Taller I: LA LUCHA POR LA JUSTICIA

Cuestiones para la Reflexión en grupos:

1. Aunque parezca una obviedad deberíamos afrontar este taller comenzando por el principio: ¿Seguimos creyendo en la posibilidad de una sociedad (mundo) sin graves injusticias? ¿Nos inquieta y nos moviliza esa idea, ese objetivo?

R.-Nos parece muy difícil y tal como está el presente, pero aún sabiendo que un mundo sin injusticias es una “utopía”, creemos que es posible aproximarnos a este ideal de justicia, rompiendo y saboteando el sistema actual de estructuras injustas donde estamos inmersos. Para conseguirlo hay que unir nuestros esfuerzos a personas y grupos que trabajan por el cambio y buscan este socialismo de rostro humano, del que nos habla D. A. La idea de no estamos solos en ésto, nos debe movilizar

Si no creyeramos en que – aunque no sea a gran escala –es posible cambiar las estructuras del mundo, nos paralizaríamos. No es que seamos  ilusos  y pensemos que de hoy para mañana se van a acabar las injusticias sociales y el R. de D. se convierta en realidad, pero el mero hecho de ver a otras personas que piensan lo mismo y se vuelcan en la lucha por conseguirlo, nos da fuerzas para continuar con lo poco que podemos aportar a la tarea. También, ver de cerca los sufrimientos, saber de las luchas de los oprimidos por liberarse del yugo opresor y recuperar su dignidad, hacen imposible que miremos para otro lado

¿Acaso no se han conseguido las utopías que llevaron al Estado de Bienestar?

¿Acaso no ha conseguido el pueblo derribar al gobierno de Egipto de forma unida y pacífica?

2. Si la búsqueda de la justicia es consustancial al Reino de Dios ¿qué podemos hacer o en qué colaborar, dadas nuestras circunstancias de edad, momento histórico, ubicación social…? ¿Qué actitudes nuestras favorecerían una mayor justicia social?

R.-Primero debemos tener muy claro que, igual que Jesús y como continuadores de su obra, nuestra actitud debe surgir de la creencia de que nuestra misión no es otra que la de Jesús y esta misión nos la debemos grabar con letras de fuego: “Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos” (lo que implica el fin de todas las causas de injusticia y opresión)

En segundo lugar, si Jesús liberaba en su caminar por las aldeas, nosotros también estamos llamados a hacer lo mismo y aquí es dónde nuestra imaginación debe estar constantemente activa y proponer alternativas, cada día y en cada instante, individuales y grupales..

Como dice Díez Alegría, “todos tendremos algo que hacer”. Cada uno sabe la medida de sus fuerzas y, por poco que nos parezca, siempre será más que si nos contentamos con mantener una posición crítica – que también – pero sin mover un dedo.

Algunas ideas que surgieron en el grupo

Convivir y ayudar a los más necesitados.

– Colaborar con las ONGs y similares

-Trabajar en el ámbito familiar buscando posturas que nos acerquen a nosotros y a los nuestros a actitudes que  fomenten la justicia y en el ámbito laboral denunciando situaciones de injusticia.

-Colaborar en acciones con organizaciones como Amnistía, Justicia y Paz y otras…

-Bancos comunales para microcréditos que permiten un futuro para muchas familias.

-Colaboración con inmigrantes. Creación de cooperativas de trabajo.

3. Teniendo en cuenta que el ideal cristiano respecto a los bienes materiales es el de la koinonía, es decir, la actitud permanente de compartir lo que tenemos con el necesitado a escala planetaria, ¿cómo justificamos nuestras propiedades y nuestro afán por incrementarlas?

R-No tienen justificación, si sobrepasan nuestras necesidades. Ya sabemos que el cristianismo sin comunidad de corazones y de bienes no es real. La propiedad privada es una píldora dorada que se le ha atragantado a la Iglesia y a toda la cristiandad. La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto, sobre todo si a nuestro alrededor hay desempleo y pobreza. Debemos conformarnos con un nivel de vida digno y humano, porque muchos ni siquiera a esto pueden aspirar. Lo demás, lo que nos sobra, debemos compartirlo. Primero serán pequeñas obras, tiempo, gestos, después, cuando tomemos conciencia de lo que significa “el umbral digno” y “el gesto del compartir”, tal vez nuestro compromiso irá más allá.

Reconocemos que tenemos un cierto miedo al futuro y, en general, justificamos nuestras propiedades actuales como soporte de posibles necesidades al llegar a la vejez o para cubrir las de nuestros hijos (varios en situación de paro en la actualidad)

También se considera el tiempo que dedicamos a la colaboración con ong´s y proyectos es una forma de compartir.

HOY NO SE VE REAL EN NUESTRA SOCIEDAD, LA KOINONIA.

 

4. La llamada ‘civilización de la pobreza’, o de la ‘austeridad compartida’ -en palabras de P. Casaldáliga-, se presenta como la mejor alternativa de futuro tanto por razones medioambientales como por ideal ético cristiano. ¿Podemos los cristianos aportar propuestas concretas que favorezcan esa civilización de la austeridad compartida?

R.-Debemos imponernos una nueva cultura de austeridad en el consumo para cuidar y proteger nuestro mundo tan maltrecho, si queremos que la Humanidad entera pueda sobrevivir. Ya basta de depredar los recursos que son “de y para todos”.

Debemos rebajar nuestro nivel de vida para poder ser solidarios, para poder compartir los bienes y para que no se vean afectados millones y millones de hambrientos del mundo entero. Habrá que volver a hacer una nueva lectura de la carta a Timoteo: “…así que teniendo qué comer y con qué vestirnos, podemos estar contentos”.

No sólo podemos, sino que debemos, al menos, practicar una austeridad; y no solamente para “ahorrar”, sino verdaderamente solidaria. Pero no por ser cristianos, sino simplemente como seres humanos sensibles a los sufrimientos de los que no tienen otro remedio que ser austeros. Ciertamente, si nos llamamos seguidores de Jesús, no cabe otra opción. Por otra parte, los recursos de la Tierra, que serían suficientes si hubiera un reparto justo y equitativo, los estamos derrochando en nuestro primer mundo, a costa de que una gran parte de la humanidad no tenga suficiente para sobrevivir.

Algunas ideas:

– Disminuir el consumo de todo lo que no sea estrictamente necesario, evitando drásticamente las  autojustificaciones, con verdadera responsabilidad. Y repartir el resto.¿Qué hay del 0.7% de nuestros ingresos para solidaridad?

-Participar en movimientos y experiencias de vida alternativa. Estudiarlas, conocerlas y aportar ideas novedosas.

– Debemos trabajar en los recursos energéticos y medioambientales asi como en reducir nuestros consumos

-Trabajar desde un punto de vista de austeridad de recursos (calefacción, coches, móviles, electrónica, televisores….) preguntarnos ¿cuántos? ¿por qué? ¿de verdad son necesarios?

 

5. Si nuestra apuesta por la Justicia del Reino requiere superar la división en clases de la sociedad, qué opción social -teórica y práctica- nos parece más eficaz y más ética para avanzar hacia ese objetivo,

R.-Nuestra opción sería la senda alternativa (Otro mundo es posible) que recoge lo mejor de los movimientos históricos de emancipación social, explora nuevos modelos económicos, políticos y culturales, que van más allá de una simple reforma y de los déficit democráticos del Socialismo real. Toda esta senda debemos ir descubriéndola de forma colectiva, y apropiada para cada situación, grupo y lugar

Pero este “Otro mundo es posible” hoy no esta definido, es una idea que tenemos que dar forma y sentido.

Será imposible conseguirlo si no se produce una auténtica revolución no violenta (¿del tipo de Egipto?), que cambie el sistema económico desde sus bases: evasión fiscal, paraísos fiscales, desarrollo indefinido, tendencia a la acumulación por la acumulación, formación civil de que los          protagonistas no son los individuos sino la colectividad, cese de toda producción superflua (lujo, excesiva, sueldos desmesurados, beneficios desmesurados…) cese de todo gasto dañino (suntuosidades, especulaciones, gasto bélico, sueldos desorbitados, destrozo del medio ambiente…), desaparición de la herencia (salvo para mantener una empresa de bien social o cubrir unas necesidades familiares).

 

6. Afirmamos que el móvil esencial del cristiano en la búsqueda de la justicia es el amor, el espíritu de fraternidad. Pero, según nuestra experiencia ¿cómo se ejercita mejor esa praxis de amor encarnado: en la relación particular con personas víctimas de injusticias o en el trabajo sociopolítico orientado a cambiar estructuras de injusticia? ¿Son dimensiones alternativas o compatibles?

R.-Son opciones y acciones compatibles las dos. Sin una opción socio-política muy clara, peligra que demos palos de ciego y que nuestra búsqueda de la justicia y las obras de “amor” entre los que más lo necesitan, no sean más que teorías y palabras vacías. El amor debe volcarse en los más necesitados y esta praxis debe reorientar y reforzar nuestra opción política.

La primera sin la segunda, sería un asistencialismo, mientras que la segunda sin la primera, se quedaría en pura práctica desencarnada del amor. Es cierto que algunos tendrán mayor predisposición para una o para otra. Deberíamos unirnos en la tarea e ir trasvasándonos experiencias de ambas.

Uno del grupo proponía las siguientes pautas:

-Practicar y educar en: antes de mi bienestar, me entrego en lograr el bienestar social.

-La producción de bienes orientada no al beneficio (salvo el imprescindible), sino al servicio.

-La liberación y reposición de las víctimas, es un logro social prioritario.

-La política únicamente dirigiendo sus acciones hacia la felicidad del ciudadano, y por igual

-Desaparición absoluta de todo privilegio.

-Considerar la acumulación de bienes como un fraude y al que la consigue, como un delincuente.

-La investigación y la tecnología: sólo para el bien social (p.e. la desaparición de las patentes)