ANTE EL GRITO DE AFRICA.                                                                              9 de Noviembre de 2014

Anáfora

L1.-Queremos alabarte, Padre y Madre, porque has sembrado en nuestros corazones el conocimiento y la piedad suficientes para sentirnos partícipes del histórico sufrimiento de los pueblos del África negra, víctimas durante siglos de la ambición, el despojo y el olvido de nuestra civilización occidental, codiciosa y engreída, a pesar de sus supuestas raíces cristianas.

L2.-Nos sentimos interpelados por el Grito de dolor y desamparo de esos pueblos dolientes, ante la violencia de las guerras allí provocadas, ante la indignidad humana de sus carestías para sobrevivir, ante las hambrunas provocadas por el expolio extranjero, ante la rapiña de sus recursos naturales, ante la tragedia de su emigración manipulada, ante el destrozo vital de tantas enfermedades por la falta de medicamentos que a nosotros nos salvan.

TODOS.- Te bendecimos hoy, en particular, porque aunque África es una tierra maltratada por siglos de sometimiento y de esclavitud, los pueblos africanos son ante todo un hervidero de vida, movimiento, capacidad de respuesta e iniciativa, es decir, un pueblo movido por la esperanza y confiado a la utopía de un futuro mejor. Te damos gracias, Padre, porque en ello descubrimos una vez más que Tú eres un Dios de Vida, no de olvido ni de muerte.

L3.- En este momento de nuestra celebración, tornamos nuestra mirada a Jesús de Nazaret, el profeta de la esperanza y del cambio de los corazones humanos.  Con su vida, su muerte en la cruz y su victoria sobre la muerte, Jesús promulgó la novedad del Reino de Dios, al que, igual que nosotros, están llamados los pueblos africanos.

L4.- Porque en Jesús nos has mostrado plenamente tu amor de Padre y el tesoro escondido de la Utopía del Reino,  te cantamos

SANTO, SANTO, SANTO……

L5.- Al recordar y actualizar que con Jesús se nos abrió el cielo de la nueva Humanidad que andamos buscando, lo reconocemos vivo y presente entre nosotros y proclamamos su muerte como entrega amorosa y salvadora

L6.- Y lo hacemos con los mismos gestos, símbolos y palabras que Jesús empleó, cuando, sentado a la mesa con sus amigos, tomó el pan, lo partió y repartió entre todos, diciendo:

TODOS: TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA POR VOSOTROS.

L7.- Al acabar la cena, Jesús tomó una copa de vino y, dándote gracias, la pasó entre sus inseguros seguidores diciéndoles:

TODOS: TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA NUEVA ALIANZA, QUE SE DERRAMA PARA QUE TODOS TENGAN VIDA EN ABUNDANCIA

L8.- Este es el sacramento de nuestra fe

TODOS: Anunciamos tu muerte,  proclamamos tu resurrección, ven  Señor Jesús.

L9.- Celebrar la Eucaristía, a la vez que memoria, es anticipo de la plenitud a la que aspiramos, utopía de una Tierra Nueva donde habite la justicia y la fraternidad, donde se haga realidad el Reino de las Bienaventuranzas de las que ahora sólo percibimos vestigios.

L10.- Al celebrar esta Eucaristía, renovamos el sacramento de comunión que nos une con el dolor de los pueblos africanos, nos compadecemos-con ellos, y  asumimos el reto de incrementar nuestra solidaridad con sus causas, lo que supone cambiar nuestra mirada -llena de estereotipos- sobre la realidad africana, e responder generosamente a cuantas demandas nos lleguen desde ese continente.

TODOS.- Haz posible, Padre Bueno, que la sangre ya derramada por tantos hermanos africanos, víctimas de la codicia, la violencia y la pobreza, fructifique en compromisos de paz y solidaridad, para que los  pueblos puedan escribir su futuro en condiciones de libertad y cooperación.

L11.- En tiempos de crisis, de incertidumbre y desesperanza queremos reafirmar nuestro compromiso de seguir recorriendo la senda de las pequeñas y grandes utopías, de modo que el cansancio, el olvido o la resignación nunca lleguen a imponerse a la ilusión y la esperanza de nuevos tiempos de fraternidad universal.

TODOS.- Haz, Padre, que tu Espíritu de discernimiento, fortaleza y profecía hagan cada día un poco más reales estos sueños que alimentamos desde tu evangelio.

L12.- Esa es la fe que proclama el misterio de la muerte y resurrección de Jesús, en cuyo nombre brindamos:

TODOS: ¡Por Cristo,  con El y en El…, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos.! AMEN.

L13.- Y ahora,  unidos como hermanos con todos los africanos que sufren la violencia de la guerra, de la miseria o de la enfermedad, pero que creen y se esfuerzan por alumbrar una vida nueva, gritamos ese “venga a nosotros tu Reino” de la oración de todos los cristianos:

PADRENUESTRO