“Y EN MEDIO DE TODO ESTÁ LA FE”                                               25 de octubre de 2015

  1. INTRODUCCIÓN.

En todo ser humano hay un eje sobre el que gira su vida: la creencia en algo, algo que puede ser impreciso pero que consideramos cierto, verdad. Creemos en algo porque psicológicamente nos libera de la angustia que produce el vacío de la nada y la incertidumbre. Las religiones cubren ese espacio infundiendo a sus creyentes una práctica situada desde una religiosidad ciega, la fe del carbonero, que se decía. Es una fe firme, sin fisuras, sólida… pero generalmente porque no ha sido sujeta a cuestionamientos o dudas.

¿Es lo mismo la creencia que la fe? Podemos preguntárnoslo, parece que pueda haber algunas diferencias. Es creencia creer que Dios existe, pero también es creencia creer que Dios no existe ¿entonces? No parece que sea una cuestión únicamente de ser creyente, y si no es cuestión de creencia  ¿qué lugar ocupa la fe?

Unamuno, el presunto “ateo” tal vez nos aproxime a alguna respuesta cuando dice: “Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o por lo menos creo creer en Él, es, ante todo porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial en el Evangelio y a través de Cristo y de la historia. Es cosa de corazón” (Mi religión)

 

La fe puede compararse a la experiencia amorosa. La fe y el amor son algo fundamentalmente afectivo, algo que brota del corazón más que del entendimiento.

En medio de todo…y después de todo… está la fe.

2. PRIMERA LECTURA. Primera lectura, de una entrevista a nuestro obispo Pedro Casaldáliga, el 7 de octubre de 2015

Hemos de explicitar nuestra fe no como imponiendo una superioridad sino contribuyendo con la concreta historia de Jesús de Nazaret.

Se trata de que todo sea comunidad; me gusta hablar de comunitariedad, que todo sea comunitario desde el Papa, que todo sea participativo, que, desde la propia situación de cada uno, todo sea contribución al conjunto

La fe sin política no es fe cristiana. No puede haber fe cristiana sin encarnación; encarnación es el misterio de la entrada de Dios, de lleno, en nuestra humanidad por medio de Jesús de Nazaret, y eso supone que asumamos los desafíos de cada día. Si no me preocupo de la tierra, de la salud, de la educación, de las comunicaciones, incluso de las vacaciones para descansar, no me estoy preocupando de la vida humana. La vida en el otro mundo es un asunto de Dios, que Él resolverá muy bien, porque allí habrá vida y vida en abundancia para todos. A nosotros nos toca mejorar la vida y universalizar la vida aquí, en este mundo. Y si la Iglesia, el Papa, los obispos, los sacerdotes, las monjas y todos aquellos que queremos ser seguidores de Jesús no hacemos política, no impulsamos las consecuencias sociales, políticas y económicas que tiene la fe, ¿qué testimonio de amor damos?

Nuestra fe cristiana es esperanza, es confianza. Esperanza confiada en el Dios de la vida, del amor, de la libertad, de la paz, en su Reino.

Yo me digo que, en el fondo, el problema no es creer en Jesús, sino creer como creyó Jesús. Para creer como creyó Jesús es importante el tema de la oración, porque Jesús creía pensando en los demás, oraba pensando en los demás. Subía al monte sólo, dejaba a los apóstoles, se pasaba la noche entera, pero volvía a estar con la gente, a anunciar el Reino de Dios, es decir, colocaba la oración en el horizonte de la praxis, y eso me parece que nos está faltando. La gente joven cree en Jesús, pero mi pregunta es para ellos y para nosotros, los viejos. ¿Estamos creyendo como Jesús, no sólo en Jesús?

  1. 2. SEGUNDA LECTURA. Marcos 10, 46-52. Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús el que pasaba, empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “llámenlo”. Llamaron, pues, al ciego diciéndole: “Vamos, levántate, que te está llamando”. Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego respondió: “Maestro, que vea”. Entonces Jesús le dijo: “Puedes irte, tu fe te ha salvado”. Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
  2. 3. CREDO.

Creemos en Dios, Creador de un mundo no terminado, que entre todos debemos hacer justo y solidario.

Creemos en Dios Padre, que nos hizo a todos iguales, y no quiere que haya ricos y pobres ni diferencias entre unos pueblos y otros.

Creemos en Jesús, el proyecto de Dios hecho carne, que nos descubrió el amor de su Padre y nos enseñó a amarnos como hermanos, a compartir y ayudarnos, y que por predicarnos este mensaje, murió en la cruz.

Creemos en Jesús que sigue vivo en el seno de Dios y entre nosotros.

Creemos en el Espíritu de Dios que llevamos dentro y nos impulsa a hacer el bien y a luchar contra la pobreza, la incultura y las injusticias.

Creemos en la humanidad, fruto del amor de Dios,

Creemos que Dios nos sostiene, nos da la vida y nos acoge como hijos, ahora y siempre, amén. [Música]

  1. Reflexión dialogada.
  2. 5. OFRENDAS.
  • Vela
  • El libro de la Comunidad
  • Bolsas
  • Pan y vino
  1. ANÁFORA.
  2. Padre y Madre Dios, afirmamos desde la Fe nuestra libertad y nuestro compromiso. Recordamos tus palabras a los discípulos: “no temáis” y “si tenéis fe como un grano de mostaza diréis a este monte, pásate de aquí allá y se pasará.
  3. A pesar de las dificultades la Fe nos ayuda a resistir, y a convencernos de que en la resistencia está nuestra esperanza. Lo último que se puede perder es la fe y la voluntad de resistir.
  4. Recuperemos la fe en el agua, la fe en la Tierra, la fe en el Espíritu, para reanimar la esperanza. Recuperemos la fe en nosotros mismos, la fe en la otra, en el otro. Recuperemos la fe en el opresor, como hizo Jesús para liberarlo de la cruel opresión que hace padecer y que él mismo padece.

TODOS. Nosotros tenemos un Dios de vida que es de Justicia y es de Derecho. Es al que seguimos.

  1. Tanto creía Jesús en la posibilidad de transformación que la esperaba para todos. Jesús no creía en la maldad de nadie, sino en la bondad de todo. Llevaba grabada en lo más profundo de su corazón y de su palabra aquello que el Génesis afirma 7 veces: “Todo era bueno”.
  2. Por eso, desde lo más profundo de nuestro corazón, te alabamos diciendo. SANTO, SANTO, SANTO,…
  3. Jesús no se resignó. Creyó que todo podía cambiar, que todo iba a cambiar, que ya estaba transformándose todo, pues los enfermos recobraban su fe en sí mismos y se curaban, los pobres acogían la Buena Noticia de la Liberación y se levantaban. Jesús creyó en Dios, no en un Dios lejano y separado, sino en el Dios que todo lo cuida.

TODOS. Nosotros que tenemos un saber, debemos apoyar al que menos sabe. Cuidar al desamparado. Educar para el bien del mañana.

  1. Te alabamos porque Tú mismo, habiéndonos amado lo hiciste hasta el extremo y en la cena, bendecido el pan, lo repartiste a todos, diciendo: TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA POR VOSOTROS.
  2. Del mismo modo tomó la copa y la pasó a todos diciendo: TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SE ENTREGA POR TODA LA HUMANIDAD. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA. Este es el sacramento de nuestra Fe.

TODOS. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven, Señor Jesús.

  1. Nuestro compromiso de fe pasa por estar codo a codo con todos los seres de buena voluntad que luchan por la vigencia y garantía de los Derechos Humanos. Codo a codo, con las manos unidas, oramos al Padre – Madre común. PADRE NUESTRO.
  2. La fe nos ayuda a ser convencidos. La convicción de que la tierra nos la da Dios, no para negocios, sino para la vida de mujeres y hombres. Con este espíritu nos danos una Paz de vida.
  3. Nuestra fe nos debe mover a cambios estructurales, a la formación de acciones con las que se devuelva la dignidad a los pobres y la justicia a los oprimidos. El pan que vamos a compartir tiene que sellar nuestro compromiso.
  4. ACCIÓN DE GRACIAS

Te damos Gracias por la fe, gratuitamente recibida de nuestros padres y educadores.

Gracias porque esta fe  de la infancia la hemos ido transformando con nuestro esfuerzo y decisión en una fe adulta.

Gracias porque nos has acompañado a lo largo de los años y nos has ayudado a  despojarla de lo superfluo y mítico y en avanzar en lo fundamental; el conocimiento de Jesús de Nazaret  y en el seguimiento en nuestra forma de vida de su Mensaje.

MÚSICA: “Muchas flores tienen que nacer”. Nº 76, pág. 63.

Comunión: “Nada te turbe”.

Final: “Somos como esos viejos árboles”, nº 45, pág. 39.