Soy yo, no tengáis miedo Eucaristía 28 de septiembre de 2.014
1. Acogida: Apagar móviles, saludar a los que no hemos visto desde antes de las vacaciones o a los que hemos visto pero…de pasada
- 2. Canción. Somos un pueblo que camina. Nº 10 pág. 8
- 3. Introducción al tema.
En la preparación de la próxima Asamblea de los Cristianos de Base de Madrid se nos propone una primera reflexión sobre el no tener miedo al cambio.
En algunos momentos de nuestra vida, nos planteamos dar un paso adelante y avanzar en nuestro camino. Aunque necesitamos ese cambio, solemos conformarnos con dejarlo en un simple deseo. En términos parecidos lo hemos vivido y lo estamos viviendo también en nuestra Comunidad, abrumados por los tiempos que estamos viviendo
Nuestros grandes enemigos son la comodidad y nuestros miedos: miedo al compromiso, miedo a los riesgos, miedo a equivocarnos, miedo a lo desconocido, miedo a que nuestra aportación en tareas comunes no sea valiosa, etc. Todos estos miedos nos impiden ilusionarnos y crecer a nivel personal y comunitario.
El mensaje de Jesús de Nazaret nos pone ante el dilema de aceptar la dinámica que rige nuestra sociedad, o bien optar por un cambio personal y comunitario responsable, asumiendo los retos que la sociedad nos reclama en cada momento.
Solemos lamentarnos y pedimos a Dios que frene la violencia y las injusticias que padece el mundo y nos olvidamos que nosotros somos, junto con los demás, el instrumento para que los cambios necesarios se puedan llevar a cabo.
Como cristianos hemos aceptado esta responsabilidad. No podemos mantener una postura pasiva ante lo que la sociedad nos reclama. El Evangelio, nuestra Comunidad y los profetas que nos están interpelando continuamente, religiosos y no religiosos, deben ser el motor que nos impulse para que nuestra respuesta sea el compromiso de los que creen que otro mundo es necesario y posible.
Se trata pues de superar nuestros miedos ante el cambio confortados por las palabras de ánimo de Jesús a sus discípulos: “Soy yo, no tengáis miedo.”
- 4. 1ª Lectura (Jon Sobrino).
“No hay opción por los pobres sin decisión a defenderlos. Y por lo tanto, sin una decisión a introducirse en el conflicto histórico. Esto no suele ser muy tenido en cuenta. Ni siquiera teóricamente. Tampoco en Aparecida. Pero, digámoslo una vez más: no hay opción por los pobres sin arriesgar”.
Canción. El Señor es mi fuerza nº 3, pág. 3
- 5. 2ª Lectura (Mt 22, 21 y ss.)
En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Y ya la barca estaba en medio de la mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
- Reflexión
- 7. Ofrendas.
Pausa para pasar las cestas, recordando que es la última colecta del curso y que hay que cumplir con los compromisos para asumir otros nuevos. Se pueden pasar mientras se canta:
- 8. Canción Yo te ofrezco, Señor (M. Nicaragüense) pg.60
Anáfora ¡¡¡No temáis, soy yo!!! 28 de septiembre de 2.014
Lector 1. Alcemos hoy nuestras voces en coro; proclamemos con alegría los hechos sorprendentes que elocuentemente nos revelan el corazón magnánimo del Dios de todos los nombres.
Todos: ¡Dichosos quienes salen de sí mismos, rompiendo las seguridades de la propia casa, las amarras del propio interés!
Porque, en campo abierto, como ha mostrado el Dios de todos los nombres, salta la sorpresa de lo inesperado, el encuentro con nuestros sueños más eternos.
Lector 2. Abraham vivía sin vivir en sí mismo: atrapado por un sistema de acumulación que aseguraba sus espaldas mientras amarraba sus pies con cadena de fuertes dependencias.
Hasta que un día acertó a oír en su propia conciencia una voz que lo invitaba a la libertad.
Todos: ¡Dichosos quienes, cómo Abraham, consiguen salir de su tierra, de su casa y parentela, abriendo sus balcones al aire nuevo de lo imprevisto y desconocido!
Lector 3. La presencia diaria del drama social, fruto de la división entre pobres y ricos, libres y esclavos, integrados y excluidos, hervía como un volcán en la Sangre de Moisés.
Pero un día escuchó el clamor de sus hermanos y, rompiendo la seguridad personal, emprendió con ellos la angosta senda de la libertad.
Todos: ¡Felices los que, siguiendo la ruta abierta por Moisés, emprenden un radical desprendimiento de sí mismos y de sus cosas, para responder al grito de los hambrientos y excluidos de este mundo!
Lector 4. La sinagoga de Nazaret se llenó de expectativa cuando el hijo de José y María, subió al estrado para leer la Escritura santa.
Todos los ojos, fijos en él, se fueron encendiendo en santa ira: a la expectación siguió el guiño de ojos; al balanceo de cabezas, el murmullo; y con el murmullo creció tal indignación que acabó expulsando a Jesús de la asamblea.
¿Por qué este nuestro Mesías-Rey esperado, se aparece con la humilde figura de un siervo?
Todos: Pero en esta práctica subversiva de Jesús está el Espíritu de Dios que todo lo hace nuevo. Reconociendo que esta misma presencia del Espíritu sigue llegando en nuestros días en el anuncio evangélico del Reino, NOS ATREVEMOS A CANTAR:
SANTO, SANTO, SANTO… pg. 78
Lector 5. Dios, que nos llamas desde un mañana que sólo a ti pertenece: No permitas que las seguridades que amarran nuestros pies lleguen a borrarnos el fulgor de tu horizonte.
Todos: Envía a nosotros tu Espíritu para que nos enseñe a descubrir, bajo el polvo del camino, la huella que marcó Jesús en esta tierra de gracia y de promesa.
Lector 6: Compartió, se partió y repartió todo Él entre nosotros. En su corta vida llegó a «amarnos hasta el extremo». Así lo quiso expresar en la cena de despedida, cuando tomo el pan, y tras partirlo y bendecirlo, lo repartió diciendo:
Todos. Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo
Lector 7. Acabada la cena, tomo la copa de vino y repartiéndolo entre sus amigos les dijo:
Todos: Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por toda la humanidad para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía.
Lector 9. Esta es la fuerza de nuestra fe y éste es el reto para una humanidad con esperanza: hacer una tierra para todos, una sociedad sin exclusiones;
Todos: Para eso, anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Jesús y libéranos de nuestros miedos
Lector 10. Así como, sueltas las amarras, el barco navega mar adentro, el corazón recupera su libertad.
Pero la felicidad plena, aun cuando ofrezca todo lo que tengo, me va a exigir un paso más: ofrecerme a mí mismo, abrir las puertas de alma por donde puedan entrar en mi vida los demás. Ellos serán para mí la buena noticia que me salva.
Todos: Tuyos son, Señor, los campos que hemos de cultivar; tuya es la mies y tuyos son los mismos frutos.
A nosotros nos toca la alegría de haber sido invitados a compartir; y también aquella secreta cosecha que se revela a quienes han decidido hacer de sí mismos un ser abierto y gratuito.
Lector 11. Oliendo a oveja con nuestro papa Francisco, descalzos sobre la tierra roja con nuestro obispo Pedro, y con el recuerdo de los que nos han precedido tomamos fuerzas para librarnos de nuestros miedos y con todos brindamos:
Todos: Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre, y en unión del Espíritu, todo honor y toda gloria. Amén. ¡Así es y así queremos que sea hoy y todos los días!
Lector 12. Unidos por el mismo Espíritu nos atrevemos a decir la oración que Jesús nos enseñó:
Todos: PADRE NUESTRO
Lector 13. Démonos fraternalmente la paz.
Lector 14. En recuerdo y presencia de Jesús, compartimos el pan y el vino. ¡Dichosos los llamados a esta cena!
- 1. Canción para la comunión. Hombres nuevos pg 7
- 2. ACCIÓN DE GRACIAS
1 Señor, hoy hemos celebrado y reflexionado sobre nuestros temores, nuestros miedos, que en tantas ocasiones nos atenazan.
Tenemos miedo al qué dirán, tenemos miedo a dar testimonio contra las injusticias, a perder nuestra seguridad. A la primera dificultad, damos un paso atrás, tiramos la toalla, no nos atrevemos a actuar con libertad.
Pero también sabemos que Tú nos das las fuerzas para superar esas dificultades del camino de nuestras vidas.
2 Por ello, te damos GRACIAS por quienes diariamente intentan alternativas al actual sistema social y económico, GRACIAS por tantos hombres y mujeres que luchan, sin miedo y sin ningún temor, para eliminar las causas de la inmensa injusticia que asola nuestro mundo y para calmar el sufrimiento de la humanidad.
3 Te damos GRACIAS por estos amigos, en quienes podemos descansar sin sobresaltos y entre quienes nos sentimos seguros y aliviados.
4. Te damos GRACIAS por esta comunidad, con la que compartimos, éxitos, fracasos, dudas y alegrías.
5. Finalmente, GRACIAS por salir siempre a nuestro encuentro cuando estamos perdidos, cansados, desmoralizados, atemorizados, y Tú con tu amor y comprensión nos ayudas a recobrar la fuerza y confianza en nosotros mismos y en los demás. AMÉN