«Hemos estado y seguimos estando con vosotros y vosotras» 14 de abril de 2024
- Canción: Gracias a la vida. Pág. 54, nº 66. (Encendemos vela grande)
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes al hombre que yo amo
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
y la casa tuya, tu calle y tu patio
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
- Introducción. El ser humano, desde que nace hasta que muere, deja su presencia, sus pensamientos, su vida. Su ser no se va para siempre, se queda entre nosotros. Por lo que no es su final. ¿Acaso sus ideas, sus ejemplos, no quedan entre nosotros? ¿Acaso las historias de nuestros padres, sus besos, sus abrazos no los guardamos? ¿Y qué diremos de la vida y obras de los comuneros y comuneras que nos dejaron en 2023?: Javier, Rafa, Marisa, Mari-Tere, Marcial, Jaime, son muchos y más si recordamos a los que antes nos dejaron y que siempre recordaremos porque celebraron su vida con nosotros.
- Lectura (Fray Marcos). ¿Qué pasó en Jesús después de su muerte? Nada. Absolutamente nada. La trayectoria histórica de Jesús termina en el instante de su muerte. En ese momento pasa a otro plano en el que el tiempo no transcurre. En ese plano no puede “suceder” nada. En los apóstoles sí sucedió algo muy importante. Ellos no habían comprendido nada de lo que era Jesús, porque estaban en su falso yo. Pegados a lo terreno y esperando una salvación que potenciara su ser contingente.
Solo después de la muerte de su Maestro, llegaron a la experiencia pascual. Descubrieron no por razonamientos, sino por vivencia, que Jesús seguía vivo y que les comunicaba Vida. Esto es lo que intentaron transmitir a los demás, utilizando el lenguaje humano al uso, que es siempre insuficiente para expresar lo transcendente.
Todos estaríamos encantados de que se nos comunicara esa Vida. La misma vida de Dios. El problema es que no puede haber Vida si antes no hay muerte. Esa es la exigencia de muerte que no estamos dispuestos a aceptar. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.
- Canción: “Tu palabra me da vida…” Pago. 18, nº 21 (solo estribillo)
- Evangelio Los discípulos de Emaús (Lc 24:13-35). Aquel mismo día, dos de ellos iban camino de una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén, y conversaban de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero algo en sus ojos les impedía reconocerlo. Él les preguntó:
¿Qué conversación es esa que os traéis por el camino?
Se detuvieron cariacontecidos, y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
¿Eres tú el único de paso en Jerusalén que no se ha enterado de lo ocurrido estos días en la ciudad? De lo de Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron cuando nosotros esperábamos que él fuese el liberador de Israel. Pero, además de todo eso, con hoy son ya tres días que ocurrió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dado un susto: fueron muy de mañana al sepulcro y, no encontrando su cuerpo, volvieron contando que incluso habían tenido una aparición de ángeles, que decían que está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron también al sepulcro y lo encontraron tal y como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les replicó:
¡Qué torpes sois y qué lentos para creer en todo lo que dijeron los profetas! ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria?
Y, tomando pie de Moisés y los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Cerca ya de la aldea adonde iban, hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:
-Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída.
Él entró para quedarse con ellos. Estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista. Entonces se dijeron uno a otro:
¿No estábamos en ascuas mientras nos hablaba por el camino haciéndonos comprender la Escritura?
Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén; encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que decían:
Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
- Invitación a la reflexión.
En los últimos años, nuestra Comunidad ha despedido a muchos compañeros y compañeras. Esta celebración que hemos iniciado recordando a los que nos dejaron en 2023, es un homenaje a su memoria y para agradecer su legado que nuestro recuerdo mantiene vivo.
Hoy es un buen día para recodar los inolvidables momentos que vivieron entre nosotros. Su aporte a la Comunidad, su dedicación, el tiempo compartido, la comprensión, la ayuda mutua, el cariño, las mil conversaciones en los grupos de reflexión y preparación; en fin, todo para vivir en Comunidad. Hoy es un buen día para pensar cómo conocerlos mejor y recordar lo que nos han aportado y cómo nos han influido.
Ellos y ellas, como nosotros y nosotras, también buscaban criterios, enfoques, ideas nuevas para vivir una fe creíble en los tiempos actuales.
Y como todos y todas quisieron ser seguidores de aquel Transeúnte que recorría el camino de humanidad que predicó y practicó, es hora de hacerlos presentes con nuestra palabra.
- Ofrecimiento por sus seres queridos de la vida y obras de los que nos dejaron. (Se encienden 6 velas):
- Javier.
- Rafa.
- Marisa.
- Mari Tere.
- Marcial.
- Jaime.
Música.
Bolsas
Pan y vino
- Anáfora
Padre-Madre, te damos gracias porque hoy nos has reunido con el fin de recordar a nuestros hermanos y hermanas que llamaste para que descansen al abrigo de tu amor. Te alabamos y te damos gracias por ello, porque a través de Jesús, nuestro hermano, nos anunciaste este descanso.
Santos y santas de nuestra Comunidad, en vuestro peregrinar por este mundo trabajasteis para continuar el proyecto de nuestro Maestro, barruntando la entronización del reino de paz y justicia, y a pesar de no poder verlo, nos dejasteis el testigo para que siguiéramos vuestros pasos.
Queremos seguir caminando; guardaremos en nuestro corazón vuestros desvelos y cuidados, todas las alegrías y penas, las lágrimas y esfuerzos que esta lucha conlleva y que hoy recordamos. Y juntos nos unimos a vuestras voces cantando:
Santo, Santo, Santo… (Salvadoreño)
Padre-Madre, gracias porque a través de tu hijo Jesús, nos dejaste el único mandato importante para ser hijos tuyos: “amaos como yo os he amado”.
No quieres sacrificios ni rezos rutinarios, sino amor y cuidados para el hermano más necesitado. Nos lo dijiste en aquella Cena que compartiste con tus amigos y amigas. Tomaste un pan y dando gracias al Padre, lo repartiste diciendo:
Todos/As.- “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros”
Después de cenar, hiciste igual con la copa diciendo:
Todos/As.- “Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en mi memoria”
Este es el sacramento de nuestra fe:
Todos/As.- Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven señor Jesús.
Hace ya más de cincuenta años que esta Comunidad va madurando lentamente la semilla que acogieron muchos de los que hoy recordamos.
Todos/As.-.– Te pedimos Padre Bueno que los cuides en reconocimiento a su labor de mejorar esta sociedad tan violenta y deshumanizada que no es la que tu hijo Jesús quiso que reinara. Por eso rodeando estas velas unimos nuestras manos a las suyas orando juntos:
- Padre Nuestro…
- 10. Nos damos la Paz
- Comunión
Música
- Acción De Gracias Cántico para mi muerte
- Hemos estado con vosotros, eso es todo. Y ahora estamos de otra manera.
- Cuando nos convirtamos en tierra fértil, removida;
- Cuando podáis respirarnos, nuevos, en cualquier viento de madrugada;
- Cuando nos admiréis, serenos, en la copa del árbol florecido;
- Cuando nos aspiréis, diluidos en vuestro perfume preferido;
- Cuando nos contempléis, diáfanos en la clara nube de algodón;
- Cuando nos acariciéis, suaves, en la sencilla piedra del camino;
- Cuando ya no necesitéis hablarnos porque nos confundimos con vuestros pensamientos;
- Cuando nos sintáis en el pálpito silencioso de vuestro corazón;
- Cuando sepáis de nosotros, en fin, por el latido íntimo de cada cosa;
- Cuando nuestra vida y la vuestra se unifiquen y engalanen de guirnaldas…
- Entonces, quizá, comprenderéis que estamos más cercanos y más vivos.
- Avisos