El domingo de Ramos entre la alegría y el compromiso                            24 de marzo de 2023

Música de inicio. Música para los reales fuegos artificiales.

  1. Presentación.

Hoy, Domingo de Ramos empieza una semana que terminará el domingo próximo, la Pascua, después de recordar la Pasión de Jesús y su resurrección

Hoy se celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, aclamado y recibido con palmas y alegría. Pero realmente no es una entrada triunfal, sino mesiánica.

Jesús, montado en un miserable borrico, aclamado por unos cuantos galileos entusiasmados, entra en la gran ciudad de Jerusalén, para culminar su compromiso.

El mesías que se esperaba, no es un triunfador, sino un profeta que poco después va a ser rechazado y crucificado.

Esto es la Pascua, consiste en transformar la idea del mesías que se esperaba de forma mágica, como enviado de Dios, en comprender que está dentro de cada uno de nosotros, y que su exaltación pasa por su despojo.

Nos lo dice claramente en su última cena: “Tomad y comed lo que soy” “Bebed y embriagaos de mi”… Nuestras rutinas nos hacen perder el significado de “aquel que se hace nosotros”.

Esta encarnación prosigue en nosotros y nos acompaña durante nuestra existencia.

Por eso hoy, celebramos con alegría esta buena noticia, si somos cristianos, y nos proponemos y os proponemos, aceptar el compromiso que nos exige seguir a Jesús.

  1. 1ª lectura de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús

La  Alegría que se renueva y se comunica. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado. Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien. No te prives de pasar un buen día »

El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría. Bastan algunos ejemplos: «Alégrate » es el saludo del ángel a María. La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre. En su canto María proclama: «Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador».

Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: «Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud » . Jesús mismo «se llenó de alegría en el Espíritu Santo ». Su mensaje es fuente de gozo: «Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena ». Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría ». E insiste: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría ». Después ellos, al verlo resucitado, «se alegraron». El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad «tomaban el alimento con alegría ». Por donde los discípulos pasaban, había « una gran alegría », y ellos, en medio de la persecución, «se llenaban de gozo».  y el carcelero «se alegró con toda su familia por haber creído en Dios». ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría.

Zacarías, viendo el día del Señor, invita a dar vítores al Rey que llega «pobre y montado en un borrico»: «¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y victorioso!».

  1. Canción: Montado en un borrico. Salomé Arricibita
  2. 2ª Lectura Mc 11, 1-11.

Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.

Y si alguien os dice: «¿Por qué hacéis eso?», decid: «El Señor lo necesita, y lo devolverá en seguida».»

Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron.

Algunos de los que estaban allí les dijeron: « ¿Qué hacéis desatando el pollino?»

Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.

Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él.

Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, ramas y hierbas cortadas de los campos.

Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: « ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»

Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.

  1. Introducción al dialogo.

La alegría que hoy estamos contemplando, no es un momento fugaz, como pueden ser muchos momentos de felicidad en la vida, es una alegría profunda y permanente por encontrar sentido a nuestra vida en el seguimiento de Jesús. Una alegría unida al compromiso cristiano, que constantemente hemos de actualizar.

Queda el micro abierto para poder compartir algún aspecto de nuestra experiencia en éste sentido.

7  Ofrendas.

  • Ramos
  • Libro de la alegría del papa.
  • Bolsas
  • Pan y vino

8  Anáfora.

Lector. Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo.

Todos Él supo comprender las miserias humanas, mostró el rostro de misericordia de Dios, se inclinó para curar el cuerpo y el alma. Y ahora entra en la Ciudad Santa.

Lector. Comencemos nuestra oración aclamándolo en su entrada a Jerusalén.

Todos. Hosanna!!!. Hosanna!!!

Lector. Alcemos los ramos y los brazos:

Todos. Bendito el que viene en nombre del Señor! Gloria en el cielo y Paz en la Tierra.

Lector. Y ¡levantemos el corazón!

Todos.- ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor!

Lector. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Todos – Es justo y necesario.

Lector. Realmente es bueno y justo bendecirte, Señor, particularmente hoy cuando recordamos a Jesús, en un día de triunfo, cuando subió a Jerusalén para celebrar la Pascua y para predicar tu voluntad de la búsqueda de un mundo mejor.

Todos.- Ese día fue alabado y ensalzado, entró entre vítores de sus seguidores y de quienes esperaban de él un Mesías, un liberador y proclamamos

Santo, santo, santo..

Lector. La llegada a Jerusalén también suponía un salto en su compromiso y un peligro por mantenerlo. Jesús sabía que “el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y hasta dar la vida por todos”.

Todos. Y este compromiso también hoy lo celebramos.

Lector. Y temiendo lo que este compromiso suponía, reunió a los suyos en torno a una mesa para despedirse, repetirles su mensaje y encargarles que lo mantuvieran.

Lector. Reunidos ahora nosotros en torno a esta mesa, proclamamos la universalidad del proyecto de Jesús y recordamos que la alegría del domingo de Ramos exige el compromiso con su proyecto de humanidad, un proyecto no excluyente, compatible con la diversidad cultural, que postula la fraternidad entre todos los pueblos pero que exige un compromiso con los excluidos frente a los poderosos.

Tras darte gracias, partió y repartió el pan, diciendo:

Todos “Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo”

Lector. Y luego les ofreció la copa diciendo

Todos Tomad y bebed todos de ella porque es el cáliz de mi sangre que será entregada por toda la humanidad

Lector. Les estaba encargando que mantuvieran su mensaje y lo transmitieran a las generaciones futuras. Por ello les dijo “Haced esto en conmemoración mía”.

Que sepamos hacer nuestro el compromiso renovado en esta Eucaristía pues, realmente, éste es el sacramento de nuestra fe.

Todos.- Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!

Lector. En un mundo que malvive en situaciones de opresión y miseria, tomamos el compromiso de estar del lado de los excomulgados de la vida. Y denunciar formalmente, como Iglesia de Jesús, las injusticias que sufren, por las que mueren, tantos seres humanos, hermanos nuestros.

Todos. Nos unimos en una sola comunidad a todos los creyentes, cristianos o no, para prometerte que pondremos todo nuestro empeño en hacer un mundo más justo y solidario.

Lector. Nos alegramos, pues, por el domingo de Ramos. Y que la alegría nos ayude a ver la otra cara de este día: el compromiso. Y con la alegría de estar celebrando la cena de Jesús cogemos nuestro ramo. Con él en la mano y con el compromiso de asumir este profundo significado de la Eucaristía, ¡brindamos con alegría!

Todos.- Por Cristo con él y en él, a ti Dios padre misericordioso todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Lector. Y proclamamos la oración que el mismo Jesús nos enseñó:

Todos.– Padre nuestro…

Lector. Estrechamos las manos o los brazos de quienes están a nuestro lado para darnos la paz de Cristo. Que su paz esté con nosotros, igual que nosotros ahora nos la transmitimos mutuamente.

Nos damos la paz…

Lector. Y dichosos seamos los invitados a la mesa del Señor.

Este es el Cordero Pascual, que quita el gran pecado del mundo, la opresión del hermano. Dichosos los que se sientan invitados a colaborar con Jesús en esta tarea.

Todos. Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarnos.

  1. Comunión (con un fondo musical) Down to the river to pray.
  2. Acción de gracias. Hay tantas razones para dar gracias!,!!!

Damos gracias en principio por la salud física y espiritual.

Nos sentimos agradecidos por las múltiples ocasiones en que hemos recibido  el  mensaje de Jesús de Nazaret…  Nos ha enseñado el camino hacia el Reino de Dios.

Damos gracias por encontrar comunidades de vida que nos han acogido y nos alimentan con su testimonio.

Damos gracias por esta celebración, por escuchar la palabra y el compartir de todos vosotros. Gracias también por tener  la posibilidad de volver a vivir otra Semana Santa en que renovar nuestra fe y compartir con los demás.

11. Avisos