1.- Presentación

Canto: “Llegará la libertad”, pág.34

 2.- Liturgia de la palabra:

1ª lectura: El más allá en la cultura bantú

2ª  lectura: Juán  16, 1-6

 3.- Desarrollo del tema, preguntas y diálogo

 a ) Entrevista con Díez Alegría

b) Preguntas posibles:

– ¿Qué idea tenemos de la trascendencia?

– ¿Qué esperas encontrarte después de la muerte?

– ¿Te angustia el problema del más alla?

 4.- Ofertorio:

                  Símbolos: libro de Vallejo Nájera (Hugo); presentación del Fedón; símbolos de inmortalidad grecorromanos

                  Canto:  “Hoy el señor resucitó”, pág. 30 ( hasta en nº 4 )

 4.-Anáfora: Angel. ( Santo, Santo, Santo: Misa salvadoreña, pág. 71)

 5.- Padre nuestro

 6.- La paz

 7.- Oración “Señor: a la espera de estar contigo en tu casa, nos unimos ahora espiritualmente en fraternidad con los hermanos en la comunión.”

         Canto en Comunión: Música que trae Angel

 8.- Acción de gracias: pág. 34. “ La muerte no es el final”. Todos

 

 

9.- Telediario

 

 

 

La fe y el más allá en la creencia bantú.

 

        Para el pueblo bantú Dios es todo poderoso y el que todo nos lo ha dado: los hijos, el viento, el agua, la naturaleza, etc; Dios no necesita a los seres humanos, es inalcanzable, está muy por encima de los seres humanos; no puede ser hombre, ni necesita nada de los hombres, por lo tanto el concepto de ofrenda ( do ut des ) no es concebible.

   Lo bantús se preguntan: ¿ Porqué construir un templo al que está en todas partes y lo contiene todo? ¿Porqué ofrecer sacrificios y ofrendas al que está por encima de toda necesidad?

    En cuanto a la otra vida, para los bantús, no hay otra vida mejor después de la muerte, sencillamente los muertos siguen entre los vivos, viviendo pero de otra manera: al lado del poblado de los vivos está el poblado de los muertos. Nuestros seres queridos que han muerto están entre nosotros: su silencio no es señal de ausencia, es un paso a otra ciudad que está en un lugar cercano y son nuestros guardianes; nuestros ancestros velan por nosotros. Los vivos aspiran a ser ancestros, a los que se les invoca por sus buenas obras en la tierra y sólo los que han sido buenos en vida son ancestros y viven después de muertos. A los ancestros se les teme y al mismo tiempo son protección para los vivos. Nos pueden premiar o castigar por nuestro comportamiento. Los ancestros no pueden volverse malos; si te hacen daño es por tu bien.

   Lo opuesto al ancestro es el malo, es decir, el que en la tierra ha sembrado el mal entre sus semejantes, el malo es el que muere

 realmente y nunca puede ser ancestro.

   En este marco, Jesús es nuestro ancestro mayor: el nos ayuda y nos protege y es un intermediario entre los seres de la tierra y Dios.   

  

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muerte y Trascendencia

 

Introducción al Evangelio (Jn. 13, 1; 36; 14,1-7)

 

El texto del Evangelio que hemos seleccionado hoy es de los que, a pesar de sus paradojas, rompe muchos esquemas y da mucha paz. Aunque es muy clásico, consideramos  que sigue interpelando y, a la vez, dando luz.

 

Contexto.  Se acerca la Pascua. Jesús anuncia su partida, lo que inquieta a sus discípulos. Pero Jesús les tranquiliza: no les abandona, se va para prepararles un nuevo hogar,  donde hay un Padre, hermanos y hermanas, la Casa del Padre.  Se trata de un hogar con muchas habitaciones, donde cabemos todos, (todas las culturas, todos los pueblos,  todos los géneros).  Es una casa sin exclusiones. 

 

La ida de Jesús es su muerte y el regreso su resurrección. Según el Evangelio de Juán,  la muerte es un cambio de casa. Vamos a una casa grande donde  nos encontraremos todos.

La muerte propia y de otros nos asusta, nos turba, nos agita, pero el evangelio de hoy nos da una visión nueva de la muerte como un encuentro en la casa del Padre.

 

 

 

Del Evangelio de Juán  (Jn. 13, 1; 36; 14,1-7)

 

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Jesús les decía: Ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Me buscaréis, pero… a donde yo voy vosotros no podéis venir.

Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.»

 

Pero no estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola conmigo. 2En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho. Voy a prepararos sitio. 3Cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo estaréis también vosotros. 4y para ir adonde yo voy , ya sabéis el camino.

5Tomás le dijo:
-Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
6Respondió Jesús:
-Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre

 

 

 

 

 

 

 

Plegaria Eucarística: “VOLVER AL PADRE”

 

                                                                                             Salí del PADRE y he venido al mundo Ahora dejo

                                                                                                                       otra vez el mundo y voy al PADRE.» (Jn 16,28).

 

 

Grupo Presid. (GruP)

No siempre surge espontánea nuestra oración de Acción de Gracias, Señor.

Se nos agotan las palabras y las imágenes

cuando buscamos respuestas consoladoras a la cuestión del «más allá»

Nuestra cultura racionalista nos conduce con frecuencia al vacío de la no-respuesta,

y, a veces, a la angustia existencial.

Todos:   Para hacerlo soportable nos agarramos a respuestas metafísicas

sobre la vida y la muerte, la inmanencia y la trascendencia….,

o nos apoyamos en fórmulas esotéricas y pseudocientíficas.

Con ello vamos trampeando y paliando nuestra desazón vital.

GruP :    Confesamos, Señor, que en ese esfuerzo nos olvidamos de tu misterio

y del testimonio de vida de tu Hijo, Jesús de Nazaret

P1.        Te bendecimos y te glorificamos, Padre, por Jesucristo, nuestro hermano

quien, sin recurrir a grandes sistemas de pensamiento,

se afanó, como nosotros, por encontrar respuesta

a la pregunta por el sentido de la vida y de la muerte.

P2.         Jesús miró al fondo de la realidad humana

               y descubrió, por encima del absurdo, una realidad última y definitiva,

               una fuerza orientadora que iluminó su tránsito por la historia:

el amor que está en el origen de todo.

Y ese amor lo vivó como algo personal.

P3.         Un Dios, en definitiva, a quien él llamó PADRE;

               de quien se sintió prendado;

               en quién encontró  reposo y  paz,

               y ante quien respondió con confianza y disponibilidad plenas.

Todos                Bendito seas, Dios nuestro, por Jesucristo, nuestro hermano,

               que nos ha clarificado el sentido de la vida y de la muerte.

               Con todos los que nos han precedido en el retorno a la casa paterna,

con todos los santos,

te cantamos el himno de tu gloria: SANTO, SANTO, SANTO……(pag. 71)..

 

GruP .    Sabemos que Jesús caminó a lo largo de su vida junto al ‘Dios-misterio’

   practicando el ‘Dios del Reino’.

            Su disponibilidad total,   su seducción por el misterio y la plenitud trascendente

le llevó a aceptar el cáliz amargo de la muerte

               para cumplir así la voluntad del Dios Padre.

               La última tarde, al anunciar su marcha,  se lo explicó a sus amigos:

«No estéis intranquilos. En el hogar de mi PADRE hay vivienda para muchos….

Voy a prepararos sitio…..Así donde estoy yo, estaréis también vosotros» (Jn,14,1-4)

Todos: La muerte es un paso  para el encuentro de todos en la casa del PADRE.

Para Jesús siempre se trataba de VOLVER AL PADRE,

el lugar de la bondad, el amor y la paz definitivos.

GrupP:  Padre de Jesús y Padre nuestro,

Envía tu Espíritu de sabiduría que ilumine nuestra desorientación

               y nos haga descubrir la bondad de tu acogida paterna,

               del mismo modo que abriste el corazón de los amigos de Jesús

               al convertir el pan y el vino de aquella última cena

en cuerpo y sangre de vida eterna.

Cuando Jesús, tomando el pan en sus manos, lo bendijo,

lo partió y repartió entre todos diciendo:

         Todos:   Tomad y Comed. Este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros y por todos los

hombres para la liberación de todo pecado.

GruP:     Del mismo modo, antes de apurar el cáliz de su vida, cumpliendo la voluntad del Padre,

lo pasó a sus discípulos diciendo:

          Todos.  Tomad y bebed todos de él. Es el cáliz de mi sangre derramada para la resurrección de

toda muerte.

GruP:     Cuando os reunáis, repetid esto en memoria mía

Todos:    Anunciamos tu muerte y proclamamos tu Resurrección gloriosa. ¡Ven, Señor Jesús!.

P1.         Al celebrar este sacramento, signo de la comunión fraterna

y la entrega incondicional al Dios de la vida

proclamamos que el sentido de la vida y de la trascendencia

queda desvelado en la muerte y la resurrección de Jesús

P2.         Ayúdanos Señor a mirar la muerte y la trascendencia

               con más sencillez y mucha más confianza;

con los ojos de la fe que inspiraron a Jesús.

            Porque nuestra vida es un camino corto hacia la Casa del PADRE

P3.         La acogida incondicional de Padre, su amor ilimitado,

               el descanso y la paz prometidas por Jesús

               alejan los fantasmas que nos turban,

               y nos invitan a mirar con ilusión expectante ese momento de plenitud.

Todos:   Acuérdate, Señor, de todos los difuntos que nos han precedido;

de nuestros hermanos de comunidad, Mari Carmen, Paco, Maria Jesús…

y de todos nuestros familiares y amigos recientemente fallecidos.

Acuérdate también de los vivos que penan a diario a causa de la injusticia de los hombres.

               Envía tu Espíritu para hacer real esa Comunión de los santos en que creemos.

GruP:    A ti, Dios de la muerte y de la vida,

queremos bendecirte  y darte gracias por ese futuro que nos espera,

con Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo

Por lo siglos de los siglos. AMEN.