“Amanece, que no es poco” 27 de abril de 2025
Celebración de la Pascua.
Canción “Hombres nuevos” (Pág. 7, n.º 9)
- Presentación

FRIEDRICH, Caspar David. Mañana de Pascua c. 1828-1835
Desde que comenzó el curso teníamos programada la Asamblea de primavera hoy domingo 27 de abril. Pero las nuevas ocupaciones de Evaristo en Salamanca, junto a otros motivos, han llevado al Consejo a fijar el 25 de mayo como fecha de la Asamblea. Estando este día tan alejado de la Semana Santa, ha parecido oportuno hacer una excepción en la costumbre de vincular la celebración de la Pascua a la Asamblea y mantenerlo en la fecha prevista inicialmente, y se ha encargado su realización al grupo de preparación que por turno le correspondía. O sea, a nosotras.
Por economía de tiempo y recursos, vamos a prescindir del rito tan familiar en torno al fuego y el agua que venían escenificando los grupos de reflexión. Apelamos a vuestra comprensión y confiamos en que Jesús resucitado nos acompañe en este encuentro y resulte vivificante para todos.
Música 1: Nuevo día (Lole y Manuel)
- Pregón pascual
Resurrección y amanecer encierran esperanza, impulso, música, poesía … Somos conscientes de las dificultades, que afrontamos con una sonrisa: “Amanece, que no es poco”. Si amanece, si resucitamos, es porque hemos transitado la noche y hemos dejado atrás la muerte. El desasosiego que naturalmente genera esta realidad se alivia escuchando el Romancillo de la Muerte, de Pedro Casaldáliga:
Ronda la muerte rondera,
la muerte rondera ronda.
Lo dijo Cristo
antes que Lorca.
Que me rondarás, morena,
vestida de negro y sombra.
Que te rondaré, morena,
vestido de espera y gloria.
(Frente a la Vida,
¿qué es tu victoria?
Él, con su Muerte,
fue tu derrota).
Tú me rondas con silencio,
yo te rondo en la canción.
Tú me rondas de aguijón,
yo te rondo de laurel.
Que me rondarás,
que te rondaré.
Tú para matar,
yo para nacer.
Que te rondaré,
que me rondarás.
Tú con guerra a muerte,
yo con guerra a Paz.
(Que me rondarás en mí
o en los pobres de mi Pueblo,
o en las hambres de los vivos
o en las cuentas de los muertos).
Que me rondarás,
que te rondaré,
que te rondaremos,
todos,
yo y Él.
Si con Él morimos, con Él viviremos.
(Con Él muero vivo,
por Él vivo muerto).
¡Tú nos rondarás,
pero te podremos!
- Primera lectura
Extracto de un artículo de Fray Marcos para un “Domingo de Pascua”:
La trayectoria histórica de Jesús termina en el instante de su muerte en la Cruz. En ese momento pasa a
otro plano en el que el tiempo no trascurre, en ese plano no puede “suceder” nada. En los apóstoles sí sucedió algo muy importante. Ellos no habían comprendido nada de lo que era Jesús, porque estaban pegados a lo terreno y esperando una salvación que potenciara su ser contingente. Solo después de la muerte del Maestro llegaron a la experiencia Pascual. Descubrieron, no por razonamientos, sino por vivencia, que Jesús seguía vivo y que les comunicaba VIDA. Eso es lo que intentaron transmitir a los demás, utilizando el lenguaje humano al uso, que es siempre insuficiente para expresar lo trascendente.
Pero no debo quedarme en la resurrección de Jesús. Debo descubrir que yo estoy llamado a esa misma VIDA. A la samaritana le dice Jesús: “El que beba de esta agua nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá en un surtidor que salta hasta la Vida eterna”.
- Evangelio Introducción: Estas son palabras de Pedro Casaldáliga:
Mi Fe, hace ya tiempo, es la Esperanza. Y la esperanza cristiana no es solamente un “después” que nos ayuda a vivir; no es algo, es Alguien. Mi Esperanza tiene nombre y apellido: JESUCRISTO RESUCITADO.
La Pascua de Jesucristo, que es “nuestra Pascua”, es la verdadera razón de mi Esperanza. Espero porque creo que Él ha resucitado y es “la Resurrección y la Vida”.
Los discípulos de Emaús (Lucas 24, 13-35, con recortes):
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran …
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
- Diálogo:
¿Qué significa para nosotros “resurrección” , y qué consecuencias tiene, en el plano individual y en el colectivo?
¿Qué de nosotros tiene que morir para poder resucitar?
- Ofrendas:
6.1: Queremos ofrecer aquí los símbolos que se han usado en la celebración tradicional de la Pascua:
– En primer lugar, el rito del fuego. Con él queremos quemar (mientras encendemos 4 velas) los falsos dioses del dinero, del consumismo, del racismo, de la guerra … Para que brille un Dios Padre-Madre de Amor, Justicia y Paz.
Con este fuego encendemos el cirio Pascual (llevarlo a la mesa y encenderlo) que representa a Cristo resucitado y que nos ilumina con su luz.
6.2): Bendición del agua. Agua viva, esencial para la vida en la tierra (regamos la planta), su falta nos lleva a la muerte. Es el tesoro purificador de la Humanidad, que está presente en todas las religiones. La condición para recibir esta agua es acoger a Jesús en nuestros corazones y aprender de su Amor, y con Él, conseguir el triunfo de la Vida sobre la muerte.
6.3): Bolsas (compromiso comunitario)
Música 2: Primavera (Arpa. Ludovico Einaudi)
6.4: Ofrendas particulares
6.5: Pan (fuente de energía, cuerpo de Jesús)
6.6: Vino (alegría para compartir, sangre de Jesús)
- Anáfora: Repartida en dos grupos, la Comunidad recita este Credo de Florentino Ulibarri:
Grupo 1: Creemos en Jesús, presente en la alegría y esperanza del pueblo marcado por una historia de sufrimiento y pobreza.
Grupo 2: Creemos en Jesús, presente en el pobre que sufre, en el triste y sin futuro, en el perseguido y encarcelado, en los emigrantes y exiliados, en los niños explotados y abandonados, en las mujeres humilladas y ninguneadas, en las personas sin dignidad y sin salario…
Grupo 1: Creemos en Jesús, presente en los ciudadanos sin derechos, en los creyentes perseguidos por la sociedad y su iglesia, en las personaS que luchan por un mundo nuevo, en sus seguidores y mártires, aún sin reconocimiento.
Grupo 2: Creemos en Jesús, y reafirmamos nuestra esperanza en él, y en la fuerza sanadora y liberadora de su amor derramado en nosotros y nosotras.
Grupo 1: Creemos en Jesús, vivo y presente en nuestro mundo e historia, en nuestra sociedad e iglesia, y en nuestra vida, cada día.
Todos: Comprometidos con tu propuesta de entrega al servicio de los demás, recordamos la última cena con tus discípulos cuando, al partir y repartir el pan, les prometiste quedarte entre ellos. Nosotros hacemos memoria y actualizamos tu gesto diciendo:
Tomad y comed este pan, porque es mi cuerpo que se entrega por vosotros y por toda la humanidad.
Y, al igual que hiciste con el vino, repetimos tus palabras:
Tomad y bebed de esta copa, porque esta es mi sangre que será derramada por todos.
Este es el sacramento de nuestra fe: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
- Padrenuestro: A continuación, unimos nuestras manos para dirigirnos al Padre con las palabras que nos enseñaste: “Padre nuestro ….”
- Paz
- Comunión
Música 3: Primavera (Vivaldi)
- Acción de gracias
Te damos gracias, Señor, porque en nuestro camino se hace presente la ternura, la solidaridad y la acogida. Te damos gracias porque nos devuelves la dignidad de seres humanos, nos limpias de la enfermedad del egoísmo y nos inculcas los deseos de una sociedad más justa, librándonos de normas serviles.
Te damos gracias porque en nuestro camino hacia Emaús reconocemos Tu presencia vibrante y podemos afirmar que la promesa del Reino se construye aquí y ahora, en una comunidad de hermanos y de iguales que sueñan con la utopía de un mundo mejor.
Te damos gracias porque los pobres nos evangelizan y por el testigo recibido de tantos hermanos que dejaron su huella en nuestros corazones. Hoy recordamos especialmente al Papa Francisco en su intento de renovar la Iglesia y acercarla a los vulnerables.
Música 4 “Aleluya” (Haendel)
- Avisos. Despedida