Nuestras cegueras y nuestro compromiso ante la inmigración.                20 de octubre de 2027

  1. Presentación

Vídeos

https://youtu.be/5J1tlj3tSow?si=o0NuZv50Pepu19s0

https://www.youtube.com/watch?v=y6CVTWGB22g

Nos centramos, hoy, en la realidad de la migración. Según ACNUR, en el 2023 hubo 117,3 millones de desplazados, de los que el 40 % son niños y niñas. El aspecto más trágico, que aporta la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), es que al menos 8.565 personas murieron en rutas migratorias ese año.

Las causas descritas en el 2023 son el cambio climático, los conflictos armados y  las crisis humanitarias. Actualmente, según la ONU, la primera causa son los conflictos armados y la pobreza.

  1. Música: “No me llames extranjero”

https://youtu.be/E1JZC6dJcX4?si=CRduyIN7JCZYAU6u

  1. Lecturas

3.1. Con algunas excepciones honrosas (como las de los obispos de Cartagena y de Tánger, Santiago Agrelo), echábamos en falta la voz de la Iglesia española posicionándose sin reservas al lado de los inmigrantes, más aún con los menores dada la situación en los últimos meses. No obstante, la homilía del cardenal José Cobo el pasado 1 de septiembre en la catedral de la Almudena nos anima a no perder la esperanza.

En ella, el arzobispo de Madrid ha instado a la sociedad y a los líderes políticos a enfrentar el desafío de la migración desde una perspectiva humana: “La dignidad de cada persona debe prevalecer por encima de discursos económicos, ideológicos o intereses regionales excluyentes«. Ha resaltado la urgencia de establecer respuestas legislativas que promuevan una migración «ordenada, solidaria y justa», y ha abogado por un pacto nacional de migraciones que reúna a todos los partidos políticos, con el fin de superar los discursos ideológicos y oportunistas, y establecer un marco de actuación que conjugue la dignidad humana, el bien común, la seguridad y las responsabilidades compartidas de los estados en el contexto de un mundo globalizado. Finalmente, el cardenal ha querido hacer un llamamiento a la escucha activa tanto dentro como fuera de la Iglesia, para atender «la voz de los que llegan y el clamor de los muertos», y construir una sociedad fraterna en la que la migración sea reconocida como una parte integral de su realidad y subsistencia.

3.2. El Evangelio de Marcos (10, 46.52) recoge la curación de un ciego.  Con su lectura, queremos invitar a reflexionar sobre nuestra ceguera ante el problema de la inmigración:

Llegaron a Jericó. Y cuando ya salía Jesús de la ciudad seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar:

–¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

Muchos le reprendían para que se callara, pero él gritaba más aún:

–¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se detuvo y dijo:

–Llamadle.

Llamaron al ciego y le dijeron:

–Ánimo, levántate. Te está llamando.

El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó:

–¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le contestó:

–Maestro, quiero recobrar la vista.

Jesús le dijo:

–Anda, tu fe te ha curado.

En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús.

  1. Diálogo. Volvemos a hablar de inmigrantes. Y, desgraciadamente, no para congratularnos por el panorama actual. El Papa Francisco, nuestro cardenal, y, más allá de representantes eclesiásticos, muchas personas comprometidas con los derechos humanos denuncian la deriva excluyente en todo el mundo. “Miramos” el problema pero ¿lo “vemos”, somos conscientes? En el Evangelio, Bartimeo no solo recobra la vista; tras la invitación de Jesús (“¡Anda!”), queremos imaginar que se siente impulsado a moverse y se transforma en un activista de la misión de Jesús.

Abrimos el diálogo para exponer y reflexionar sobre nuestras cegueras y nuestro compromiso ante la inmigración.

  1. Reconciliación. Pedimos perdón por la falta de generosidad para salir de nuestra “zona de confort” en la acogida de los emigrantes.

Por nuestra pereza y comodidad para evitar en la sociedad la creación de barreras y prejuicios frente al diferente.

Por no implicarnos socialmente lo suficiente para apoyar la acogida y la integración.

Todos: Perdón, Señor, perdón. Nos comprometemos a ser generosos, a escuchar la voz de los marginados y a apoyar la acogida de los inmigrantes.

  1. Ofrendas
  • Ofrecemos las bolsas como símbolo de nuestras aportaciones como comunidad, recogidas en las Colaboraciones Solidarias, y los compromisos personales.
  • – El ejemplo de San Carlos Borromeo, la parroquia de la Guía, ASDECOBA y tantos otros como hogares de inmigrantes, que ponen en práctica las bienaventuranzas. (Llaves y empadronamiento).
  • – La encíclica Fratelli tutti.
  • – El recuerdo a las personas fallecidas en el camino para rescatarlas del anonimato (encender vela).
  • – Pan, para que no les falte el sustento a los que llegan con tanto sufrimiento. Y el vino de la alegría de sentirse entre hermanos.
  1. Música: “No hay mayor amor”

 https://youtu.be/9ozHHknPv7k?si=68eF4Y-4sWwVdY5O

  1. Anáfora

L.1. Dios Padre/Madre que has querido que todos los seres humanos sean iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los has llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.

L.2. Te pedimos que nos ayudes a mantener los ojos bien abiertos a la realidad de los inmigrantes. Que ella golpee nuestros corazones para que no caigamos en la indiferencia y nos unamos a ellos en su sufrimiento y en sus luchas por alcanzar unas condiciones de vida dignas.

Todos. Queremos alzar nuestras voces en el nombre de los pobres, de los desdichados, de los emigrantes, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos las personas y en modo particular a quienes más pueden, tanto a nivel personal como empresarial.

L3. Unidas las manos y los corazones ponemos nuestra esperanza en el Señor y, proclamando el himno de alabanza que nos identifica con su acción liberadora, entonamos el Santo, Santo:

Todos. Santo, Santo, Santo (recitado)

L.4. Reivindicamos la dignidad de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas y de sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras y las injusticias; de los débiles, de los  prisioneros de guerra y de los torturados en cualquier parte del mundo, sin distinción alguna.

Todos. Nos solidarizamos con  los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras, motivando todo ello la necesidad de abandonar sus países, formando parte de la población migrante.

L.5. Con la esperanza que en ti albergamos, Jesús,  y en el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra., y que anhelan la justicia universal, nos unimos en esta mesa común recordando las palabras que tú mismo pronunciaste en la última cena con tus amigos, cuando después de bendecir el pan, lo partiste y repartiste diciendo:

Todos.: Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros.

L.6. Y del mismo modo, acabada la cena, bendijiste la copa de vino y la compartiste con tus discípulos, diciendo:

Todos. Tomad y bebed todos de este vino, cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por toda la humanidad para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía.

L.7. Este es el Sacramento de nuestra fe

Todos. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús.

L.8. Queremos formar parte de la «fraternidad humana» que abraza a todos los hombres, los une, los hace iguales y los acoge.

L.9. Esa fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable.

TODOS: Anhelando la justicia y la misericordia, fundamentos de nuestra fe, y sentados alrededor de la mesa común que quiere atender la voz de los que habiendo abandonado su tierra llegan anhelando  una vida mejor, y sin querer dejar en el olvido el clamor de los muertos en el camino, juntemos nuestras manos para rezar la oración que Jesús nos enseñó, en la versión entrañable de nuestra querida Pilar:

 PADRENUESTRO (Pilar Gª. de la Haza, enero 1986)

Padre Nuestro, que estás aquí en la lumbre, en la ceniza, en el amor y en el desamparo.

Sea tu nombre pronunciado con los labios del corazón, que no tiene palabras.

Quédate con nosotros …así, como somos, monótonos, cotidianos, casi aburridos.

Haz coincidir tu plan de cada uno en el aquí y en el ahora preparándonos para el siempre …

Danos cada hoy, cada mañana, cada noche, la sed de querer y de desear amor.

Perdona y acepta el no entender, las dudas, la pereza, las intransigencias …

Nosotros lo intentamos.

No nos dejes … seríamos marionetas sin hilos playa sin mar sol sin calor lluvia sin agua.

Líbranos del desamor, de la enfermedad, del poder que avasalla.

Ayúdanos a inventar cada día la libertad.

  1. Comunión. Música: “El sonido del silencio” (gregoriano)

https://www.youtube.com/watch?v=4CrQmP40CyE

  1. Acción de gracias

Porque un corazón agradecido es un corazón esperanzado, y pues Tú, Señor, mantienes viva nuestra esperanza, te damos gracias por las voces que se alzan en la Iglesia defendiendo a los inmigrantes ante la situación de vulnerabilidad en que se encuentran. Gracias también por las organizaciones y grupos que los acogen, combatiendo el mal trato que se les da desde algunos estamentos oficiales.

  1. Avisos
  2. Paz y despedida