La virgen María Madre de Jesús. 7 de diciembre de 2014
Presentación
La Virgen….esa figura que siempre tenemos ahí, como en un segundo plano. Nos preguntamos qué lugar ocupa en nuestra fe, qué representa para nosotros que nos decimos cristianos progresistas.
Ella, María, fue el instrumento necesario para que Dios Padre/Madre pudiera cumplir su promesa de encarnarse y hacerse hombre entre los hombres. Para esa tarea, Dios necesitó a una mujer. Desde su omnipotencia podría haber encontrado cómo hacer que se cumpliera la profecía, pero decidió hacerlo de la forma más sencilla, más coherente, más “en el mundo”. Como cualquier ser humano quiso tener como primer alojamiento, el que hemos tenido todos: un cuerpo de mujer.
Hay que tratar de entender que pudo suponer para una mujer –de la época de entonces- vivir una situación como aquella ¿un ángel que viene a decirle a una doncella que va a dar a luz a Dios mismo encarnado? ¿que ella, precisamente ella ha sido elegida para tamaña misión? Si pensamos la escena desde el parámetro de la realidad…. es de locos; por lo que sólo cabe comprenderla desde el hecho de que Dios, a través del Ángel anunciador, introdujo en María la convicción sin fisuras de que algo extraordinario estaba ocurriendo. Y ella, estaba despierta y atenta, en estado de vigilia (José dormía) el ángel le habla en sueños, a María no.
María escucha, recibe y acepta “hágase en mí, según su palabra”, ella cree firmemente en la posibilidad de que Dios se manifieste a la humanidad a través de ella.
Según su palabra, la palabra es algo más, mucho más que un fonema, es la representación verbal de lo que aún no está dicho, pero sí pensado, es el Verbo y sabemos que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” y esta conversión de lo divino a lo humano, esta complejísima transformación sólo pudo hacerse a través de la sencillez de una muchacha que se ofreció sin dobleces a ser madre de Dios, aunque también supo que ser madre de Dios era renunciar al hijo, entregarlo a las leyes corruptas que terminarían sacrificándolo y quedando ella abatida al pié de la Cruz.
¿Qué mujer que supiera de antemano, que su hijo aún no nacido iba a ser torturado hasta morir, acepta tenerlo? Ella lo hizo. No por su bien, ni por el del hijo. Lo hizo para salvarnos a todos nosotros.
Primera lectura Lucas 1, 39 – 56
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el Niño en su seno, Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamó a con fuerte voz
Bendita tu entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de donde a mi que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!
Y María dijo:
Alaba mi alma la grandeza del Señor
Y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su sierva; por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso, Santo es su nombre, su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia – como había anunciado a nuestros padres – a favor de Abrahan y de su linaje por los siglos.
María se quedó con ella unos tres meses y luego se volvió a su casa.
Seguidora fiel de Jesús Escrito por José Antonio Pagola
María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.
Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el «Magníficat» brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.
María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.
María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.
María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres.
María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños. José Antonio Pagola
Ofertorio. El rosario
Ofrecemos hoy un rosario. España es un país que ha mostrado gran devoción a la virgen María a lo largo de su historia y esto se manifiesta de muchas maneras, en el arte, por ejemplo, en las dedicaciones a ella de muchas iglesias, capillas, monasterios, en la fe que muchas personas muestran hacia ella, y el rosario es, sin duda, una muestra de esa fe y de esa confianza que muchos de nuestros progenitores, incluso de coetáneos nuestros ponen en ella, así como un objeto que nos lleva a la reflexión, a la interiorización de nuestros sentimientos hacia ella. Repetir y repetir la advocación a María nos lleva a la abstracción nos obliga a pensar en ella.
Viaje de Toñi y Maribel
«Ofrecemos el viaje de Toñi y Maribel que parten mañana hacia Colombia para acompañar a nuestros hermanos de allí. Sabeis que no estareis solas».
Virgen moreneta.
Sufrimiento de las mujeres.
Flores.
Bolsas.
Pan y vino
ANÁFORA
1. Nos reunimos un nuevo domingo para ver a María en todas las mujeres que hoy viven, luchan, trabajan y aman.
2. Hace años recordábamos en esta misma fecha a las indiecitas de El Quiché, a las faveladas de Río de Janeiro, a las negras segregadas, a las madres solteras, a las monjitas de clausura. Desgraciadamente también tenemos que recordar a tantas mujeres víctimas de la violación como arma de guerra, a las asesinadas en su paso por las fronteras hacia la esperanza de una vida mejor.
TODOS: Enséñanos aquel Jesús verdadero, carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios; más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa, más del mundo que de Israel, más del Reino que de la Iglesia.
3. Queremos que nos enseñes tu ejemplo de disponibilidad, de estar siempre al servicio de quien nos necesita, siempre al lado de la víctima, del apartado, del desechado por una sociedad sin corazón ni misericordia.
4. Gracias te damos también a ti, Padre, pues tus cuidados maternales nos hacen decir siempre, Padre y Madre nuestra.
TODOS: te damos gracias, Señor por todo ello, porque te encarnaste en una mujer que nos enseña la pobreza, la disponibilidad, la atención, el sufrimiento esperanzado, el amor sin límites.
5. Unimos nuestras voces a la tuya, María, para cantar [SANTO, SANTO, SANTO].
6. Tu hijo, Jesucristo, en un acto del amor que Tú transmitiste, en la mesa de su última noche, rodeado de los suyos, tomó el pan, dio gracias al Padre, lo partió y lo repartió, diciendo.
TODOS TOMAD Y COMED todos de él, porque esto es mi cuerpo que se entrega por toda la humanidad.
7. Luego, tomó la copa de vino y lo repartió diciendo:
TODOS «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por toda la Humanidad para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».
8. Este es el sacramento de nuestra Fe.
TODOS: anunciamos tu muerte y proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
9. Dispongámonos, en silencio, a recordar a tantas mujeres que, en nuestra vida, en nuestro entorno o en nuestro pensamiento, necesitan de nuestra reflexión animosa. /Silencio/.
10. En este acto de brindis, queremos participar contigo de la esperanza por la llegada del Reino, un reino en el que las mujeres no sean tomadas como objeto, no sean menospreciadas, estén presentes, codo con codo, en la lucha diaria por un mundo más justo y humano; ese otro mundo posible.
TODOS: Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por siempre, amén.
11. Ahora, unamos nuestras manos para rezar como Cristo nos enseñó. /Padre nuestro/.
12. Dejaremos el saludo de paz como despedida ilusionada, como acercamiento entrañable. Despidámonos, al final, con un abrazo de Paz, con el deseo de que un buen día nos espere.
ACCIÓN DE GRACIAS.
Una vez más, Señor, nos hemos reunido para celebrar tu vida, tu recuerdo, tu presencia, y hoy lo hemos hecho en torno a MARÍA, tu madre, que aceptó desde el principio tu vida, tu sacrificio, tu entrega total, que, como madre, dedicó su vida a TI y a toda la humanidad.
Ayúdanos Señor a conocerla mejor, a acercarnos a ella, a aprender a comprenderla y a imitarla, a tener la disponibilidad que ella siempre tuvo, a quererla cada vez mas.
Gracias Señor por estar hoy entre nosotros recordando a tu madre y madre nuestra María.