, venciendo a la muerte y que sigues resucitando a diario a cada uno de nosotros que esperamos la venida de tu reino, nos sentimos exultantes de gozo y queremos empezar esta plegaria cantando:
SANTO, SANTO, SANTO…(Salvadoreño)
- Tu resurrección no es algo del pasado, como dice nuestro hermano mayor Francisco, es una fuerza de vida imparable que lo penetra todo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes sentimos la brisa y la belleza de la vida que brota por doquier.
- Es una experiencia nueva que nos llena el corazón y que los primeros cristianos la sintieron sin saber como expresarla y se volcaron en formar comunidades de fe y de amor, cumpliendo el principal legado del Maestro.
- Pero esta renovación que Tú nos propones, no siempre la vemos en nuestro entorno: abundan las injusticias, crueldades con los más débiles, persecución de los sin-papeles, desalojos de familias enteras de sus casas, situaciones de precariedad y un sin fin de atropellos que no son propios de la dignidad humana
- Cada una de estas situaciones de muerte despierta en nosotros las ansias de recomponer los destrozos y hacer resucitar esas estructuras de pecado, que en nada se parecen a tu proyecto de VIDA
TODOS.- Jesús, hermano y maestro, queremos ser testigos de tu resurrección y forjadores de esta nueva primavera que irá floreciendo lentamente, hasta construir un mundo de iguales.
6- Luchando por la utopía de implantar tu Reino entre todos los hombres, queremos ser un revulsivo para tu pueblo creyente y un testimonio para los ”no creyentes” que luchan junto a nosotros por la misma causa.
TODOS.- Te pedimos la fuerza necesaria, la constancia continua, la perspicacia de encontrar los momentos y modos oportunos y por encima de todo, la explosión de amor hacia la Humanidad más desfavorecida que nos es imprescindible.
7 Hoy te hemos sentido entre nosotros como Resucitado y como tus compañeras que fueron las primeras en experimentar tu resurrección, correremos a comunicárselo a nuestras familias y personas de nuestro entorno para decirles, llenos de gozo, que “sí es posible” y que “juntos podemos”.
8 Porque eres el centro de nuestra reunión, vamos a repetir el gesto que tuviste aquella noche rodeado de tus discípulos, en la que después de la cena tomaste el pan, diste gracias a tu Padre, y lo repartiste diciendo:
TODOS. TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
9. Del mismo modo, levantaste la copa, diste las gracias al Padre y la diste a tus discípulos diciendo:
TODOS. TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODA LA HUMANIDAD, PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN MEMORIA MIA
- Este es el sacramento de nuestra fe.
TODOS. Anunciaremos tu muerte y proclamaremos tu Resurrección, si vivimos la vida de otra manera
- Si somos consecuentes y denunciamos la muerte y miseria que provocan los poderosos y ensalzamos el clamor de los marginados que luchan por su liberación.
TODOS. Anunciaremos tu muerte y proclamaremos tu Resurrección.
- Si somos capaces de acompasar nuestras ajetreadas vidas y rastrear los pequeños signos de resurrección que surgen a nuestro alrededor, tanto en nuestra sociedad como en nuestra Comunidad.
TODOS. Anunciaremos tu muerte y seremos testigos de tu Resurrección.
- Si apoyamos los movimientos ecologistas que nos hablan de un consumo más responsable de los bienes del universo
TODOS. Anunciaremos tu muerte y seremos testigos de un nuevo renacer
- Si descubrimos los signos proféticos de quienes tienen fe en la humanidad, de quienes crean convivencia y quienes difunden cariño, comprensión y esperanza.
TODOS. Entonces, resucitaremos contigo Señor.
- Ellas y ellos fueron nuestros antecesores y testigos de tu resurrección, celebraron esta eucaristía, compartieron con nosotros este pan y ahora descansan en la inmensidad de tu amor.
TODOS.- Nos acordamos de ellas y ellos Señor, porque en su momento fueron luz y guía
para nosotros y ahora nos indican el camino que seguiremos (SILENCIO)
- Y junto a esta mesa, brindemos por el cumplimiento de nuestros buenos deseos
TODOS. Por Cristo con él y en él, a ti Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen
VII. Padrenuestro y Paz
VIII. Comunión…
Durante la Comunión, cantamos: “No se puede sepultar la luz”, pag. 84
- Acción de Gracias y Compromiso
Terminamos esta celebración con una Acción de gracias y un Compromiso, por la invitación que el mismo Dios Padre que resucitó a Jesús como primicia, nos hace a nosotros hoy y aquí de nuevo, para vivir la experiencia de resucitados, sabiendo que su Causa, el Reino, es nuestra causa.
A) Queremos vivir la Resurrección como la verdadera libertad
Por ello PEDIMOS, es decir nos comprometemos, a trabajar para hacer posible una sociedad más justa e igualitaria y que el don de la libertad no sea privilegio de unos pocos, sino patrimonio de todos/as.
TODOS/AS: Nos comprometemos, Señor Jesús
B) Queremos que la Resurrección suponga para nosotros la plena confianza en Dios
Por ello PEDIMOS, es decir nos comprometemos, a esforzarnos en superar nuestros miedos: atrevernos a escuchar, atrevernos a hablar, atrevernos a actuar en defensa de los más desfavorecidos
TODOS/AS: Nos comprometemos, Señor Jesús
C) Queremos que la Resurrección nos abra de par en par las puertas de la esperanza
Por eso PEDIMOS, es decir nos comprometemos, a reforzar la generosidad que nos empuje a abandonar los individualismos y unirnos en lo comunitario; a buscar juntos/as nuevas alternativas y así resistir y superar cualquier tentación de desánimo,
TODOS/AS: Nos comprometemos, Señor Jesús