Día de la mujer: La Mujer en la Iglesia 6 de marzo de 2022
1 Introducción.– El martes, día 8, se celebra el Día Internacional de la Mujer. Antes se añadía “Trabajadora” pero, seguramente por ser un pleonasmo, se dejó en Día Internacional de la Mujer. Es una buena ocasión para celebrar, valorar y reivindicar la labor de la mujer en la Iglesia y en el camino hacia el Reino hacia el que nos impulsó Jesús de Nazaret. Sobre este eje gira la celebración que comenzamos.
2 Lecturas.-
1ª. Hechos de los apóstoles 2 (14-18). “Según el profeta Joel, dice Dios: derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas y vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días y profetizarán.”
2ª.Marcos 5 (24-34). Una conocida historia en la que se puede analizar lo que propugnaban los Evangelios en cuanto a la liberación de las mujeres se encuentra en la crónica de la hemorroísa. Sabemos que todas las culturas de la antigüedad establecían restricciones y rituales de pureza.
“Se fue con El, y le seguía una gran muchedumbre, que le apretaba. Una mujer que padecía hemorragias desde hacía 12 años y había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda su hacienda sin provecho alguno ya que iba de mal en peor, como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; pues se decía: Si tocare cualquiera su vestido , seré san. Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud que había salido de Él, se volvió a la multitud y dijo: Quién ha tocado mis vestidos? Los discípulos le contestaron: Ves que la multitud se aprieta, y dices: Quién me ha tocado? El echó una mirada en derredor para ver a la que lo había hecho, y la mujer llena de temor y temblorosa, conociendo lo que en ella había sucedido, se llegó y postrada ante El le declaró toda la verdad.”
3 Introducción a la reflexión
Como hemos dicho antes, podemos trasponer la celebración del día de la mujer al ámbito eclesial y al ámbito del seguimiento de Jesús. Las mujeres tuvieron con Jesús -por lo que nos trasladan los evangelios- y en las primeras comunidades -por lo que nos trasladan los Hechos- un papel bastante más relevante que el que les concedía la sociedad de entonces. Hay, sin duda, por parte de Jesús un gran avance en la consideración de la mujer, en su valoración y en su dignificación, especialmente en aquellas circunstancias en las que se las consideraba impuras (recordemos el pasaje de la hemorroísa).
Todos sabemos que el desarrollo posterior de la Iglesia ha relegado a la mujer a un papel secundario, acorde con el papel secundario que le ha reservado tradicionalmente la historia. Incluso contemporáneamente, en que su papel social se ha desarrollado notablemente, la Iglesia sigue aferrada a los antiguos roles. Por tanto no pretendemos hoy ahondar en la argumentación contra ese hecho, que conocemos de sobra. En esta celebración quisiéramos reflexionar y celebrar el papel que desarrollan y han desarrollado las mujeres en el servicio del Reino, es decir en el servicio a los demás, incluyendo el desarrollo de este servicio dentro de o bajo el paraguas de la Iglesia. Y, lógicamente, el papel que están capacitadas para desarrollar en tanto en cuanto son iguales a los varones a los ojos de Dios.
Podemos celebrar desde la humilde mujer que limpia una iglesia de pueblo a la que da su vida, a veces literalmente, en una lejana misión ayudando a lo más necesitados. Sin olvidar a las que son motores de algunas de nuestras colaboraciones solidarias. Y todas aquellas otras reflexiones que nos pueda provocar esta presentación.
- Credo de la mujer
- Creo en Dios, creador del mundo y todo lo que existe, que creó a la mujer y al hombre a su imagen y semejanza, que creó el mundo y encomendó a los dos sexos el cuidado de la tierra.
- Creo en Jesús, hijo de Dios, elegido de Dios, nacido de una mujer, que escuchaba a las mujeres y las apreciaba, que moraba en sus casas y hablaba con ellas sobre el Reino, que tenía mujeres discípulas que lo seguían y lo ayudaban con sus bienes.
- Creo en Jesús, que habló de teología con una mujer junto al pozo, y le confió por primera vez que él era el Mesías, que la alentó a que fuera a la ciudad y contara las grandes nuevas – la primera predicadora de las buenas nuevas.
- Creo en Jesús: sobre quien una mujer derramó perfume y ungió el ungido de Dios en casa de Simón, que reprendió a los hombre invitados que la criticaban; que curó a una mujer en sábado y le restableció la salud, porque era un ser humano.
- Creo en Jesús, que comparó a Dios con una mujer que buscaba una moneda perdida, con una mujer que barría buscando su moneda.
- Creo en Jesús que consideraba el embarazo y el nacimiento una metáfora de transformación, un nuevo nacer de la angustia al gozo. Que fue traicionado, crucificado y abandonado, y murió para traer vida en plenitud a todos los seres vivos.
- Creo en Jesús resucitado, que se apareció primero a las mujeres juntas con María Magdalena, el primer apóstol, y las envió a transmitir el asombroso mensaje; «Id y contad…»
- Creo en la universalidad del Salvador, en quien no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús.
- Creo en el Espíritu Santo, que se mueve sobre las aguas de la creación y sobre la tierra, y es el espíritu santificador de Dios, que nos convoca y nos congrega y nos cubre con sus alas.
5 Ofrendas. –
(Fotografía)
1-“Ponemos sobre la mesa el trabajo de las mujeres junto a tantos profetas
representados por éstas que habían acompañado y recogen a Monseñor
Romero recién asesinado por su defensa del Reino”.
2- Queremos ofrecer el trabajo callado de tantas mujeres de distintas Órdenes Religiosas, tanto en España como en el mundo entero, por los más desfavorecidos y en algunos casos poniendo su propia vida en peligro. Recordamos a las Hermanas Mercedarias de Mozambique que atienden y acogen a personas con Albinismo; a las Hermanas Oblatas de Madrid que acogen en sus Residencias a mujeres solas con hijos y con orden de alojamiento de sus parejas; a las Hermanas del Cordero de la familia dominica en la Capilla del Obispo de Madrid, que ofrecen un lugar de acogida, de encuentro y cuidados saliendo a las periferias. Y con ellas a miles de mujeres, religiosas y laicas que en silencio hacen posible el Reino de Dios en la tierra llevando el mensaje del Evangelio y poniéndolo en práctica.
3- Traemos hoy a personalidades de la talla de Catalina de Siena, Teresa de Ávila, Ildegard von Bingen, Edith Stein y muchas más, que son la prueba del protagonismo del que la mujer ha sido capaz y que incide fuertemente sobre la vida de la Iglesia.
4.- Pan y vino.
6 Anáfora.-
“No tienen vino”, dice María a Jesús, para luego añadir: “haced lo que Él os diga”, en el día de las bodas de Caná.– “María guardaba estas cosas en su corazón”, nos dice Lucas, en 2, 19.– María estaba al pie de la Cruz cuando Jesús es crucificado. Dos mujeres acuden las primeras al sepulcro para recibir la noticia de la Resurrección de Cristo. Los discípulos de Emaús comentan al propio Jesús, al que no reconocen, que “algunas mujeres nos han desconcertado” con esa noticia, pero intuimos que no las han creído.
Ejemplos y testimonios de mujeres que han sido, son y seguirán siendo la mejor noticia de una visión profunda de la realidad. Estos testimonios dan fe de una tarea continua, callada muchas veces y acallada muchas más, de la importancia que tiene la tarea de la mujer en nuestro mundo. Es tan importante que quizás el día en el que no se celebre a la mujer como protagonista, puede ser el día en el que su papel haya sido reconocido.
7 Consagración.-
Así, continuando esta tarea, en comunión con las mujeres del evangelio, volvemos a recordar la noche en la que probablemente te acompañaron algunas de ellas junto a tus amigos, cuando nos dejaste tu legado partiendo el pan y diciéndoles: “Tomad, comed de este pan, que es mi cuerpo y, bebed este vino, que es mi sangre, que van a ser entregados por vosotros”. Y nos encargaste que cuando nos reuniéramos repitiéramos este gesto en tu memoria. Porque este es el sacramento de nuestra fe…
Recordamos a los a los ausentes y a los que están sufriendo la guerra.- Junto a ellos vamos a rezar la oración que Jesús nos enseñó:
8 Padrenuestro
9 Paz.– Nos damos la Paz y que llegue a todo el mundo.
10 Comunión y momento de silencio.- Compartimos este pan y este vino
- Acción de gracias.-
Señor Jesús, te damos gracias por abrirnos, a través de tu palabra y de ejemplo, el camino, para la liberación y participación de las mujeres.
Damos gracias por todas las mujeres que nos han precedido, empezando por las del evangelio, y por todas las que han tenido influencia saludable en la vida de la iglesia, hasta nuestros días.
Gracias por el papel que las mujeres han desarrollado al servicio del Reino, al servicio de los demás, dentro y fuera de la Iglesia, especialmente a través del cuidado de los más necesitados.
12 Avisos y despedida.-