Eucaristía 23 de febrero de 2014     Otro mundo es necesario…desde la fe en Jesús

  1. Saludo y presentación del tema
  2. Canción: Somos un pueblo que camina nº 10, pg. 8
  3. Primera Lectura. Extracto de la carta del obispo de Tánger

NO te cierres a tu propia carne: El hambriento, el pobre sin techo, el desnudo, son “nuestra propia carne”.

Este conocimiento bastaría para que fuera otra la política de fronteras, otra lógica la de nuestros razonamientos.

Esta sabiduría te llevará  a compartir el pan con el hambriento y serás luz para el indigente como es para nosotros luz el que con un  pan entre las manos dijo “Este es mi cuerpo, que se entrega por vosotros”.

Y a los que me recuerdan que la Iglesia no es una ONG, les recordaré que los pobres son “nuestra propia carne” y que mi pan es su propio pan y que la Iglesia su casa.

Esta era queridos el mensaje que había preparado para acercarme con vosotros a la liturgia del V domingo, pero los acontecimientos reclaman transformar la suavidad de la exhortación en DENUNCIA de lo que es inaceptable.

Es inaceptable que la vida de un ser humano tenga menos valor que una supuesta seguridad o impermeabilidad de las fronteras de un estado.

Es inaceptable que una decisión política vaya llenando de sepulturas un camino que los pobres recorren con la fuerza de una esperanza.

Es inaceptable que mercancías y capitales gocen de más derechos que los pobres para entrar en un país.

Es inaceptable que las políticas migratorias de los llamados países desarrollados, ignoren a los empobrecidos de la tierra, vulneren sus derechos fundamentales, y se conviertan en el caldo de cultivo necesario para que se multiplique en los caminos de los emigrantes el poder de las mafias que los explotan.

Es inaceptable que se reclamen fronteras impermeables para los pacíficos de la tierra, y se toleren permeables para el dinero de la corrupción, para el turismo sexual, para la trata de personas, para el comercio de armas.

Es inaceptable que una política inhumana de fronteras obligue a las fuerzas del orden a cargar la vida entera con la memoria de muertes que nunca quisieron causar.

Es inaceptable que el mundo político no tenga una palabra creíble que dar y una mano firme que ofrecer a los excluidos de una vida digna.

Es inaceptable que a los fallecidos en las fronteras se les haga culpables, primero de su miseria, y luego de su muerte. Ellos no son agresores: han sido agredidos desde que sus corazones empezaron a latir al sur del Sahara, hasta que se paran para siempre, antes en nuestra indiferencia que en nuestras fronteras.

Es inaceptable que el negrero de ayer perviva en los gobiernos que hoy vuelven a encadenar la libertad de los africanos, supeditándola a los mismos intereses y al mismo poder opresor.

Desde la impotencia a la esperanza:

Queridos: ante el drama de sufrimientos y muerte en que el poder ha convertido los caminos de los emigrantes, es difícil que apartemos de nuestro corazón sentimientos de frustración, de impotencia, de tristeza, de indignación. Pero nuestro compromiso con la vida de los pobres no nace de esos sentimientos, sino de un amor incondicional, un amor fiel, que a todos se nos ha manifestado, y que a todos nos ha reunido para siempre en el único cuerpo de Cristo.

“No te cierres a tu propia carne”: no te cierres al sufrimiento de Cristo.

En este camino el poder no puede seguirnos. A él sólo le pedimos que sea justo. A nosotros el amor nos pide dar incluso la vida por el bien de los demás.

Y son muchas las cosas que, hasta dar la vida, podemos hacer: Tenemos la fuerza del amor y de la oración, una fuerza que es capaz de mover el mundo. Podemos hacer que los emigrantes no estén solos en su camino, y podemos dejar solos a quienes, gobiernos o mafias, les están robando la vida. Podemos compartir con el emigrante nuestro poco de leña, nuestro poco de agua, la última harina de nuestra vasija, el último aceite de nuestra alcuza. Podemos darles voz para que se escuche su grito, podemos llamar a las puertas de cada conciencia para que la sociedad reclame una nueva política de fronteras, y, con terquedad de discípulos de Jesús, podemos recordar a cada hombre que es su propia carne, también la de Cristo, la que, día a día, es condenada a muerte en las fronteras del Sur de Europa

4. SALMO 127

1) Si el Señor no edifica la casa,              2) si el Señor no custodia la ciudad,

en vano trabajan los albañiles;              en vano vigila el centinela.

3) Es inútil que ustedes madruguen;     4) y se desvivan por ganar el pan:

es inútil que velen hasta muy tarde    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

  1. 2ª Lectura Mt. 5-13,20
  2. Reflexión
  3. 7. Oración de perdón.

Jesús: Perdónanos por las veces que nos hemos inhibido,  y no hemos denunciado la injusticia  que sufren los más vulnerables.

(Cantado) Cristo, Cristo, Jesús, identifícate con nosotros.

Jesús: Perdónanos porque, en ocasiones, somos débiles y nos alejamos de los problemas de las personas que nos necesitan.

(Cantado) Señor, Señor, mi Dios, identifícate con nosotros.

Jesús: Perdónanos porque nos llamamos cristianos, pero, con frecuencia, pasamos de puntillas  por el Evangelio, que es tu legado.

(Cantado) Cristo, Cristo, Jesús, solidarízate, no con la clase opresora que exprime y devora la comunidad, sino con el oprimido con el pueblo mío sediento de paz

  1. Ofrendas Manteros, Revista Utopía, Cestos Colecta, Pan y Vino
  2. 9. Anáfora

Grupo. Venid, aclamemos al Señor en comunidad, para agradecer a Dios Padre  su auxilio en la construcción de otro mundo necesario.

Lector: Tú nos impulsas a romper las murallas para encontrar otras comunidades que comparten nuestra fe, donde asociarnos a otros ciudadanos  también implicados en la edificación de una ciudad justa, que situada sobre un monte no se puede ocultar

Lector. Nos dijiste “Sois la luz del mundo”; pero en estos tiempos opacos que estamos viviendo necesitamos «fortalecernos en el Señor y en la fuerza de su poder» para no ceder a los encantos de la globalización neoliberal

Lector. Nos dijiste: “Sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez?

Lector. Contra la corrupción en las practicas democráticas y la falta de igualdad en el seno de la Iglesia, nos siguen interpelando los movimientos sociales alternativos y la figura de una Iglesia “comunidad de comunidades”.

Todos. A pesar de la realidad aparente, nosotros seguimos manteniendo que otra sociedad y otra Iglesia son necesarias

Lector. Gracias, Padre, por esta invitaci6n que nos haces a participar en el proyecto del Reino. Apostaste fuerte en Jesús de Nazaret y fracasó en el intento.

Todos. Pero Tú, Dios bueno, reivindicaste su vida escandalosa e iniciaste con él y desde él un proceso de resurrección en nuestra historia

Grupo: Llenos de gratitud por todo esto, te cantamos:

Todos SANTO, SANTO, SANTO.

Lector. Envíanos ahora tu Espíritu, Dios Padre nuestro, para que, a la luz de la vida y muerte de Jesús, podamos ir reconstruyendo la memoria de nuestra propia liberación.

Todos. De Jesús hemos aprendido el difícil reto de perdonar  y compartir pero sin retroceder un ápice en el compromiso de denuncia de la injusticia

Lector Lo que él hizo durante toda su vida y en su última cena queremos hacerlo  ahora presente entre nosotros

Grupo Tomó pan y tras bendecirlo y repartirlo entre todos les dijo:

Todos TOMAD Y COMED, ESTO ES MI CUERPO.

Grupo Compartiendo el vino de la alegría levantó la copa y les animó:

Todos TOMAD Y BEBED, ES LA COPA DE MI SANGRE, COPA DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO, DE UN NUEVO MUNDO NECESARIO

Grupo Proclamamos ahora tu muerte, aclamamos tu resurrección, ven señor Jesús

Lector. Nuestra ciudadanía es fruto del esfuerzo y sacrificio de muchas personas anónimas; en la interminable lista de  testigos queremos poner hoy como ejemplo a Santiago Agrelo que, clamando “No te encierres en tu propia carne”, nos conforta y anima en nuestro espíritu de denuncia y lucha por un mundo mejor

Lector. Padre de bondad, ante la tarea ingente e ilusionante que se nos presenta, no queremos perder de vista la presencia y el ejemplo de tu Hijo Jesús. En su honor te dedicamos hoy este brindis:

Todos: POR CRISTO, CON EL Y EN EL…

Grupo Con las manos unidas reforzamos un círculo de fortaleza rezando la oración que nos enseñaste

Todos. PADRE NUESTRO

Lector. Dijiste: La paz os dejo, mi paz os doy. La compartimos y la celebramos

Grupo. Compartiendo el pan y el vino, reforzamos nuestro propósito de construcción de un nuevo mundo necesario.

  1. Música para la comunión
  2. Acción de gracias. Te damos gracias, Señor, por esta celebración en la que hemos esperado y reflexionado que otro mundo es necesario siguiendo a Jesús y su mensaje

Te damos gracias, Señor, por los pequeños signos de esperanza, como la de un obispo que se manifiesta a favor de los desfavorecidos.

Te damos gracias, Señor, por todos los que se manifiestan y viven demandando justicia y solidaridad para que este mundo cambie y sea mas justo, tal como tu nos enseñaste

  1. Avisos y despedida.