Desde nuestra visión de hoy, aún desde la menos progresista, resulta tan triste y tan cruel revisar la historia, que cuesta asumirlo. Pero explica claramente por qué y cómo hemos llegado hasta donde estamos

El origen está claramente en la figura de EVA, culpable y responsable de la muerte y de todos los males de la humanidad. Su pecado es el origen de la creencia de que las mujeres somos malas y nos merecemos el lugar que ocupamos

Pero, también es la madre de todos. La cultura hebrea considera a la mujer parte esencial de la estructura familiar, pero siempre vinculada a la maternidad y al cuidado de varones y descendientes

Tenemos que esperar a Jesús para tener un mensaje liberador que iguale a las mujeres con el varón, (lo podemos observar en el trato a María y Marta de Betania, su trato con M Magdalena y su elección como primera receptora del mensaje de la resurrección, el diálogo con la samaritana.)

En las primeras generaciones cristianas sigue la mujer desempeñando un papel participativo en las comunidades, donde algunas ejercían de líderes. A partir de la segunda generación (siglo II) eso generaba conflictos en las relaciones personales de autoridad y de poder al contacto con el modelo social helenístico. En pocos años Pablo pasa de hablar de igualdad en Gal 3,28 “Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer ya que todos sois uno en Cristo Jesús” a eliminar la tercera polaridad en Cor1,12,13

La cultura greco-latina organiza el poder religioso sobre la supremacía masculina (fuerza- poder y aspectos elevados del conocimiento) frente a las mujeres (corporalidad, sumisión y superficialidad), afianzándose la dicotomía de los sexos

En la Edad Media, el desarrollo de la escolástica se asocia a la mujer con carne y pecado, causante de todos los males. Tomás de Aquino: dice que la solución está en que la mujer esté sometida al marido como amo y señor pues su inteligencia es más perfecta y su virtud más robusta. Ella recibirá del varón inteligencia y virtud, no para ella sino para sus hijos

En el siglo XVI, Trento refuerza dicho sometimiento y aislamiento, en clausura con rejas y celosías, y en la obligación de estar en la casa sin salir (F Luis de León). Marcando así un aislamiento físico, temporal y conceptual

Vemos en la Revolución francesa que Rousseau no acepta que la mujer tenga capacidad plena como ciudadano, sino al servicio del hombre y su reproducción

En la modernidad Kant justifica el dominio del hombre sobre la mujer por la superioridad de la razón (masculina) sobre emociones y sentimientos (femeninos) que interfieren en el ejercicio de la razón. Se basa en Tomás de Aquino, Agustín, y anteriores filósofos griegos

Con esta revisión histórica no es extrañar que nos encontremos hoy con un discurso filosófico escaso de visión femenina

Y también un discurso teológico carente de fórmulas femeninas que sigue afirmando la exclusión de las mujeres y perpetuándola en el tiempo.

En el lenguaje teológico, la imagen de Dios toma forma humana, y como las personas son sexuadas por lo tanto Dios también lo es y se confirma de forma masculina, por lo tanto, tendrá autoridad, dominio y poder. La autoridad suprema es masculina y la teología a lo largo de la historia es hecha por hombres fundamentalmente

En el imaginario cristiano, aparte de la Virgen María con el Niño en brazos o sola, se representan santas, vírgenes y mártires (el virtuosismo femenino). María, nueva Eva, devuelve a la humanidad la vida que la primera Eva hizo perder. María es inmaculada, virgen, piadosa, servil y obediente a la autoridad masculina de Dios. Las mujeres, si no pueden ser María, se identifican con Eva y su espacio es el del pecado