Celebración con la parroquia de Nª Sra. de la Guía. 26 de octubre de 2025
Entrada Hoy nos volvemos a encontrar con la Comunidad de Santo Tomás y este encuentro nos ayuda a avivar nuestra fe, nuestra esperanza y para caminar juntos.
Solemos dividir el mundo entre buenos y malos. Los buenos son los que cumplen las leyes, los creyentes y piadosos, los que obedecen las normas. Malos, los contrarios: los que no cumplen con su obligación, los que se saltan las normas, los que no creen…
El evangelio suele poner las cosas patas arriba y rompe con los esquemas que tenemos. Quizá la parábola que nos cuenta hoy Jesús sobre el fariseo y el publicano nos haga ver las cosas mejor.
Evangelio del 26 de octubre: El publicano y el fariseo
Narrador: Entre los que se acercaban a Jesús a escuchar sus enseñanzas, había gente de toda clase, de distinta religión, ricos y pobres; y Jesús oía muchos tipos de conversaciones. Las relaciones entre Fariseos y Publicanos eran de este tenor.
Publicano: Vosotros los fariseos sois unos creídos. Os creéis más que los demás, porque habéis estudiado. Unos orgullosos… eso es lo que sois.
Fariseo: A vosotros sí que no os quiere nadie. Mucha envidia es lo que tenéis. Sí, envidia porque somos más listos que vosotros y más buenos. Sois malos y pecadores, y no se puede hablar con vosotros.
Narrador: Este era el tono, que amenazaba proximidad de tormenta. La cosa se ponía muy seria. Esta es la reflexión de Jesús.
JESÚS: Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo.
Narrador: Los fariseos eran personas que se sabían de carrerilla la Ley de Moisés, y presumían de cumplirla al pie de la letra.
JESÚS: El otro era un publicano.
Narrador: Los publicanos se encargaban de cobrar los impuestos, que exigía Roma. Por eso el pueblo no les tenía cariño, y los fariseos los despreciaban… Pero, oigamos lo que dice Jesús.
JESÚS: El fariseo, en pie, en medio del templo, oraba así: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros. Tampoco soy como ese publicano. Yo ayuno dos veces por semana y entrego al templo una parte de todo lo que gano, como manda la ley.
Narrador: El otro, el publicano, se había colocado en un rincón del templo, de rodillas, sin atreverse a levantar la cabeza. Escuchemos…
JESÚS: El publicano oraba así: ¡Dios mío!, ¡Dios mío! ten compasión de mi porque soy un pecador.
Narrador: Y Jesús dirigiéndose a todos los que le escuchaban, les dijo:
JESÚS: Os digo, que el publicano volvió a su casa estando a bien con Dios y el fariseo no. Porque todo el que se cree importante será humillado y el que se humilla será importante ante Dios.
(Se lee el Salmo correspondiente del Libro de Salmos desde la cárcel.)
Oración colecta
Dios, Padre y Madre de todos.
Al presentarnos ante ti tal como somos, con todas nuestras limitaciones, tú nos recibes en tu gran amor.
Aquí nos tienes pidiéndote juntos que sepamos acercarnos a Ti con un corazón sencillo.
En el nombre de tu Hijo Jesús. Amén
Oración sobre las ofrendas
Tú invitas a todos sin distinción ninguna, a participar con amor de tu mesa santa.
Nos envías tu Espíritu que nos ayuda a celebrarlo con un solo corazón.
Gracias por Jesús nuestro hermano y Señor. Amén
PLEGARIA EUCARÍSTICA
Desde el fondo de nuestro ser humano, te damos gracias Padre misericordioso.
En todo tiempo y lugar queremos bendecirte con los humildes de esta tierra,
con todos los que saben Y QUIEREN ser agradecidos a tu bondad.
Te damos gracias Padre, porque te preocupas de nosotros, por el pan y el perdón de cada día; tú no te complaces en humillarnos, pero te complaces en la humildad.
Te damos gracias, Padre, porque eres el Dios de los pobres, de los publicanos y pecadores, el Dios del pueblo llano.
Unidos a todos los pobres de la tierra, a los de corazón sencillo, proclamamos un himno de gratitud diciendo:
SANTO, SANTO…
Gracias, Padre, por tu Hijo Jesucristo, el amigo de publicanos y pecadores; gracias por sus enseñanza y por su ejemplo.
Gracias, Padre, por darnos a Jesús, no tenemos mejores palabras para agradecerte su paso por la historia.
Gracias, Padre, gracias. Jesús lo es todo para nosotros. Jesús es nuestro guía, nos descubre la forma de andar por este mundo.
Sólo miraba el corazón de las personas y nunca tuvo en cuenta su etiqueta social o religiosa. Nos enseñó a diario que para él no había personas de mayor o menor categoría,
que todos somos iguales ante Dios
y nadie puede ser excluido de la sociedad.
Y al final de su vida, plasmó su idea en un signo
invitándonos a celebrar una comida de hermandad,
donde todos comiéramos un mismo pan
y bebiéramos de una misma copa.
Que tu Espíritu transforme este alimento
en alimento definitivo para la vida eterna:
La víspera de su pasión
Recordando toda la vida de Jesús,
cómo soportó con entereza la muerte en cruz
y cómo lo acogiste finalmente en tus brazos como hijo,
te pedimos, Padre santo, que nos envíes tu espíritu
para que los que formamos esta sencilla comunidad
aquí reunida
sepamos poner nuestro grano de arena
en la construcción de tu Reino.
Contando con tu fuerza,
nos proponemos seguir los pasos de Jesús
y colaborar en la medida que nos sea posible
en la inmensa tarea de hacer este mundo
más humano y más justo.
Destierra de nuestra vida, Padre Dios,
la soberbia, la envidia,
la ira y toda maldad,
y ayúdanos a ser buenos
y comprensivos con todos.
Nadie, en nuestra comunidad,
ha de sentirse marginado o de inferior categoría.
Queremos que sean felices los que nos rodean
y también los que están lejos de nosotros
pero nos necesitan.
Te pedimos, Señor, por los que hemos creído
y pertenecemos a tu Iglesia:
que junto al papa Francisco y nuestros obispos
sepamos mantener viva nuestra fe
y anunciar integro tu mensaje.
Nos acordamos hoy de los que no te conocen,
porque también ellos necesitan de ti.
Ponemos ante ti, Padre,
a los que nos debatimos cada día
entre el pecado y la gracia:
ten compasión de nosotros
cuando hacemos el mal
y cuando no hacemos el bien.
Te pedimos también
por los que ya han terminado el combate de la vida:
que no haya sido en vano
y gocen para siempre de ti.
Con la madre de Jesús
y con todos los creyentes de la historia
damos gloria y alabanza a tu nombre:
POR CRISTO, CON EL…
Oración para después de la comunión
Padre-Madre misericordioso y compasivo,
que escuchas a los que se acercan a Ti con corazón humilde.
Fortalécenos con la gracia de este sacramento,
de manera que podamos vencer la fuerza del mal
y seguir hasta el fin el camino de Jesús.
Por el mismo Jesús nuestro hermano. Amén
CREDO
Creo en Dios que es misericordia;
en el Padre que es Amor y ofrece perdón,
que brinda su abrazo al que retorna abrumado por la culpa,
que cierra su oído al que reclama privilegios por ser bueno,
que se preocupa de la oveja que se ha ido,
más que de las noventa y nueve de siempre.
Creo en ti, Padre-Madre
Creo en el Dios que reparte lluvia y sol
sobre gentes y campos,
sin tomar cuenta del credo religioso o de la etiqueta política
del labrador, del ingeniero, del alcalde, del barrendero.
Creo en el Dios que es Padre y está empeñado en salvar
y no en condenar, en comprender y no en acusar,
en disculpar y no en amenazar con todo el peso de su Ley.
Creo en ti, Padre-Madre
Creo en Jesús, que no quiere la pobreza,
y dijo que los pobres son los primeros en su corazón;
que ama a los inocentes como niños,
y perdona a una adúltera y acoge a una mujer prostituída,
que nada quiere con legalistas y puritanos,
y se sienta a comer con gentes que todos señalan con el dedo.
Creo en ti, Padre-Madre
Creo en Jesús, el Mesías de Dios, que pasó haciendo el bien, sobre todo al que nada tenía y nada esperaba.
Un día los dueños del dinero y del poder lo mataron;
pero él no puso frontera al amor: murió perdonando.
Dios estuvo siempre de su parte,
y anda vivo en todos los pobres, condenados y perseguidos.
Creo en ti, Padre-Madre
Creo en el Espíritu que actuaba en Jesús,
capaz de engendrar hombres de corazón nuevo;
que hacen de la vida un servicio;
que se empeñan en construir un mundo
donde tengan cabida los desposeídos, los toxicómanos,
los privados de libertad, los marginados, los oprimidos;
un mundo feliz para el hombre,
en el que nadie se sienta excluido o incómodo.
Creo en ti, Padre-Madre
Creo en el Espíritu,
capaz de hacer del violento, un hombre pacífico;
del acaparador de dinero y de riqueza, un hombre solidario;
del que odia, un campeón del amor;
del que mata, un enamorado del hombre y de la vida;
del pasota, un hombre comprometido.
Creo en ti, Padre-Madre
El fariseo de ayer y hoy es el mismo: una persona satisfecha de sí misma, segura de su valer, que siempre cree tener la razón, con tendencia a juzgar y condenar a los demás. Oremos.
Que seamos humildes como Jesús.
- Que la Iglesia sea la comunidad de los seguidores de Jesús: hombres y mujeres que con sencillez apuestan y entregan su vida en el servicio a los más desfavorecidos de este mundo. Oremos
Que seamos humildes como Jesús.
- Que en nuestras comunidades parroquiales y religiosas alimentemos la espiritualidad del discipulado, donde el liderazgo sea la fraternidad, con unas relaciones que humanicen y sepan a Evangelio. Oremos
Que seamos humildes como Jesús.
- Que nuestra oración nos despierte el deseo de transitar por caminos de humildad, servicio, solidaridad y paz. Oremos
Que seamos humildes como Jesús.
- Que seamos hombres y mujeres conciliadores, que ofrecen perdón, bienestar, alegría y entusiasmo por Jesús de Nazaret. Oremos
Que seamos humildes como Jesús.
- Padre -Madre, te recordamos un día más a todos los refugiados, a los que se juegan la vida cruzando el mediterráneo, a los que no tienen qué comer, a los que sufren en soledad en los hospitales y residencias. Oremos
Que seamos humildes como Jesús.
Dios bueno, te damos gracias porque eres Perdón, Gracia, Amor y nos invitas a vivir con los mismos valores y actitudes que tu Hijo Jesús. Él va siempre por delante en nuestro camino, hoy, ahora y siempre.
PAZ A VOSOTROS
Paz en el trabajo y en el descanso,
paz en las protestas y en la fiesta,
paz en la mesa, austera o llena,
paz en el debate y el diálogo sano.
Paz en los sueños y retos sociales,
paz en los surcos abiertos de las labores,
paz en la pasión pequeña o grande,
paz a todos, niños, mujeres y hombres.
Paz en las plazas y caminos,
paz en los asuntos políticos,
paz en vuestras alcobas y ritos,
paz en todos vuestros destinos.
Paz luminosa y siempre florecida,
paz que, al alba, se levante viva
y a la noche, nunca muera,
paz para vivir en fraterna armonía.
Padre, danos tu paz.
Cantos:
- Entrada: nº7 – Yo celebraré
- Gloria: nº35 – No se como alabarte
- Salmo: nº54 – Agua lávame
- Aleluya: n.º 77 – Canta aleluya al Señor
- Ofertorio: nº92 – Un niño se me acercó
- Santo: n.º 103 – Hossana Hey
- Comunión: n.º 137 – Que alguien se ponga de pie
- Salida: No dudaría