22 de Diciembre de 2017 Celebración penitencia/ perdón / reconciliación
Música inicial (Adagio, no el de Albinoni)
Presentación del tema:
Sentido de la penitencia. Nuestra actitud ante el daño que se va haciendo a la tierra
En las reuniones preparatorias para esta Penitencia se nos planteo que quizás no hayamos insistido comunitariamente suficientemente sobre el significado de la misma. El Dios cristiano no necesita perdonarnos , nos ama y cuando decidimos cambiar de rumbo en nuestras vidas “quedamos perdonados” pues la reconciliación con Dios , no puede ser considerada en un acto, o rito, al recibir la absolución, sino que se trata de un proceso de conversión, en el que vamos dando pasos para acercarnos a la realización del Reino.
Por tanto el Examen de conciencia, dolor de los pecados y el perdón de los mismos es un proceso de cambio hacia una nueva vida , proceso de conversión. Esto es lo que creemos es la penitencia , un parar reflexionar y avanzar
En el Examen de conciencia siguiendo a Charles Peguy se insiste en que esta practica, no debe inmovilizarnos, no es un volver hacia atrás sino mirar hacia el futuro.
Según Jesus Burgaleta, al estudiar la Reforma, el acento se fija en la RECONCILIACION ,pero después del rito recibido y la reconciliación ritual, el pecado- mal esta presente hace falta la conversión de corazón, como camino para cambiar la vida .
Por tanto la Penitencia se ha pasado del acto aislado, a la vida tomada en su totalidad, fundamentada en el Evangelio, de lo individualista a lo social comunitario, con el compromiso solidario para alcanzar una sociedad mas justa, fraternal y libre.
La Penitencia, no puede pensarse en un acto, un rito, sino un proceso de conversión y la respuesta responsable al perdón o amor de Dios
Este año además debemos centrar nuestra reflexión comunitaria, con Francisco, en la Laudato si, en la reconciliación y apertura al cuidado de la tierra, hacia nuestro entorno, sus habitantes, especialmente los mas necesitados, todos los seres. Nuestra conversión debe ir al cuidado de la tierra. Son muchos los informes sobre el daño que estamos causando a la tierra y que afecta a las zonas mas deprimidas y la salud de los seres vivos” cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales. (Laudato si).
Hay que medir el grado de apatía , de culpabilidad personal, encubierta por el anonimato de la colectividad, ante los problemas ecológicos, quizás no tengamos otro camino real que enfrentarnos al problema con una actitud constante de respuesta a los que nos piden ayuda, están desprotegidos, solos, enfermos… y asi contribuir de alguna forma al equilibrio . Es la idea de la parábola del samaritano. Se sintió atento a la necesidad de la que no era culpable pero supo cambiar su camino para ayudar.
El vete y haz tu lo mismo (Lc,10,37) es una clara condena de los que pasamos de largo porque no sabemos que hacer para eliminar los peligros y problemas que nos rodean
La única posibilidad real, que siempre se nos ofrece es descubrir la vocación del samaritano que todos llevamos dentro y actuar. Es la conversión
- Lecturas
PRIMERA: Bienaventuranzas del Adviento.
Felices quienes siguen confiando, a pesar de las circunstancias adversas de la vida.
- Felices quienes tratan de allanar todos los senderos: odios, marginaciones, discordias, enfrentamientos, injusticias.
- Felices quienes bajan de sus cielos particulares para ofrecer esperanza y anticipar el futuro, con una sonrisa y con mucha ternura en el corazón.
- Felices quienes aguardan, contemplan, escuchan, están pendientes de recibir una señal, y cuando llega el momento decisivo dicen: si, quiero, adelante, sea, ¡en marcha!
- Felices quienes denuncian y anuncian con su propia vida y no con meras palabras.
- Felices quienes rellenan los baches, abren caminos, abajan las cimas, para que la existencia sea para todos mas humana.
- Felices quienes acarician la rosa, acercan la primavera, regalan su amistad, y reparten ilusión a manos llenas con su ejemplo y sus obras.
Música (sigue el adagio)
SEGUNDA: Mateo 16, ( 1 – 4)
Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase un signo del cielo. Mas Él les respondió: “ Al atardecer decís: Va a hacer buen tiempo porque el cielo tiene un rojo de fuego; y a la mañana: Hoy habrá tormenta porque el cielo tiene un rojo sombrío. “Con que sabeis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir el signo de los tiempos” generación malvada y adúltera” Un signo pide y no se le dará otro signo que el signo de Jonás” Y dejándolos se fue.
Reflexión comunitaria.
Tras estas lecturas nos planteamos la reflexión en los términos siguientes. ¿Qué estoy poniendo de mi parte, en que tengo que cambiar para contribuir a un mejor cuidado de la tierra, nuestra casa común?
Canto: “Hombres nuevos” ( nº 9, página 7)
Padre Nuestro
La paz: Tras este encuentro de reflexión en común, nos damos la paz.
Oración final.
Te damos gracias, Señor, por la parábola del fariseo y el publicano.
En ella, junto a otras cosas, nos has mostrado lo ridículo que es creernos que no somos como los demás hombres.
Todos estamos hechos del mismo barro. Todos vamos en el mismo barco. Por eso (entre otras razones) todos somos hermanos.
Hay que admitir nuestra impotencia para realizar cambios colectivos serios por mucha buena voluntad que pongamos de nuestra parte. Esta conciencia de nuestra limitación, sin embargo, no puede dejarnos con los brazos cruzados.
Tal vez para medir el grado de apatía, de culpabilidad ya personal, encubierta y disimulada por el anonimato de la colectividad, no haya otro camino mejor que enfrentarnos con nuestra actitud ante la llamada constante de personas que necesitan ayuda. Es la idea central de otra parábola, la del buen samaritano.
Este no fue alabable porque todo le saliera bien. Lo importante es que se sintió atento a una necesidad, de la que él no era culpable, y en función de esa llamada ajena supo organizar su camino.
El «vete y haz tú lo mismo» (Lc. 10,37) es una clara condena de los que pasan de largo porque no se puede hacer nada para eliminar los salteadores del camino.
Ante el mal gigantesco que nos rodea por todas partes sería iluso sentirnos quijotes de una nueva sociedad radicalmente diferente, y demasiado cobarde lamentarnos de todo cruzados de brazos.
La única posibilidad real, que siempre se nos ofrece, es descubrir la vocación de samaritano, que todos llevamos dentro, y actuar de acuerdo con ella.
Canto: “Hay que levantar” nº 86, pag 72.