Celebración del Adviento                                        3 de Diciembre de 2023

¿Qué Esperamos?

Entrada: Canción “Llega el día”, pag.42

  1. Saludo y presentación

Dar la bienvenida a las personas nuevas, si las hay. Recordar a Jaime Beneyto

Vamos a celebrar hoy el comienzo del Adviento, el tiempo de preparación de los cristianos para la llegada de Jesús de Nazaret. Un Hombre que vino a desmontar lo que la religión había creado de la idea de Dios. A desmontar lo que esa religión lo había amoldado a una serie de ritos vacíos, y a transformarlo y basarlo en el amor, la justicia y el cuidado de los más desfavorecidos.

Para ello, traemos textos de nuestro querido José María Castillo, que, en su libro “La Religión de Jesús”, reflexiona sobre lo que quiso transmitir Jesús y acercarnos a la visión más humana de Dios. También, como segunda lectura, el evangelio de Marcos, cap.13, versículos 33 a 37, en el que Jesús nos dice cómo mantenernos vigilantes y en espera.

  1. Petición de perdón. El primer propósito de Adviento para acércanos al Señor es el perdón. Veamos en nuestro corazón cuántas heridas tenemos, cuántos rencores guardamos, cuántas personas nos han fallado, y a cuántas personas hemos fallado. Juan Bautista gritó en el desierto:

“¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!” (Mateo 3:2)

El segundo propósito que proponemos para este Adviento es el encuentro. Francisco nos habla de una Iglesia en salida que busca a los ignorados, olvidados y rechazados en nuestra sociedad.

“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.” (Mateo 25:40)

El tercer propósito es el servicio. En el Adviento esperamos al Señor que viene a servir, por lo tanto, como discípulos estamos a llamados a imitarle.

“Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud.” (Mateo 20:28)

Como cristianos estamos llamados a compartir nuestros dones con los demás, pedimos perdón por la comodidad y aburguesamiento en nuestras vidas.

  1. Primera lectura (Textos de José María Castillo, fallecido recientemente):

El año litúrgico, como sabemos, empieza antes que el año civil. La Iglesia quiere que los cristianos, desde el primero de los cuatro domingos que preceden a la Navidad, se preparen, en sus sentimientos religiosos, para recordar –lo mejor posible– el nacimiento de Jesús. Hay acontecimientos tan importantes y tan profundos, en la vida y en la Historia, que no se pueden recordar solo mediante la memoria. Más que la memoria, hay que preparar el corazón, para recordar cómo tiene que ser, la Navidad. ¿Por qué?

En Navidad no recordamos simplemente que Jesús nació en Belén. Al recordar eso, lo que en realidad celebramos es cómo Dios entró en la Historia y se hizo presente entre los seres humanos. Si despojamos nuestros belenes de arte y poesía, lo que queda es un niño nacido en el pesebre de un establo.

El que asiste a un acto religioso –ya se sabe– allí verá curas, velas, incienso; oirá música y cantos religiosos, verá gente seria y bien vestida. Y escuchará lecturas sagradas, de la Biblia y de los santos. Hasta que llega el momento “más religioso” de “toda la religión”. El momento en que todo el mundo se pone de pie porque se va a leer el Evangelio. Por eso, ¿qué puede pensar la gente del Evangelio? Pues lógicamente, que es el momento o el componente más religioso de toda la religión.

¿Y para eso vino Jesús a este mundo? ¿Para darles más bombo y platillo a las ceremonias de los sacerdotes? Es evidente que a nadie se le ocurre semejante estupidez. Pero, entonces, ¿qué es y qué representa esto que llamamos “el Evangelio”?

Ante todo, quede claro lo más importante: Jesús no vino a este mundo, ni a reformar o mejorar la religión que había, ni a fundar otra nueva. ¿Cómo iba a pretender reformar o refundar la religión un ciudadano que fue odiado y perseguido por los más distinguidos representantes oficiales de la religión, que lo persiguieron y lo insultaron, lo juzgaron y lo condenaron, y presionaron al procurador romano hasta que lo torturó y lo mató de la forma más cruel que en aquel tiempo se podía ejecutar a un malhechor?

Así se fraguó el Evangelio. ¿Y semejante libro va a resultar que es un libro de religión? Hay que precisar, con sumo cuidado, la respuesta a esta pregunta.

El Evangelio es un conjunto de relatos, en los que el protagonista, Jesús de

Nazaret, habla con singular frecuencia de la relación con Dios (el Padre). Pero la relación con Dios, según Jesús, no consiste o se consigue mediante el templo, los sacerdotes, los rituales santos, las ceremonias y la total sumisión que imponen y exigen los “hombres de la religión”. La relación con Dios consiste y se consigue mediante la conducta, que se resume en la bondad y la misericordia en todo y con todos. Jesús lo dejó claro en el “mandamiento nuevo”, que impuso al final de su vida: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros… En esto conocerán que sois mis discípulos (Jn. 13, 34-35).

Jesús no suprimió la religión, sino que modificó la religión: la sacó del templo y la puso en el centro de la vida, en la relación que mantenemos los unos con los otros.

El Evangelio es una recopilación de breves relatos en los que el argumento central y determinante es un enfrentamiento, que termina en conflicto. Un conflicto mortal. El conflicto de Jesús – centro y eje del Evangelio – con la Religión.

En efecto, si con alguien se enfrentó Jesús de Nazaret, fue precisamente con los “hombres de la Religión” y sus instituciones: el templo, los sacerdotes, los ritos, las leyes litúrgicas, los fariseos, fieles observantes de la normativa religiosa. Un enfrentamiento que llegó al conflicto mortal.

  1. Canción “Un pueblo que camina”     pág. 44
  2. Segunda lectura Mc. 13; 33-37:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

  1. Introducción a la reflexión en común. Las lecturas que hemos escuchado nos evocan por un lado la razón de nuestra esperanza: Jesús de Nazaret y su mensaje transformador y liberador en una tierra herida por las guerras devastadoras y por las desigualdades crecientes. Y por otro las palabras de alerta para no quedarnos dormidos y desentendidos de lo que pasa a nuestro lado.

El Adviento nos recuerda el gran acontecimiento del nacimiento de Jesús en un pesebre que nos abre al misterio de un nuevo mundo basado en la fraternidad, la justicia y la compasión. Pero es un mensaje que hemos ocultado, relativizado y edulcorado. Nos hemos quedado con los adornos, pero hemos silenciado el contenido.

Es tiempo de despertar, de dar razón de nuestra esperanza.

¿Consideramos todavía el mensaje de Jesús necesario y liberador?

¿Cómo recibimos el mensaje de Jesús de despertar, velar en el momento que estamos viviendo?

6.- Ofrendas    

Estamos en Adviento, tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús.

  • Ofrecemos nuestro propósito de actitud abierta hacia todas las personas, las diferentes visiones de la espiritualidad, y las sociedades.
  • Ponemos sobre el altar dos libros, uno de José María Castillo, y otro de José Arregi, de reciente aparición, como símbolos de las diferentes visiones que nos enriquecen, dentro de nuestro proceso comunitario de búsqueda constante.

Preguntar si alguien más quiere ofrecer algo

  • Bolsas
  • Pan y Vino

7.- Anáfora

LECTOR Señor:

Ahora que comienza el Adviento, como tiempo de esperanza, nos preguntamos ¿Que esperamos Señor, que esperamos?

TODOS: Te esperamos a Ti, Tu amor lo puede todo, Tu amor lo colma todo.

Te sentimos cerca, tan cerca como ese niño que se despojó de su rango, haciéndose uno de tantos, presentándose como simple hombre, que se abajó a ser hombre y morir en la cruz.

LECTOR: Acrecienta nuestra fe, como forma de conocimiento a través de Jesús y mantennos unidos en el amor.

TODOS: El aliento del Espíritu nos colma y nos da fuerzas para seguir en el camino del Reino. Solo el futuro absoluto, la realización de la utopía llegará a aquietar nuestro corazón humano que no se saciará hasta ver la plenitud de Tu rostro.

Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día.

LECTOR. Bendice y acepta oh Padre esta ofrenda, haciéndola espiritual, para que sea Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo Nuestro Señor.

El cual, la víspera de su pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos y elevando los ojos al cielo, hacia Ti, Dios Padre suyo todopoderoso dándote gracias y bendiciendo, lo partió, lo dio a sus discípulos y dijo:

TODOS. Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros.

LECTOR. Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz en sus santas y venerables manos, dándote gracias y bendiciendo, lo dio a sus discípulos y dijo:

TODOS: Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todo el género humano para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

LECTOR. Este es el Sacramento de nuestra fe.

TODOS: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección ¡Ven Señor Jesús!

TODOS: Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

LECTOR: Fieles  a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Padre nuestro, que estás en los cielos,…

LECTOR. La paz del Señor sea siempre con vosotros.

TODOS: Y con tu espíritu.

LECTOR. Nos damos fraternalmente la paz.

(Comunión) CANCIÓN:     “La Noticia es Amor”     pág. 46, 3 primeras estrofas

LECTOR Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los llamados a esta cena.

TODOS: Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme.

8.- Acción de Gracias.

Te damos gracias querido padre/madre, porque nos traes tu mensaje de sanación a través de Jesús de Nazaret con un mandamiento nuevo “que os améis unos a otros…en esto conocerán que sois mis discípulos”, y nos mostraste que es en el centro de la vida donde, está tu enseñanza, la relación que mantenemos los unos con los otros, hecha de cercanía, respeto, justicia y bondad con todos los seres.

Gracias porque aprendemos que Jesús de Nazaret fue un hombre periférico que nace y muere fuera de la ciudad, se desplaza con su familia como un refugiado, huyendo de un genocidio (Mateo 2 13-23) y nos enseña a luchar por tu Reino.

Gracias por tenerte como Norte y ayudarnos a caminar en esta revolución de la Esperanza que supone la venida de nuestro hermano Jesús.

9.- Avisos y despedida.

  1. Canción Ven, Ven Señor pág. 45