Saludo:                                                                                                       24 Oct 2010

Cristo nos animó a estar atentos a los signos de los tiempos. La atención supone que debemos velar, no conformarnos con las palabras que puedan decir unos y otros, sino conocer sus frutos, mantener el espíritu alerta ante las ambigüedades o las hermosas palabras que intentan adormecer nuestra conciencia. Distinguir entre los falsos y los auténticos profetas, conocer el lugar donde viven, la visión desde la que hablan, las acciones que mantienen. Los signos son visibles, se encuentran en las decisiones que toman los dirigentes, sean laicos o eclesiásticos, uniformados todos con el adjetivo de “el poder” y que llevan a la injusticia, a la muerte, a la marginación, al silencio, al intento de olvido. Interpretar los signos necesita de la atención constante, de la vela permanente, de la ayuda de los hermanos y hermanas que, como nosotros, desean añadir un paso más al camino que construye el Reino. Cuando existen tantas razones para desmoronarse, para creer en la inutilidad de los esfuerzos, en la caducidad de las iniciativas y de los logros, es importante que observemos los signos de los tiempos, lo que de esperanza encierran las actitudes pequeñas, mínimas, pero comunitarias. Es lo que nos puede mantener fieles a la palabra, fieles a nuestras opciones.

 

Lecturas:

1ª-lectura: Jacques Gaillot

La humanidad ha entrado en la era de las rupturas y de los grandes cambios. La mundialización lo invade todo. No quedan espacios reservados. Todo es precario. Caminamos sobre terrenos movedizos.

En nuestro planeta, donde todo se vende y se transforma en mercancía, hay cada vez más gente marginada, no invitada al banquete neoliberal. Y pienso en aquellos versos de Pablo Neruda:

                       “Podrán cortarnos las flores, Pero jamás serán dueños de la primavera”.

Son palabras dirigidas a los enemigos de las libertades, a los nuevos dueños del mundo, que imponen sus leyes de hierro en los mercados, permitiendo, aparentemente sin escrúpulo, que el lujo coexista con la miseria. Inmensos ghetos de miseria rodean pequeños oasis de prosperidad. Los pueblos más prósperos siguen explotando escandalosamente a los pueblos más depauperados. Pues bien, es con este mundo, marcado profundamente por la injusticia, con el que el cristianismo tiene que habérselas urgentemente. ¿Cuál será la respuesta del cristiano ante esta enorme injusticia mundial?.

Para la opinión pública, las religiones aparecen hoy todavía como fuerzas regresivas más que como fuerzas de progreso, aún cuando a lo largo de la historia hayan sido fermento de humanización.. Las religiones sienten la necesidad de inculturarse en la sociedad donde están, si bien corren el riesgo de conformarse más de la cuenta a la realidad política, social y económica de la sociedad en cuestión. Así, también el cristianismo ha caído a lo largo de los siglos en este error, justificando ciertos sistemas sociales.

Pero es una suerte constatar que en todas las épocas El Espíritu de Dios suscita mujeres y hombres que actuan como profetas. Y es que tanto dentro de las religiones como fuera, el Espíritu de Dios desconoce las fronteras e interviene allí donde menos se espera.

Los profetas viven en solidaridad con los pobres y encuentran en su propia religión una iluminación liberadora de sus semejantes.

Los profetas ofrecen un futuro nuevo a partir de una situación de injusticia flagrante. Son vigías en el alba. Aportan luces de esperanza y motivan a la gente para salir de la resignación y prepararse para construir un mundo más justo y fraternal, según el plan de Dios.

Los auténticos profetas no pueden ahorrarse su propia liberación interior. Predican precisamente lo que han experimentado en lo más profundo de ellos mismos.

No se puede suprimir nunca del todo a los profetas. Cuando uno desaparece, otro se levanta para sustituirlo. Nadie puede impedir al Espíritu que sople donde quiera.

 

2ª lectura: poema de Antonio Machado

Yo amo a Jesús, que nos dijo: Cielo y tierra pasarán Cuando cielo y tierra pasen mi palabra quedará.

¿Cuál fue, Jesús, tu palabra:amor, perdón, caridad?

Todas tus palabras fueron Una palabra: Velad

Como no sabéis la hora En que os han de despertar,

Os despertarán dormidos Si no veláis: despertad.  

3ª lectura. Lc 21, 29-37

También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. 32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

37 Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.

Reflexión: Preguntas para el diálogo

 

1.-¿Sabemos distinguir entre los signos auténticos y los falsos?

2-¿Estamos abiertos a los signos que se nos presentan?

3.-¿En qué se concreta nuestra vigilancia, inquietud, atención?

 

Anáfora:

Los signos de los tiempos

 L1- A través de la historia de la salvación Dios ha enviado profetas para enjuiciar y condenar las mentiras y las injusticias de este  mundo, pero al mismo tiempo ha enviado profetas de la alegría, de la vida y del amor.

 L2 Son muchos los que trabajan siguiendo tus pasos;  sin pregonarlo y sin querer serlo, son para nosotros profetas,  guías y constructores de tu reino; donde todos podamos vivir con más humanidad y solidaridad y donde se haga realidad la Utopía de los hijos de Dios.

 L3-Queremos  implicarnos de verdad en la realidad del desposeído, del inmigrante, del que está tirado en la cuneta de la vida porque ya no puede más; esa es la opción y el compromiso que como cristianos nos pides Señor Jesús, aquí y ahora.

 TODOS– Te damos gracias Señor, por esta comunidad que nos has regalado. Haz que seamos capaces de conservar este espacio como un don tuyo donde poder cuestionarnos, animarnos y lanzarnos a la entrega por los demás.

 L4-No queremos que sea un reducto ni un gueto para vivir nuestro conformismo aislados de los demás; queremos abrir nuestras puertas y ventanas de par en par para que entre la luz, para ver con más claridad los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor.

 TODOS– Señor, danos esperanza y fuerza para seguir creyendo. No permitas que el miedo cierre nuestros ojos y oscurezca los testimonios de nuestros mártires y profetas.

 L5-En tus parábolas nos invitas a ver los brotes de los árboles que son indicios de que el Reino está cerca. Nos incitas a estar alerta y atentos para poder ver los signos que se nos presentan.

 L1-No permitas que el hambre, la necesidad, la injusticia, la violencia, la destrucción pasen ante nosotros y no hagamos nada por evitarlo.

 TODOS-Señor, haz que la utopía del Reino se haga realidad en este mundo y danos el empuje necesario para seamos instrumentos eficaces de tu voluntad.

 L2-Imitando aquel gesto de Jesús, en aquella noche oscura, en que durante una cena con sus más allegados compartió el pan y el vino como hacemos ahora nosotros.

 L3- Jesús tomó el pan, lo bendijo y dio gracias al Padre, a continuación lo repartió a sus discípulos diciendo:

 TODOS– Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros.

 L4-Del mismo modo al terminar la cena tomó la copa, dio gracias y la entregó diciendo:

 TODOS-Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna.

L5-Compartiendo el pan y el vino entre nosotros hacemos realidad que en la mesa de Dios caben todos. Eso es lo que Dios quiere que recordemos cada vez que celebramos en su nombre.

 TODOS-Por Cristo, con Él  y en Él, a tí, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén

 L1-Unidos por el mismo Espíritu nos atrevemos a decir la oración que Jesús nos enseñó.

 PADRE NUESTRO  de la justicia pag. 92

 L2- Nos damos como hermanos la paz.

 L3-Comunión: Al compartir este pan y este vino nos comprometemos a hacer realidad el Reino entre nosotros.

 Música

Acción de Gracias:

 

Avisos: