Suma Teológica – II-IIae (Secunda secundae)  q. 66                          27 de enero 2008

La doctrina de Aquino sobre la propiedad se expone de forma clara al responder a la cuestión de si es lícito al hombre robar en caso de necesidad?

“….. En caso de necesidad todas las cosas son comunes, y, de este modo, no parece que sea pecado si uno toma una cosa de otro, porque la necesidad la hace común..

Explicación: Las cosas que son de derecho humano no pueden derogar el derecho natural o el derecho divino. Ahora bien: según el orden natural instituido por la divina providencia, las cosas inferiores están ordenadas a la satisfacción de las necesidades de los hombres. Por consiguiente, por la distribución y apropiación, que procede del derecho humano, no se ha de impedir que con esas mismas cosas se atienda a la necesidad del hombre. Por esta razón, los bienes superfluos, que algunas personas poseen, son debidos por derecho natural al sostenimiento de los pobres, por lo cual Ambrosio dice: De los hambrientos es el pan que tú tienes; de los desnudos, las ropas que tú almacenas; y es rescate y liberación de los desgraciados el dinero que tú escondes en la tierra.

Mas, puesto que son muchos los que padecen necesidad y no se puede socorrer a todos con la misma cosa, se deja al arbitrio de cada uno la distribución de las cosas propias para socorrer a los que padecen necesidad. Sin embargo, si la necesidad es tan evidente y tan urgente que resulte manifiesta la premura de socorrer la inminente necesidad con aquello que se tenga, entonces puede cualquiera lícitamente satisfacer su necesidad con las cosas ajenas, sustrayéndolas, ya manifiesta, ya ocultamente. Y esto no tiene propiamente razón de hurto ni de rapiña.

SANTO TOMAS DE AQUINO

P. ¿Cómo podremos. Señor darte gracias y bendecirte a ti que eres un Dios sorprendente y siempre nuevo, nosotros y nosotras, tan inseguros en nuestras convicciones, tan inmovilistas y reacios a lo que desconocemos?

Asamblea. Tú, Señor, eres la luz que rasga las tinieblas;

tú vas siempre delante, abriendo camino, dando la cara, rompiendo los sellos del futuro.

Ll. Nosotros y nosotras vivimos presos de la costumbre:

nos agarramos tozudamente a lo heredado, conservamos como un tesoro las cosas viejas, acumuladas; avanzamos siempre en la historia con la cabeza vuelta hacia el pasado. ¿No estamos corriendo el riesgo de convertimos en estatuas de sal? ¿No estamos olvidando aquella máxima de Jesús:

«Quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es digno de mi?»

Asamblea. Tú, Señor, eres lámpara para nuestros ojos, luz y fortaleza para nuestros pasos inciertos.

L2. No somos la sal que se disuelve en la tierra, ni la luz que alumbra desde el candelero. ¿Por qué nos identificamos más con la roca que afirma su solidez en la tierra que con la grácil silueta del ciervo que se encarama en la montaña? De dónde nos nace tanta firmeza por mantener las viejas costumbres y la inmovilidad de confusas tradiciones?

Asamblea. Hoy te damos gracias, Dios Padre y Madre nuestro, por los hombres y mujeres inquietos y buscadores que, con el Espíritu de Jesús de Nazaret, están rompiendo las falsas seguridades del presente, y se abren con decisión a los nuevos signos de nuestro tiempo.

L3. Así lo hizo Jesús en sus días al precio de la propia vida: rompió con las falsas tradiciones del judaismo de su tiempo y abrió el espíritu humano hacia lo desconocido del Reino. Así lo hizo Tomás de Aquino, abriendo la fe cristiana a la nueva inculturación del Islam y del pensamiento griego. Así lo están haciendo hoy quienes,

desde el centro o desde la periferia de esta nuestra Iglesia y mundo inmovilistas, están respondiendo a los desafíos históricos de nuestros días y reaccionando contra el neoliberalismo y las guerras del imperio.

P. Envíanos tu Espíritu, siempre nuevo y renovador, para que, siguiendo el rastro de estos bellos testimonios de nuestra historia, podamos ir rescribiendo en nuestros días la sorprendente aventura de tu gesto creador, y cantar un canto de reconocimiento y gratitud: SANTO,SANTO, SANTO…(pág.71).

P. Recordemos ahora a Jesús, luz perenne sobre el candelero de la historia:

escuchemos su evangelio de las buenas noticias, recordemos sus gestos inconformistas y revolucionarios; recordemos su vida entera, antisistema y nunca exenta de conflictos, en la que nos ofrece una huella para seguir caminando hacia el Reino.

Asamblea. Jesús no se acomodó a las seguridades de su tiempo, ni al orgullo de su raza, ni al supuesto destino de su pueblo; rompió las barreras de una religión ritual y privatizada; apostó por ¡ajusticia más allá de la ley; transgredió las tradiciones inhumanas; declaró la guerra a todo lo caduco, y se abrió como la luz al nuevo mundo de las Bienaventuranzas.

L4. Jesús aceptó a cuerpo limpio el conflicto con los poderes de su tiempo, perdió la apuesta y lo mataron en la cruz; pero Dios Padre y Madre lo rehabilitó y lo proclamó Señor de la historia.

P. Sobre el sacrificio de tantas vidas matadas por el Reino apoyamos hoy nuestra esperanza y nos atrevemos a repetir en su memoria los gestos que Jesús realizó en su Cena de Despedida…

Asamblea. Padre nuestro, confesamos que en este pan y en este vino está entre nosotras y nosotros el Espíritu de Jesús;

él nos amó hasta el extremo de dar su vida por nuestra vida, y nos prometió estar siempre a nuestro lado hasta hacer de este mundo, que nos has dado, un reflejo de tu Reino.

L5. Te presentamos ahora nuestras preocupaciones y necesidades: mira con simpatía e infunde tu Espíritu en esta comunidad nuestra, siempre sensible a la compasión y a los anhelos de justicia pero frágil en la corresponsabilidad y en las tareas comunes: que la comunidad no se nos convierta en una sociedad de amigos bien acomodada; que nos abra, desde la fe, a las tareas de dentro y a los muchos retos del mundo de hoy; que nos asocie a la lucha por una sociedad más justa y alternativa, más empeñada en la construcción de la paz en justicia y libertad.

L6. Que los Foros Sociales Mundiales que, como el de Madrid están luchando hoy por otro mundo posible en el que superar las guerras, las injusticias y esclavitudes, los dogmatismos y los fundamentalismos excluyentes, nos tengan siempre como aliados y aliadas y como compañeros de viaje.

L7. Que nuestra familia más cercana, quienes ya han muerto, los enfermos y ancianos de esta nuestra comunidad, y aquellos y aquellas a quienes les está faltando la esperanza, encuentren en ti el refugio y el consuelo que nos has prometido.

Asamblea. Que lleguemos a superar, con tu ayuda, nuestras falsas seguridades; que consigamos vencer la resistencia a los nuevos signos de nuestros días, y hacernos compañeros y compañeras de quienes se ponen del lado de los pobres, de los emigrantes y de los más débiles.

P. Que la comunión en el Espíritu y en la Vida de Jesús nos haga dignos de ti. Señor, para que, intentando vivir como él vivió, seamos para ti esa comunidad en la que tú pones tus complacencias, por los siglos de los siglos. Amén.