Domingo de Pascua 12 de abril de 2020
Hoy, domingo de Resurrección, os proponemos celebrar juntos con la audición de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonin Dvorak. Como veréis al final de esta introducción, tiene connotaciones que (de una manera bastante libre, eso sí) nos puede envolver en la celebración y el final de la Semana Santa.
Dvorak, compositor originario de Bohemia, se trasladó por un tiempo a Estados Unidos a causa de la oferta económica que le hicieron para dirigir el conservatorio de Nueva York, oferta que multiplicaba bastantes veces lo que podía ganar en su país. Él era un amante y estudioso del folklore (todo el mundo ha oído alguna vez alguna de sus Danzas Eslavas) y lo seguirá siendo en América. Allí se encuentra un país (finales del s. XIX) que es un auténtico crisol de culturas: junto a los blancos descendientes de los conquistadores ingleses, los indígenas (ya en franco retroceso) y los descendientes de los negros esclavos, hay toda una pléyade de emigrantes de los diferentes pueblos europeos.
Gracias a un compatriota, pasó un tiempo en Spillville (Iowa), donde había una comunidad checa; de hecho el pueblo era casi checo, hablaban en checo y su iglesia se llamaba San Wenceslao. Ahí conoció el folklore y las leyendas indias. Y en esa pequeña localidad acabó de componer su novena sinfonía a la que parece que él nunca subtituló “del Nuevo Mundo” aunque sí nos revela el nacimiento de una nación como fruto de la unión de los pueblos que la componen y como expresión de la fraternidad universal (dejemos aparte en lo que luego derivó y en lo que simboliza hoy día ese país, vamos al espíritu de la obra)
Con este encuadre, un compositor nacionalista estudioso del folklore en una tierra que no es la suya, vamos a escuchar una obra en la que nos canta a la unión universal y al abrazo entre los pueblos. De manera muy figurada, como hemos dicho, podemos asimilar esta obra a la Semana Santa que hoy culmina y este pensamiento puede subyacer en nosotros a lo largo de la audición, de manera que le demos un acento pascual: el choque de culturas inicial puede ser la entrada en Jerusalén (primer movimiento); le sigue el sufrimiento y la muerte de Minehaha con la desolación de Hiawatha, que podemos sentir como paralelo a la Pasión (segundo movimiento); el recuerdo del amor y la propuesta de fraternidad universal nos recuerda a los motivos por los que Jesús dio su vida y que explican que llegara a la cruz (tercer movimiento) y la explosión final del cuarto movimiento, en el que se produce la unión, la fraternidad universal, de donde surge un pueblo nuevo que proviene del crisol de todas las razas que lo componen: lo asimilamos al mensaje de amor triunfante y a la Resurrección en la que descubrimos que todos somos uno.
Sinfonía “del Nuevo Mundo”. Guía para la audición. Pinchar en cada título para la audición
1er movimiento. Adagio Allegro molto
El movimiento comienza describiendo la nostalgia de Dvorak; ha llegado a los EE.UU. pero añora su tierra. En seguida se nos golpea con el choque con América y sus culturas americanas con la orquesta en forte.
Pasado este choque, se exponen sucesiva y brevemente tres temas; todos empiezan suave, tímidamente y se desarrollan llegando a un nivel casi épico. Los podemos distinguir bien y quedarnos con ellos en la memoria porque van a sobrevolar toda la obra:
= El primero es el tema “blanco”: se presenta con las trompas y percusión; es música europea, casi wagneriana; nos presenta la cultura blanca europea. Su desarrollo es breve.
= A continuación el tema “indígena” (está inspirado en temas de los irokees de Iowa); lo presentan oboes y flautas y nos puede recordar un despertar, un amanecer. Tiene algo mayor duración que el anterior.
= Finalmente el tema “negro”, afroamericano, derivado de un espiritual. Para identificarlo lo podemos recordar de una adaptación que hizo Mocedades: “un nuevo mundo, nuevo amanecer, nuevas ilusiones…”).
Tras presentarlos, Dvorak enfrenta los dos primeros temas, el indígena y el blanco, en un clima de tensión que llega a un tutti de la orquesta y representa la lucha entre ambos pueblos en una maravillosa sucesión y superposición de los temas. Al final de este enfrentamiento entra pacíficamente el tema de los afroamericanos (que no participaron en la lucha de blancos y nativos). El final es una batalla musicalmente maravillosa que gana, claro, el tema blanco. Hemos escuchado, por medio de la música, toda una clase de historia en diez minutos: el origen de los Estados Unidos.
El inicio del tema está inspirado en las praderas de Iowa, que a Dvorak le parecían “tristes hasta la desesperanza”. Estamos en un estado contemplativo como con añoranza y desesperanza, quizá recordando el autor su tierra checa. Transmite lejanía y desolación.
A continuación aparece un tema pastoril, con sonidos agudos que hace referencia a los indios. Estamos ante la desolación del duro invierno cuando Minehaha está enferma y Hiawatha tiene que salir a por comida. El pizzicato son los pasos de Hiawatha en el bosque. La melodía se hace sentida y en un momento se acelera un poco indicando la angustia de no poder salvar a su amada. De repente aparece un brote de alegría es Minehaha ya en el más allá donde se reúne con su padre, ya no pena. Tras ello entra en forte el tema afroamericano del movimiento anterior y enseguida vuelve el tema del inicio de este movimiento, de resignación; es la soledad de Hiawatha. El final del movimiento es nostálgico, de pérdida, triste, suave, bello.
3er movimiento Scherzo. Molto Vivace.
Los dos primeros acordes es un homenaje: son los mismos de la Novena de Beethoven, a quien admiraba. Los cita Dvorak porque quiere hacer un canto a la hermandad universal como fue la sinfonía de Beethoven. A continuación se nos presenta un tema alegre mediante las flautas, que va subiendo poco a poco con una danza hasta el frenesí. En medio, la leyenda: Chibiabos canta canciones de amor y anhelo de felicidad en la boda de Minehaha y Hiawatha; se repiten el tema anterior y las canciones de Chibiabos hasta llegar a un tratamiento épico. De repente reaparece el tema “blanco”, europeo, del primer movimiento (acordaos, las trompas, casi wagneriano) que desemboca en el tema afroamericano (“un nuevo mundo, nuevo amanecer…” de Mocedades) y todo se diluye para acabar con un golpe orquestal.
4ª movimiento Allegro con fuoco
El conocidísimo tema, síntesis, amalgama de los principales elementos temáticos de los movimientos anteriores. Es el nacimiento de una nueva nación como crisol de razas. Es una marcha hacia delante. Aparece después un tema de concordia; como siempre, arranca amablemente para ir creciendo con las trompas que anuncian el triunfo; luego las flautas pastorales. Se alterna con el tema inicial en una calma tensa (violines) que anuncia que algo va a pasar: estalla la conflagración que nos lleva de nuevo al tema inicial con aires de tragedia hasta que nos relajamos un momento, como contemplando de nuevo las praderas; pero se palpa la tensión, nos la sugieren también los timbales. Va a acabar con un nuevo estallido en el que aparecen dos acordes: uno del tema “blanco” y otro de este último tema. De ambos sale victorioso el último (amalgama de culturas) en medio de un frenesí de violines. Vuelve la calma pero enseguida viene el final: la última conflagración con aire de victoria pero también de tragedia: es la aparición de la nueva nación norteamericana como crisol de razas y culturas.
Para subir nota
Para este domingo habría sido más adecuada la Segunda sinfonía “Resurrección” de Mahler. Pero su duración y sus características quizá son menos apropiadas para nuestros fines. Pero sí merece la pena subir nota. Os proponemos alcanzar el notable con el final de esta sinfonía, una maravilla coral y de corta duración, no más de seis minutos, pinchando en el texto resaltado
Merece la pena os transcribimos traducido el poema
Coro, Contralto
¡Cesa de temblar!
¡Disponte a vivir!
Soprano, Contralto
¡Oh dolor! ¡Tú, que todo lo colmas!
¡He escapado de ti!
¡Oh muerte! ¡Tú, que todo lo doblegas!
¡Ahora has sido doblegada!
Coro
Con alas que he conquistado,
en ardiente afán de amor,
¡levantaré el vuelo
hacia la luz que no ha alcanzado ningún ojo!
¡Moriré para vivir!
Coro, Soprano, Contralto
¡Resucitarás, sí, resucitarás,
corazón mío, en un instante!
Lo que ha latido,
¡habrá de llevarte a Dios!
Y ahora a las 13:00 aceptad la invitación de JUANJO para concelebrar este día