Grupo IV

Reflexión sobre el documento: “El compromiso de la solidaridad”

Intervienen en esta reflexión 9 componentes del grupo.

En general se está de acuerdo con el contenido del documento aunque los criterios expresados no resuelven las discusiones del pasado ya que todos los proyectos que se presentan cumplen las condiciones de ser colectivos, transformadores y presentados por miembros de la comunidad.

Se hacen los siguientes comentarios:

Valor político de los proyectos:

Una persona del grupo no comparte que los proyectos tengan una implicación política, tal como entendemos ésta. Toda actuación tiene su implicación en el medio pero no significa necesariamente una opción política, sino una opción por los más desfavorecidos y como expresión de solidaridad y comunicación de bienes de la comunidad.

En relación con esta opinión se argumenta lo siguiente: Todos los proyectos tienen que tener un valor transformador de la realidad social, de modo que el desarrollo del proyecto modifique la vida de los que se benefician de él y los haga más autónomos económicamente y más consciente de su dignidad y de la necesidad de defender sus derechos y participar social y políticamente. El problema surge cuando ese valor transformador se orienta en relación con una determinada orientación política. No es que no se pueda colaborar con una organización con una orientación política o religiosa, pero sin asumir sus fines más allá de los objetivos comunes del proyecto. Cuánta más expresa sea esa vinculación, más capacidad divisoria tendrá el proyecto en STA.

Otra parte del grupo cree que el apoyo a determinados proyectos si supone una toma de postura por una opción política, aunque no se identifique al cien por cien con ella.

Seguimiento de los proyectos:

Los grupos responsables de llevar adelante un proyecto deben hacer un seguimiento del mismo,  comprobando que se cumplen los objetivos que se pretendían conseguir. Hace falta un compromiso organizativo, con un grupo o comisión que se responsabilice del proyecto. Y hace falta un compromiso humano, con contactos frecuentes virtuales y presenciales

Duración de los proyectos:

Se abre un largo debate durante el que se exponen dos posturas muy diferentes:

1) Una postura apoya la idea de que todos los proyectos a acometer deben ser limitados en el tiempo independientemente de que a su finalización se puedan renovar por otro periodo determinado si se estima oportuno. De esta forma no se corre el peligro de que las ayudas se conviertan en subvenciones eternas y que los destinatarios se acostumbren a un dinero sin buscar otro tipo de soluciones o subvenciones. Esta idea está, además, soportada por la opinión de que los fondos de la comunidad son limitados y es previsible que a medio plazo puedan serlo más.

2) La otra postura defiende que hay dos tipos de proyectos: los que tienen una limitación temporal por tener como destino la construcción de alguna infraestructura concreta  o la dotación de equipamiento a escuelas, hospitales, pisos, etc., y los que no tienen fecha de caducidad por ser esencialmente formativos o de acompañamiento, en los cuales los destinatarios se van renovando año a año por lo que las necesidades no cesan en el tiempo. Se cree que ambos tipos de proyectos pueden coexistir.

Localización de los proyectos:

Tradicionalmente se ha dado prioridad a los proyectos en el «tercer mundo». Cierto que nuestra ayuda tiene allí más impacto, pero hoy los más desfavorecidos también están  entre nosotros. Con los recortes al estado del bienestar también hay que mirar más hacia casa.

Se indica que los proyectos si son próximos en sentido físico permiten una mayor implicación personal aportando no solo ayuda económica sino también una dedicación de tiempo a las personas a las que va dirigido el proyecto. Si los proyectos son fuera debe haber personas de la comunidad que estén implicados directamente con ellos.

Conclusiones o propuestas:

–          El grupo unánimemente opina que mientras no se termine un proyecto, no se tendría que abrir el plazo para presentar otros nuevos; de esta forma se evitaría la dispersión de fondos que, para llegar al mayor número posible de proyectos, atiende cada uno con cantidades insuficientes.

–          Se debe promover entre los comuneros la conveniencia de realizar viajes a los lugares donde tenemos proyectos, invirtiendo los recursos de las vacaciones anuales en este tipo de vacaciones solidarias. De esta forma, se tendría un conocimiento mayor de los mismos, de sus destinatarios, de cómo se emplea el dinero que enviamos y, lo más importante, la posibilidad de estrechar lazos y aprender como viven y luchan esas comunidades tan diferentes a nosotros, que lo tenemos todo resuelto.

–          La adjudicación de proyectos debe ser competencia del consejo: una vez que sean conocidos tras la exposición del grupo proponente y se aclaren las preguntas o intervenciones que haya sobre cada proyecto, se evitará el debate sobre la prelación entre ellos y residirá en el consejo la decisión.