La propiedad privada y el bien común en Santo Tomás de Aquino 26 de enero  del 2020

MUSICA de inicio Toccata BWV 564 de J.S.BACH

INTRODUCCIÓN a la celebración – Vida y obra de Sto. Tomás. Tomás D´Aquino nació en 1225 en una familia noble de Nápoles. A los veinte años ingresó en la orden de los dominicos. Estudia en París (la universidad más importante de la época) y en Colonia, donde es discípulo de Alberto Magno, quien lo introduce en el aristotelismo. Es profesor de la universidad de Paris desde la que polemiza con los averroístas y con los franciscanos agustinitas. Enseñó también en la curia pontificia y en Nápoles. Murió a los 49 años, camino del Concilio de Lyon, pese a lo cual escribió una muy voluminosa obra.

 

El siglo XIII es el siglo del triunfo del aristotelismo en Occidente. Al principio el propio papa advirtió del peligro que tenía para la fe la filosofía de Aristóteles y también los agustinianos lo combatían ferozmente. A pesar de todo, Santo Tomás es conocido por sintetizar cristianismo y aristotelismo y construir un sistema aristotélico y cristiano a la vez. Desde entonces, la influencia ejercida por Santo Tomás ha sido enorme. Durante siglos su pensamiento ha sido el pensamiento oficial de la Iglesia católica.

De espíritu crítico, conecta con su tiempo. Así, en materia económica, aunque lo discute sólo de manera incidental y porque está en relación con cuestiones teológicas y morales, trata las cuestiones que son la esencia del pensamiento económico medieval: la institución de la propiedad privada, con origen en la ley natural, que debe ser regulada por el Gobierno, señalando que quien posea algo tiene la obligación de compartir su uso con los demás.

Sus teorías influyeron en la Escuela de Salamanca con Francisco de Vitoria y en Francisco Suárez y también, aunque muy alejados, su presencia es innegable en Descartes, o en Leibniz y en los principales representantes de la neoescolástica contemporánea como  Maréchal, Maritain y Gilson. En la Encíclica, «Aeterni Patris», León XIII lo declaró «príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos» y en 1880 lo designó patrono de todas las universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.

Nos hubiese gustado tratar el pensamiento de Sto. Tomás en relación a la mujer, motivo de este año, pero difícilmente hubiésemos encontrado soporte filosófico en la Summa Theologica. Por ello hemos preferido tratar el pensamiento aquinense de “la propiedad privada y el bien común” como un gran aporte en una época de grandes transformaciones, donde  emergieron nuevas realidades que cambiaron el rostro del mundo feudal.

Primera lectura: Hacia una visión cristiana de la propiedad

Demetrio Velasco Criado (Cuaderno de C. y J. nº 156)

El acceso a la propiedad puede darse, pues, de muchas formas. No cabe tratarlas todas ahora. Pero hay algunas formas de propiedad asociada y accionariado empresarial que merecen ser tenidas en cuenta, sobre todo, si van vinculadas a un ejercicio corresponsable de la gestión empresarial. Me voy a referir sólo a una forma de repartir la propiedad que tiene que ver con la forma en que buena parte de quienes somos propietarios “ejercemos de propietarios”. Por ejemplo: Solemos pensar que la responsabilidad del reparto de la propiedad está sólo en manos de los plutócratas, individuales o colectivos, que dominan el mundo, o en manos de Estados que ejercen en él sus cotas de soberanía política. No caemos en la cuenta de la responsabilidad que compartimos nosotros al respecto. Pues una gran parte somos propietarios de cuentas bancarias, de acciones o fondos de inversión, y de recursos que administran bancos y empresas que dicen estar a nuestro servicio. Y tenemos suficiente información para saber si lo que dichas instituciones hacen con nuestra propiedad será determinante a la hora de posibilitar un mejor reparto o, por el contrario, acelerará una mayor concentración de la riqueza. A veces surgen escándalos que nos hacen conscientes de que -con nuestro fondo de pensiones o nuestros ahorros bancarios- financiamos el empobrecimiento de personas y grupos sociales (incluso su esclavitud) o guerras y otras actividades criminales. Y solemos reaccionar con una actitud entre fatalista y abúlica, que nos lleva a pensar que no se puede hacer nada o que todo lo que se haga será inútil.  Pero no es así. Sobre todo, si tenemos en cuenta que la responsabilidad a la hora de ejercer de propietarios es seguramente uno de los retos en los que se pone en juego la calidad de nuestra condición humana. Aquí se ve el significado de lo que antes dijimos: del modo en que nos relacionamos con nuestros recursos depende la relación que tejemos con los demás. Y viceversa. No podemos juzgar ahora la verdadera dimensión ética de lo que se viene llamando “ética de los negocios” o “responsabilidad social corporativa”. Pero creo que es una obviedad que, si una masa crítica apuesta por fórmulas menos injustas y desigualitarias de ejercer el derecho de propiedad (por ejemplo, la “banca ética”), las cosas pueden cambiar algo en sentido positivo. Obviamente, para influir en la conducta de los grandes agentes económicos hay que crear un tejido social cohesionado y decidido a actuar. Y eso supone un cambio importante de mentalidad y estilo de vida: convertirnos de consumidores, más o menos satisfechos, en ciudadanos insatisfechos. Y reivindicar nuestro papel de propietarios responsables. O, como dice Calvez tras aceptar que no hay soluciones milagrosas: No hay solución humana fina y matizada más que en el reconocimiento del problema que plantea el predominio del capital, si está demasiado desigualmente repartido, y en el esfuerzo de corregir y volver a corregir los repartos -sobre todo en los momentos cruciales de la vida-, a fin de alcanzar un nivel suficiente de igualdad de oportunidades sin cuestionar el dinamismo social, sino manteniéndolo en un alto nivel.

Segunda lectura: Lc 19, 1-10.

Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo que era jefe de publicanos y rico. Trataba de ver quién era Jesús pero no podía a causa de la gente porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verlo, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: “Zaqueo, baja pronto porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”. Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres y, si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”.

INTRODUCCIÓN al diálogo. Sto. Tomás, que con tanto ardor defendió la compatibilidad de la fe y la razón, se aplicó también a la economía. Dice que el hombre tiene la “potestas procurandi et dispensandi”, pero no debe tener ”las cosas exteriores como propias, en cuanto a su uso y disfrute, sino como comunes, de modo que fácilmente dé participación en ellas a los otros cuando lo necesiten, conforme dijo San Pablo: “Manda a los ricos de este siglo que den y repartan con generosidad sus bienes” o como dice San Ambrosio: “de los hambrientos es el pan que tú tienes; de los desnudos, las ropas que tú almacenas y es rescate y liberación de los desgraciados el dinero que tú escondes en la tierra”.

Las razones que da Tomás a favor de la propiedad privada son de tipo económico: “porque cada uno es más solícito en la gestión de aquello que con exclusividad le pertenece, que en lo que es común a todos o a muchos…” y de tipo socio-político, a favor de la paz social. Sin embargo cuando se trata de los excedentes, dice que “La propiedad privada sin regulación del bien común propicia un régimen social de enormes marginaciones” y llega a decir que  “si la necesidad es tan evidente y urgente… como cuando amenaza peligro a la persona, entonces puede cualquiera lícitamente satisfacer sus necesidades con las cosas ajenas, sustrayéndolas, ya manifiesta, ya ocultamente”

El advenimiento de la Edad Moderna alejó el concepto de bien común de la tradición aristotélico-tomista y aparecieron entonces una gama de posiciones, entre el liberalismo de base individualista y los colectivismos. Será ya en la Edad Contemporánea, cuando se produzca un resurgimiento del pensamiento de Santo Tomás y el concepto de bien común vuelva a ser objeto de estudio y debate, en nuestro país y fuera de él.

En nuestro país, la Constitución de 1978 no se refiere de forma expresa al bien común, pero es evidente que lo reconoce como objetivo cuando en su preámbulo alude al deseo de la Nación española de: “establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía”, proclamando su voluntad de: “Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo”.

La doctrina de Aquino sobre la propiedad se expone de forma clara al responder a la cuestión de si es lícito al hombre robar en caso de necesidad:

“….. En caso de necesidad todas las cosas son comunes, y, de este modo, no parece que sea pecado si uno toma una cosa de otro, porque la necesidad la hace común…”

“Las cosas que son de derecho humano no pueden derogar el derecho natural o el derecho divino. Ahora bien: según el orden natural instituido por la divina providencia, las cosas inferiores están ordenadas a la satisfacción de las necesidades de los hombres. Por consiguiente, por la distribución y apropiación, que procede del derecho humano, no se ha de impedir que con esas mismas cosas se atienda a la necesidad del hombre. Por esta razón, los bienes superfluos que algunas personas poseen son debidos por derecho natural al sostenimiento de los pobres”.

Este tema de reflexión no es nuevo en nuestra comunidad pero en este momento sí que nos parece importante volver a tratarlo a la luz de las reflexiones de nuestro patrón, Santo Tomás. Cómo enfocar el tema de la distribución equitativa de la riqueza, especialmente en tiempos de crisis. Cómo habría que actuar para evitar que muchas familias, con o sin trabajo, no dispongan de lo suficiente mientras a otros les (nos) sobra.

Colecta. Canción Bread and Roses por Judy Collins

Anáfora. Ante el afán de poseer y de acumular propio de nuestra generación individualista, que se olvida de que somos seres sociales y tributarios de la sociedad donde vivimos, ¿cómo conseguir una distribución más equitativa de la riqueza? ¿Cómo actuar para evitar que muchas familias no dispongan de lo suficiente mientras a otros nos sobra?

Asamblea.- Tú, Señor, eres modelo de desprendimiento; dijiste «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»

Vivimos inmovilizados por el miedo a perder lo que hemos recibido y heredado, sin pensar en las necesidades del que nos alarga la mano para poder subsistir. Nos agarramos a lo nuestro pensando sólo en nosotros y en nuestra satisfacción.

Asamblea.- Te damos gracias, Padre y Madre, por los hombres y mujeres que generosamente buscan igualdad para todo el género humano desmontando el miedo a las falsas seguridades del presente que nos atan y nos impiden abandonarnos decididamente a los nuevos signos del Reino.

Muchos plantean propuestas que contemplan la denominada “economía del bien común”, que en otros lugares la llamarán “sumak kawsay”, una alternativa segura para los que emprenden este camino con un espíritu humano dirigido hacia el ideal del Reino. Así lo hizo Tomás de Aquino, que hurgando en el pensamiento griego y árabe, propuso la confluencia cristiana en el derecho.

Dedicando gran parte de su vida a buscar un marco teórico a los conceptos utilizados por Aristóteles y otros pensadores de la antigüedad, fue el precursor del concepto de bien común.

Asamblea. Nos acordamos, Señor,  de una frase que resume su obra: “La vida social entre muchos no se da si no hay al frente alguien que los oriente al bien común pues la multitud, de por sí, tiende a muchas cosas y uno sólo a una”.

Jesús no se acomodó a las seguridades de su tiempo, apostó por la justicia más allá de la ley judaica, transgredió las tradiciones inhumanas, declaró la guerra a todo lo caduco y se presentó al mundo con la nueva tabla de las Bienaventuranzas.

Asamblea.- Envíanos tu Espíritu renovador para que, siguiendo el rastro de tantos testigos que continuaron tu ejemplo: Santo Tomás, Casaldáliga o el papa Francisco, podamos seguir escribiendo en nuestros días la sorprendente aventura de tu misión y cantar un canto de alabanza y gratitud: SANTO, SANTO, SANTO… (pág.71).

Pero no sólo fueron alabanzas las que escuchaste en tu última subida a Jerusalén, fueron insultos y gestos inconformistas con tu vida y con tus propuestas antisistema nunca exentas de conflictos, en las que nos ofrecías el camino para seguir construyendo el Reino. Por esto te crucificaron.

Depositamos nuestra esperanza sobre tu sacrificio y el de tantas vidas silenciadas por el Reino y nos atrevemos a repetir en su memoria tus gestos de la cena de tu despedida. Allí tomaste el pan, lo partiste y repartiste diciendo:

Asamblea.- Tomad y comed todos de él, porque este es mi cuerpo que se entregará por todos.

Del mismo modo, tomando la copa la mostraste a los presentes diciendo:

Asamblea.- Tomad y bebed todos de esta copa, porque esta es mi sangre, sangre de la nueva alianza, que será derramada para la salvación de todo el género humano.

Y nos dijiste: “Cuando os reunáis, haced esto en mi memoria”.

Asamblea.- Nuestra comunidad seguirá repitiéndolo porque, mientras sigamos, nos prometiste estar siempre a nuestro lado hasta hacer de este mundo un reflejo de tu Reino.

Cómo les hubiese gustado estar hoy aquí entre nosotros a Alberto, Marisa, Pilar, Marian y tantos otros que nos han dejado. A todos ellos los tenemos presentes y también a quienes sufren enfermedad o falta de esperanza para que encuentren en ti el refugio y el consuelo.

Asamblea.- Que sigamos trabajando juntos sin caer en el desaliento ante las dudas que marcan nuestro tiempo y las dificultades para los pobres, los emigrantes y los más débiles de la sociedad.

Que tu Espíritu nos dé ánimo y fortaleza para que, intentando vivir como vivieron las primeras comunidades, seamos una más en la que poner la esperanza de que llegue tu reino. Y así lo proclamamos:

Asamblea.- Por cristo con Él y en Él, así con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amen.

Ahora siguiendo tu recomendación de cómo dirigirnos a nuestro Padre y Madre, reunidos en comunidad, juntamos nuestras manos y oramos:

Asamblea.- Padre Nuestro, que estas en el amor, la compasión, la paciencia y en el gesto del perdón.

Padre nuestro, que estás en nosotros, en nuestras familias y amigos, que estás en las personas que amamos, en las que buscan la verdad, y también en los que nos hieren.

Santificado sea tu Nombre por todo lo que es bello, bueno, justo, honesto y misericordioso.

Venga a nosotros tu Reino de paz, justicia y amor. Sé el centro de referencia de nuestra vida, de nuestra comunidad, de nuestro trabajo y de nuestros compromisos sociales.

Hágase tu voluntad en relación con nuestras necesidades reales, evitando egos y orgullos.

Perdona nuestras ofensas, nuestras faltas y errores, nuestras ofensas contra Ti y contra los que nos rodean. Perdona nuestro “frío de corazón” en relación con todos los que sufren.

Perdonamos, así como nosotros, con tu ayuda, perdonaremos a los que nos ofendan.

No nos dejes caer en las tentaciones de la crítica ácida, del prejuicio, de la envidia, de la soberbia y, muy especialmente, del egoísmo.

Y líbranos del mal, de la violencia, del dolor, de la angustia, de la desilusión y de la desesperanza. Amén.

Comunión   Dime como ser pan

Acción de gracias. Las enseñanzas de Tomás de Aquino han sido fundamentales en la historia del pensamiento humano. Aunque hoy están superadas en muchos aspectos, supusieron un escalón fuertemente asentado en el que poner con seguridad el pie para seguir ascendiendo hacia lo que él buscó toda su vida. Fue un regalo por el que hoy damos gracias. La importancia de las virtudes, obrar el bien y evitar el mal, situar a la justicia como la virtud fundamental y basar ese buen comportamiento en la inteligencia nos dejó un gran avance en nuestro modo de entender el mundo y su relación con Dios. La teología y el pensamiento no pueden seguir caminos divergentes aunque sean autónomas. En ello nos reconocemos, somos también descendientes de este pensamiento. Señor, te damos gracias por esta figura y te pedimos que nos ayudes a perseverar en nuestro empeño de llegar a conocerte mejor mientras intentamos crecer en justicia y en virtud.