Anáfora de nuestro encuentro. 23 septiembre 2012
Lector 1: Te damos gracias, padre, porque hemos sentido tu cercanía y tu presencia benéfica en nuestras vidas en las largas jornadas de verano.
Grupo 1: Te damos gracias, padre, por la comprensión que hemos tenido con personas con las que no convivimos habitualmente.
Grupo 2: te damos gracias, padre, porque hemos tenido compasión y misericordia con personas a las que nos ha costado ayudar.
Lector 2: Padre, sabemos que Jesús ha captado tus sentimientos y que los refleja con claridad en el evangelio.
Grupo 1: Jesús ha sido misericordioso y compasivo, porque tú, padre, lo eres. Infunde estos sentimientos en lo más profundo de nuestro corazón por medio de tu espíritu, para poder seguir a Jesús.
Grupo 2: Jesús liberó a mucha gente marginada y excluida, porque tu reinado se hizo presente para rescatar al ser humano de las garras de sus opresores y restituirle la dignidad que le es propia. Que tu espíritu nos infunda la fortaleza que necesitamos, para que tu reinado sea también operativo y continuemos la obra de Jesús en nuestro tiempo.
Lector 3: Ayúdanos a captar el quehacer de Jesús para ser, como él, los últimos, y devolverles así la dignidad y los derechos humanos a los últimos de nuestra sociedad.
Grupo 1: A causa del espíritu devorador y destructor de las entidades financieras, los últimos, excluidos de la sociedad y sin recursos, son innumerables en nuestro tiempo. Pero tu reinado es un fermento poderoso que, gracias a la intervención de tu espíritu, puede mantenernos en la esperanza y hará fermentar toda la masa.
Grupo 2: Que este mismo espíritu nos ayude a reconocer a Jesús en la fracción del pan como los discípulos de emús. Que este reconocimiento sea garantía de que seguimos descubriendo al Jesús histórico con sus rasgos más determinantes para ser sus discípulos.
Todos: Ven, espíritu santo, y haz presente entre nosotros a Jesús de Nazaret, al participar en su misma mesa, para poder identificarnos con él.
Lector 4: Por eso, cogemos el pan en nuestras manos y repetimos el gesto y las palabras de Jesús en la última cena:
Todos: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo.
Lector 5: También queremos identificarnos con su sangre derramada por todos, es decir, identificarnos con su muerte violenta en la cruz:
Todos: Tomad y bebed todos de este cáliz, porque esta es mi sangre derramada voluntariamente por todos; con ella sello la alianza nueva y definitiva entre mi padre, a quien yo represento, y toda la humanidad.
Lector 6: Éste es el sacramento de nuestra fe.
Todos: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, señor, Jesús!
Lector 7: Con Jesús presente entre nosotros, recordamos a nuestros seres queridos que nos han precedido y que ya han sido acogidos por el padre (Carlos: invitación a recordar a los seres queridos más recientes).
Lector 8: Con la inmensa alegría de invocar a dios como verdadero padre, unimos nuestras manos y proclamamos con entusiasmo el padre nuestro.
Lector 9: Después de estas semanas de separación, démonos un cariñoso abrazo, que manifieste también nuestro deseo de paz.