Taller II-2011. La Esperanza Cristiana                                  Grupo Ana Casasnovas

 ¿Crees que Jesús, con su mensaje y actividad, sólo pretendía la conversión de la persona o ha influido también en la desaparición de importantes estructuras, opuestas a su mensaje y su actividad?  Si es así, ¿qué podemos hacer hoy para erradicar estructuras injustas?

Siempre se ha defendido que era previa la conversión personal para encarar la de las estructuras, convirtiendo la religión en algo intimista. No hay un estadio previo, ni posterior. Hay que escuchar el clamor del pobre y oprimido y tender y luchar por otro mundo posible.

Díaz Alegría cita que la iglesia oficial ha pretendido reducir la liberación a una liberación interior y no social.

La respuesta puede darse no solo desde el Evangelio, aunque alguien del grupo opina que todo se debe a la gracia.

En los grupos carismáticos lo fundamental es entender y profundizar en la palabra de Dios, pero sin una referencia externa. De todas formas se remarca que en la primera pregunta inicial del taller que ahora se ha suprimido, había una mención a la comunidad. Parece necesario que habría que buscar unas pautas de referencia a la comunidad pero sin caer en la uniformidad.

Por otra parte, se menciona que Jesús denuncia las estructuras, sociales y religiosas de su época. Actúa contra ellas: acoge y come con los pecadores; proclama al hombre superior al sábado; se hospeda en casa de Zaqueo; habla en público con la samaritana; arroja a los cambistas y a los animales destinados a los sacrificios del Templo… Nosotros ahora consideremos necesario el cambio de la estructura, sobre todo la eclesial

 2. La resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra Fe y Esperanza. Si tú, tus familiares y amigos habéis sido “probados” duramente por enfermedades graves o inesperadas, por muertes violentas repentinas, por fenómenos naturales incontrolados, ¿tu Esperanza cristiana te ha confortado, con la certeza de que El Dios de la Vida tiene la palabra definitiva?

Sobre esta pregunta hubo una alta participación de todo el grupo pero con aproximaciones y respuestas diversas y dispares entre la esperanza contemplativa y reconfortante y la esperanza activa y revulsiva.

Del sentido que puede o debe dársele a la “experiencia de la resurrección”, tuvimos dificultades para encararla desde planteamientos antropológicos y/o psicológicos que supusieran el haber sido confortados por la esperanza cristiana.

Parece que una buena respuesta la podríamos encontrar en los apartados 2.8 y 2.9 de los materiales del taller.

3. La fe en la resurrección de Jesús implica una gran Esperanza en el Dios de la Vida. Y si además,  “la Esperanza no defrauda, porque el amor de Dios inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5,5), ¿cómo podemos transformar ese torrente de amor profundo en servicio y solidaridad con los más necesitados?

El Amor a Dios tiene que traducirse en algo, cada cual lo hace según su carisma: unos ayudarán a personas próximas o desfavorecidas, otros además acudirán a manifestaciones o harán escritos….

El amor real que damos lo hacemos de forma gratuita. Nos tenemos que exigir cada vez un poco más, pero sin que llegue a torturarnos.

El apóstol Pablo nos dice que el Espíritu que habita en nosotros nos hace adultos y libres.

4. La teología tradicional ha  fomentado y desarrollado  una conciencia de sumisión, esclavitud y temor a la jerarquía, a sus leyes  y a sus normas. ¿Cómo podríamos despertar en nosotros la convicción de que somos realmente hijos de Dios, y, por tanto, personas adultas y libres para  trabajar sin desaliento por el reinado de Dios con una Esperanza viva?  

Hay personas a los que les deja de motivar los ritos de la Iglesia…pero se siguen sintiendo movidos por el Espíritu que les empuja a  colaborar en la construcción del Reino de Dios. La implicación con el desfavorecido va a depender del contexto en que se viva; Ej. Si uno se acerca a La Cañada será mas fácil que se implique…que si se mueve por la Granvía

Para actuar hacia fuera, primero has tenido que experimentar dentro de ti el Espíritu de Dios. La transformación del amor es tomar conciencia de nosotros mismos  y de la realidad que nos rodea. El espíritu nos transforma interiormente y ayuda en nuestra realidad humana.

El Espíritu nos permite transformar el mundo a través de una justicia activa.

El Espíritu de Dios se identifica con el amor. Todo lo que sea amar o hacer el bien viene del Espíritu, el desamor engendra odio.

El Evangelio nos relata la venida del Espíritu después de la muerte y resurrección de Jesús, pero también el Espíritu de Dios ha podido estar desde siempre inspirando al hombre «bueno con entrañas de misericordia».

El Espíritu de Dios se nos manifiesta a través de todo el entorno humano que nos rodea y nos lleva a comprometernos con el débil.

5. Probablemente rasgos de la religiosidad falsa, – a la que Díez-Alegría llama ontológico-cultualista -,  siguen influyendo en nuestra manera de vivir como cristianos. ¿Cuáles identificamos a nivel personal, y a nivel comunitario?

El convertir el culto en fin y no en medio.

La persona está en el centro del mensaje, por encima de las instituciones. Hoy día la Iglesia defiende las instituciones.

Se ha quitado la creatividad a favor de la uniformidad y la conservación de las normas.

En lo personal, nos cuestionamos la herencia recibida y nos abrimos a nuevos planteamientos sobre la fe para así evolucionar y buscar la verdadera esencia del Espíritu. A nosotros nos han transmitido la memoria de Jesús con todas las limitaciones que reconocemos; ahora nosotros tenemos que transmitir a Jesús con nuestra forma de vida.

 6. Si caminamos hacia una religión verdadera, – ético-profética, según señala Díez Alegría-, nos tenemos que basar en la esperanza mesiánica inserta en la historia. Para ello es necesario profundizar en la fe en Jesús. ¿Podríamos intentar explicitar nuestro credo como hace Díez-Alegría?

La transformación personal a nivel intelectual la tenemos superada pero la forma de estar en la vida y la coherencia es en lo que tenemos que seguir trabajando.

El Espíritu nos tiene que impulsar a ser un seguidor suyo, que es sencillo de entender y difícil de practicar.

7. Según Díez-Alegría la esperanza cristiana (escatológica) no puede renunciar a la esperanza histórica, sino que tiene que estar abierta a ella. ¿De qué modo hacemos converger la esperanza histórica y nuestra esperanza como cristianos/as en la vida cotidiana? ¿Cómo alimentamos la esperanza cristiana?

Tiene que ser con el compromiso con los hechos históricos que nos está tocando vivir.