50º Aniversario del Vaticano II: un nuevo renacer 25 de Noviembre de 2012
I.- Saludo y presentación
II.- Cantamos: “Un pueblo que camina”, Pág. 44
III.-Lecturas:
1ª lectura: “El Vaticano II, ¿una utopía?, fragmento de conferencia J.J. TAMAYO, “EL CONCILIO VATICANO II, ¿UNA UTOPÍA? “, Barna, 11.10.2012
2ª Lectura: El juicio de las naciones: Mt. 25, 31-40
IV.- Cantamos: “Tiempo de despertar”, pag. 24, Estribillo y estrofas 2 y 3
V.- Invitación al diálogo comunitario:
VI.- Ofrendas:
- Documentos del Concilio
- Las mujeres en la Iglesia
- Los olvidados del Concilio
- Mov. de renovación: Foro de curas de Madrid
- Colecta
- Pan y Vino
VII.- Anáfora
VIII.-Paz: Cantamos “La paz esté con nosotros”
IX.- Comunión: Música de fondo
X.- Acción de Gracias:
XI.- Avisos y convocatorias
XII.- Canto despedida: “El mundo creerá que somos tu pueblo”, pag. 56
Presentación:
50 Aniversario del Vaticano II: un nuevo comienzo
El pasado mes de Octubre (11-Oct. 1962) se cumplían 50 años de la apertura del Vaticano II, aquél Concilio del que tanto aprendimos, y bajo cuya energía y espíritu renovador se sentaron los cimientos de nuestras comunidades de base. Aquella ola de restauración, inspirada proféticamente por el papa Roncalli, alimentada especialmente por la fuerza de muchos creyentes de la periferia vaticana, y contagiada también en muchos europeos, nos hizo cobrar fundadas esperanzas en el futuro del Cristianismo. Queríamos dejar atrás la vieja iglesia de Cristiandad y redescubrir la iglesia y el mundo del Cristianismo originario. El clima del Concilio nos llenó de ilusión y seguridad para creer firmemente que el Movimiento de Jesús podía proporcionar definitivas aportaciones en la construcción de un mundo más humano, justo y solidario.
Nos planteamos hoy la evocación de ese Concilio, no como una efemérides nostálgica de un camino que ha sido olvidado o traicionado, sino como una interpelación nueva a la utopía, a la esperanza de hacer posible el sueño del Reino de Dios, según la mirada de Jesús. Queremos plantearnos de qué manera podemos hoy apoyarnos en el Vaticano II para acumular un nuevo impulso, un nuevo renacer. Pues esa idea del renacer, que entonces se llamó “agiornamento”, ponerse al día, fue una de las principales apuestas del Vaticano II.
Del mismo modo que el Concilio hizo un enorme esfuerzo por poner a la iglesia al día frente a las demandas de la sociedad de su tiempo, esta quincuagésima efemérides nos interroga sobre si nuestro discurso religioso y nuestra praxis cotidiana son hoy una respuesta significativa ante los retos y urgencias que se plantean en una sociedad secularizada, globalizada y sometida por poderes esclavizantes. Nuestro lenguaje religioso, nuestros ritos, nuestros principios morales y nuestra praxis cotidiana ¿están al día de este momento histórico y sus necesidades sociales, culturales y religiosas?
Sea cual sea la respuesta, habremos de asumir que esta celebración de reconocimiento y homenaje al concilio Vaticano II nos ofrece una llamada a la utopía y a la esperanza. Somos herederos de una explosión de luz en la historia del Movimiento de Jesús y responsables de la propagación de esa luz, según los signos de los tiempos. El Vaticano II puede ser, todavía hoy y a pesar de las traiciones, un punto de apoyo para un nuevo comienzo, para un renacer.
1ª Lectura: El Vaticano II, ¿una utopía?
Fragmento de la conferencia de J.J. TAMAYO “EL CONCILIO VATICANO II, ¿UNA UTOPÍA? “, conferencia prohibida por el arzobispo-cardenal Lluis Martínez Sistach en la parroquia Sant Medir y pronunciada en la sede de Ezquerra Republicana de Catalunya, de Barcelona, el 11/10/212
Hay que volver al Concilio Vaticano II, pero no con la mirada añorante de quien quisiera repetir hoy aquella experiencia en las mismas condiciones históricas, ya que ha cambiado el contexto, sino para re-tomar y hacer realidad sus más significativas aportaciones en la teología, en la liturgia, sobre la presencia de la Iglesia en el mundo, el diálogo con la sociedad, el encuentro entre las religiones, la relación con las culturas de nuestro tiempo. ¡Y continuar las reformas que se congelaron poco tiempo después de su formulación y aprobación.
Hay que pasar por el Concilio sin instalarse en él ni quedarse en la letra, sino interpretándolo creativamente y actualizándolo al ritmo de los nuevos signos de los tiempos. La asamblea conciliar intentó responder a los signos de los tiempos de aquel momento. Y lo hizo con gran acierto y no poca osadía. Hoy nos corresponde responder a los nuevos signos de los tiempos. Para ello es necesario reformular el lenguaje del Vaticano II, en buena medida superado, y elaborar nuevos relatos religiosos acordes con los signos de los tiempos.
La mejor forma de ser fieles al Concilio es estar atentos a los nuevos signos de los tiempos, responder a los nuevos climas culturales, ser sensibles a los nuevos desafíos de nuestro tiempo desde la apertura al cambio de era que estamos viviendo, con actitudes evangélicas que llevan al compromiso con los excluidos, en colaboración con los hombres y las mujeres que trabajan individual y colectivamente por una sociedad intercultural, interreligiosa, e interétnica más justa, que ha de traducirse en “otro mundo posible”.
¿Fue el Concilio Vaticano II una utopía? Sí, lo fue y lo sigue siendo en el sentido más noble de esta bella y evocadora palabra, tan cargada de esperanza y sentido liberador, en su doble dimensión de denuncia y anuncio, de crítica y alternativa, de reconocimiento de la negatividad de la historia y de sus posibles emancipatorias ínsitas en el ser humano. Motivos de esperanza son hoy las comunidades eclesiales de base, los movimientos de renovación, las organizaciones cristianas de solidaridad, la presencia de los cristianos y cristianas en los movimientos sociales y en las organizaciones populares, los movimientos de mujeres que luchan por una Iglesia inclusiva, fraterno-sororal, las experiencias de vida contemplativa que compaginan el ora et labora, las experiencias ecuménicas e interreligiosas, el desarrollo de las nuevas teologías…, etc.
¿Instalarnos cómodamente en el Vaticano II? No, considerarlo como punto de partida, como “nuevo comienzo” (Rahner) y seguir adelante, siguiendo la iluminadora indicación de Walt Whitman: “Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”.
2ª Lectura: del Evangelio de Mateo, Mt, 25:31-40
Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono real y reunirán ante él a todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras, y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
-Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque, tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme.
Entonces los justos replicarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les contestará:
-Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes, lo hicisteis conmigo.
Invitación al diálogo
No es momento de hacer aquí un balance exhaustivo del Vaticano II, pero sí de detener nuestra mirada en algunos de sus más lúcidas aportaciones, que siguen gozando de plena actualidad para nosotros. Nos fijaremos en dos:
1.- LOS NUEVOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS. En la constitución pastoral Gaudium et Spes, se definen los “signos de los tiempos” como los grandes acontecimientos, las actitudes o relaciones que revelan las esperanzas y preocupaciones de los hombres y mujeres de una etapa histórica determinada. Y, de un modo más explícito: “…corresponde a la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tempos e interpretarlos a luz del Evangelio, de forma que… pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres…” (GS. 4).
Así que el Concilio se detuvo a considerar las grandes preguntas que plantea la realidad, a las que hay que buscar respuestas a la luz del evangelio. Y, con no poca osadía para el momento en que se formula, se refirió a ellas, fijándose especialmente en las necesidades de los más débiles: ….“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo..” (GS. 1).
Quedó claro, desde entonces, que a los seguidores de Jesús nos corresponde siempre identificar y responder ante los nuevos signos de los tiempos. No vayamos a ser como los fariseos y saduceos que preguntaban: -Muéstranos una señal que venga del cielo. A lo que Jesús respondió:
-Al caer la tarde decís: «Está el cielo rojo, va a hacer bueno»; por la mañana decís: «El rojo del cielo está sombrío, hoy va a haber tormenta». El aspecto del cielo sabéis interpretarlo, ¿y la señal de cada momento no sois capaces?) (MT, 16,1-
Todo ello nos conduce a plantearnos cuestiones imprescindibles hoy:
–¿Cuáles son los signos actuales más significativos y urgentes? -Si reconocemos la necesidad de un cambio de sistema, ¿qué podemos aportar los cristianos en la búsqueda de nuevos modelos de organización social, económica y política…, para hacer más visible y más cercano el Reino de Dios que tanto nos cautiva?
2.- LA PRESENCIA DE LA IGLESIA EN EL MUNDO.
Todos somos conscientes de haber recorrido un largo camino para abandonar la iglesia de Cristiandad, en busca de una comunidad de creyentes horizontal, pobre y profética. Aún estamos en ese camino, tanto personal como colectivamente, pues nos siguen persiguiendo ciertos estigmas del pasado que no nos dejan ser libres.
En el pasado decíamos –nos decían- “fuera de la iglesia no hay salvación”. Hoy sabemos que tampoco la habrá si nos refugiamos dentro de los muros y estructuras del templo, o de la ortodoxia institucional; que el criterio determinante de quién entra o no entra en el Reino definitivo se reduce, según explica JM Castillo, a “haber aliviado o no haber aliviado el sufrimiento humano”, tal como relata el evangelio que acabamos de escuchar (Mt, 25, 31-46) Ese es el meollo de la presencia de la iglesia en el mundo.
Y, en eso consiste la ‘opción por los pobres’. Pues los pobres y necesitados están en la calle, a las puertas de los templo, no dentro de sus muros. Lo que nos obliga a revisar nuestra concepción de la iglesia. ¿Llegaremos a convencernos de que la Iglesia de Jesús no está el templo sino la calle, donde se destruye o se hace renacer la vida? Es esta una maravillosa afirmación del Vaticano II, que nos sigue retando y marcando intemporalmente la senda a recorrer.
OFRENDAS:
Libro de los “Documentos del Vaticano II”
“La Iglesia asiste, en nuestros días, a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas más trágicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio”.
Las mujeres en la Iglesia
Queremos poner hoy sobre la mesa el trabajo de mujeres teólogas y cristianas de base como Schlüser Fiorenza, Elizabeth Johnson, Geraldina Céspedes , Ivone Guevara y tantas otras, que con constancia y mucho esfuerzo han ido abriendo brechas importantes tanto en la relectura de las escrituras, con ojos de mujer, como en la lucha por la igualdad de género dentro y fuera de la Iglesia . Ellas marcan caminos por donde avanzar hoy en algunas de las tareas que el Vaticano II no abordó, o abordó de manera insuficiente.
Los olvidados del Concilio «Traemos a la mesa a los olvidados del Concilio que siguen siendo los marginados en la Iglesia de hoy: sacerdotes casados, homosexuales, divorciados»… Por su fe y constancia en abrirse espacio en el seno de la iglesia.
Los movimientos de renovación. Foro de curas de Madrid
Colecta. A la hora de la Colecta, recordamos dos ideas esenciales sobre la comunicación de los bienes que nos legó el Vaticano II en la Gaudium et Spes: A. Que el destino de los bienes es universal, que debe llegar a todo los seres humanos, mediante un reparto justo (GS 69). y
B. Que, para el cristiano, quienes poseen bienes son sólo administradores de ellos, no propietarios definitivos, pues éstos han de servir al bien colectivo (GS 69.71). Renacer según el Concilio implica ser coherentes con estos principios fundamentales.
ANÁFORA
1.- En el siglo XX el hombre había dado pasos agigantados hacia el progreso y a pesar de ello el mismo estaba sufriendo los contragolpes de esta mutación acelerada. Junto al crecimiento prodigioso de la riqueza y de la economía, se acentuaba cada vez más el hambre y la miseria de la mayor parte de la humanidad. ¿Qué hacía nuestra Iglesia, encerrada y aislada en sus principios y dogmas, frente a estos avances y ante la presencia multiforme de esclavitud social y psíquica, rupturas sociales, raciales, políticas, ideológicas de la humanidad?
2.- Como un volcán, irrumpió la voz del Espíritu en el Concilio Vaticano II y de un modo creativo la Iglesia se propuso ponerse a la escucha de la voz de Dios en la historia y a través de “los signos de los tiempos”, reaccionando frente al sufrimiento que sepulta tantas vidas humanas, reconociendo en los pobres un llamado divino a su liberación y ubicándose en su propio mundo en busca de la presencia y la voluntad de Dios.
Todos. Qué momentos aquellos, Señor, en los que impulsados por tu espíritu, iniciábamos un nuevo camino y un nuevo renacer en nuestras vidas, creyendo firmemente que tu Movimiento podía proporcionar aportaciones definitivas en la construcción de un mundo más justo y solidario.
3.- Pero la Iglesia nos abandonó Señor nada más empezar este nuevo camino, y nos dejó por miedo a dar un paso “inseguro”, retrocediendo y encerrándose tras sus muros, con su ortodoxia institucional, para no perder sus privilegios y seguridades.
Todos.- Nosotros queremos recuperar aquel espíritu primitivo del Concilio, Señor y estar atentos a los nuevos signos de los tiempos, respondiendo a los malos presagios que corren para el hombre de hoy en este mundo globalizado..
4.- Queremos revestirnos de actitudes evangélicas que nos lleven al compromiso con los excluidos, colaborar con los hombres y las mujeres que trabajan individual y colectivamente por una sociedad intercultural, interreligiosa, e interétnica más justa.
5.- Queremos estar presentes en el espacio público, en las plazas y calles, escenarios comunes donde realizar con los demás nuestra dimensión de ciudadanos y seguidores tuyos, proyectando nuestra utopía de formar una comunidad de creyentes horizontal, pobre y profética
6.- Porque en estos malos tiempos que corren para la mayoría de los ciudadanos, con la globalización neoliberal que olímpicamente ignora a los más pobres y con el control de la economía que pretende la sumisión de las conciencias, el Señor nos invita a la rebeldía, a la libertad y a la lucha por la justicia.
Todos.- Conocedores del cambio que significó para todos nosotros el Concilio y llenos de gratitud por este “kairos” te cantamos: SANTO, SANTO, SANTO.
7.- Unidos a la Comunidad de los creyentes que en estos días están renovando sus promesas de fidelidad al espíritu del Vaticano II y recordando tu sacramento de amor en la última cena con los suyos, tomaste un trozo de pan con tus manos y lo partiste diciendo:
Todos.- TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL PORQUE ESTO ES MI CUERPO
8.- Del mismo modo tomaste la copa de vino y compartiéndola con los demás, nos invitaste a hacer lo mismo diciendo:
Todos.- TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTA ES MI SANGRE QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS. HACED ESTO EN MEMORIA MÍA
9.- Este es el sacramento de nuestra fe
Todos.- Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección; ven señor Jesús, para confirmarnos en la lucha de los que nos precedieron.
10.- No nos desanimemos hermanos comuneros, si no hemos logrado la sociedad justa por la que lucharon muchas comunidades cristianas de base, ni pudieron dar esperanza de vida a los desesperados de su tiempo.
Todos. Necesitamos recuperar otra vez la indignación y rebeldía, Señor, para restaurar las más elementales bases de humanidad y de convivencia justa y fraterna.
11.- Te suplicamos Padre, que nos ayudes a tener una visión de futuro nítida de la realidad, d
12.- Testimoniar la esperanza en tiempos de crisis y dentro de nuestra sociedad pluralista, no es tarea fácil, Señor. Supone que debemos encontrarnos con las diversas creencias, ideologías y sistemas de valores, para proponernos, juntos, construir la sociedad del futuro
13. La fe en Cristo, Señor de la historia, y las exigencias del mundo de hoy, nos piden ponernos en camino, porque en tiempos pre-conciliares, hubo épocas más difíciles y desalentadoras y sin embargo, hubo profetas que se propusieron llevar adelante las tareas de humanizar al mundo y empezar un Concilio que parecía imposible. En este momento los recordamos a todos, en especial a nuestro Padre Juan XXIII.
Todos.- No nos desanimemos Pueblo de Dios. Cristo está con nosotros y si tuvo la confianza de sus discípulos, ahora le damos la nuestra, conservando el espíritu conciliar y luchando contra la desesperanza.
TE LO PEDIMOS POR JESUCRISTO TU HIJO NUESTRO SEÑOR, QUE VIVE Y REINA CONTIGO EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN
15.- Y sellemos estos deseos con nuestro amigo y maestro:
Todos.- POR CRISTO CON ÉL Y EN ÉL, ASÍ DIOS PADRE OMNIPOTENTE EN LA UNIDAD DEL ESPIRITU SANTO, TODO HONOR Y GLORIA, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMEN.
16.- Hermanos, cogidos de la mano, formemos una piña para animarnos a nosotros y a los que esperan “desesperados”, la llegada de algo nuevo y diferente en este momento actual. Recemos todos:
Todos.- Padre nuestro
Paz. Para sellar el compromiso renovado de seguir juntos el camino del Vaticano II, renaciendo de la frustración y el escepticismo y buscando siempre respuesta ante los signos de nuestro tiempo, ¡Démonos fraternalmente la PAZ!
Comunión
Acción de Gracias
Señor te damos gracias por lo que supuso de apertura de la Iglesia a través del Concilio Vaticano II y la esperanza que nos infundió a nuestra generación sobre una Iglesia más cercana a los pobres y menos dogmática. Con el tiempo sus resultados nos han decepcionado aunque seguimos creyendo que “Otra Iglesia es posible”, porque no hay semilla que no crezca y dé frutos si la cuidamos como merece. Lo mismo que en la historia de la Humanidad han tenido lugar grandes cambios de mentalidad, creemos en la utopía de tus palabras: ”todo lo que atareis en la tierra será atado en el cielo y todo lo que desatareis en la tierra será desatado en el cielo”. Con ello nos dejaste un horizonte de esperanza para creer que puede estar cerca esa “otra iglesia posible”. AMEN.