En la Asamblea de Pascua 2023 se tuvo una sesión de reflexión y debate sobre este tema, que ha dado lugar a que la Comunidad se replantee actuación sobre estos temas.
Una comunidad en la que el cuidado no solo sea una ética, sino también una épica
(Pepa Torres)
Se trata de encarar la situación actual de la comunidad aceptando los retos que, a partir de las exigencias de la sociedad actual y del estado de los comuneros: edad, salud, compromisos familiares…en muchos casos no solo supone un aislamiento de la/s persona/s de la comunidad, sino que además muchas están necesitadas de un cuidado “comunitario”, aunque lo tengan de su entorno familiar o social.
Para nuestra reflexión tendremos en cuenta dos aspectos:
- El relativo a los cuidados
- El relativo a la presencia
Se transcriben, dos de los compromisos tomados en la asamblea de abril de 2022 (Pinchar en el enlace)
- Participación en los órganos fundamentales de la comunidad (Consejo, Fe y cultura) con un espíritu de servicio.
- Participación en los grupos de trabajo, de reflexión, de preparación de celebraciones aportando análisis, rigor, ingenio, creatividad…
La convivencia en cualquier grupo humano, sobre todo con el paso del tiempo, suele ser conflictiva; en el caso de nuestra comunidad más que problemas de convivencia como tal (a diferencia de los que pueden darse en una familia u otro grupo donde el contacto es habitual), una de las causas más frecuentes de conflicto es el grado de participación en las tareas comunes. Dando por supuesto que la decisión de formar parte de la comunidad es libre y bienintencionada, cada cual puede reclamar el derecho a que se acepten sus limitaciones y debilidades, y a beneficiarse de lo que el resto del grupo construye y ofrece generosamente, admitiendo como condiciones mínimas el no suponer una carga o un freno, colaborar al menos ocasionalmente, actuar con discreción y no enrarecer el ambiente. Es evidente que se trata de un planteamiento cómodo, parcial y muy discutible, incluso provocador, pero realista y que apela interesadamente a la alternativa indeseable de generar exclusión.
Creemos que, en la conciencia de quien adopta esta actitud a primera vista reprobable subyace la tensión por aliviar el desasosiego que provoca el autorreproche por la escasa participación, la dificultad para vencer las resistencias internas (o la debilidad de carácter), amén de las limitaciones impuestas por las circunstancias familiares y otras externas que, teniendo en muchos casos la consideración de factores atenuantes sin más, pueden suponer un obstáculo inmenso cuando la energía vital y el ánimo empiezan a decaer por el envejecimiento y sus efectos en nosotros mismos y en nuestros allegados. Todo ello, además, lo ha agravado la pandemia.
Nos encontramos pues, con la necesidad de encarar las dialécticas o situaciones contrapuestas: salud, compromisos personales, presencia en la comunidad, participación comunitaria, que unas con otras generan los autorreproches de los que hablábamos más arriba.
A todo ello debemos añadir la situación actual de la escasa participación en las distintas mediaciones que, en nuestro caso, se visualizan en las comunidades cristianas de base y en la dificultad de su articulación entre ellas.
¿Será que el modelo está obsoleto y el seguimiento de Jesús, que es la razón primaria que nos une, hay que articularlo desde otras perspectivas?.
Transcribimos unos párrafos de un documento de Santiago Villamayor que figura entre los propuestos para la próxima Asamblea de CCBM.
Nos agruparemos en comunidades humanas de base, grupos de significación plural del desinterés, del amor, de la libertad. Será labor de estos grupos de esperanza llamar al optimismo radical del ser, a trabajar por la igualdad en libertad, a fomentar significados, desenmascarar el sistema único, disolver el lenguaje monolítico de las religiones y de las ideologías y denunciar los reavivamientos ilusorios y fundamentalistas.
Los próximos retos de este nuevo cristianismo serán la formación y el vigor de la esperanza en la sociedad civil. Las parroquias, cafés, foros y tertulias u otros lugares comunitarios deben ser, para todos los credos y pensamientos, lugares de acción y crítica social, de cuidados mutuos, zonas verdes frente al mercantilismo y zonas azules para la serenidad.
Con todo ello, reflexionemos:
- La comunidad y los grupos que la formamos: reflexión, preparación, compromiso.
- El encuentro físico en los grupos y en la gran Comunidad.
- ¿Dónde queda la “Iglesia de Base”: Cristianas y Cristianos de Base de Madrid, CCP, Redes cristianas, etc.?
- La participación
- El cuidado
- La presencia próxima.
- ¿Cómo nos sentimos en este momento comunitario?
- ¿Qué carencias percibimos?
- ¿En qué soluciones podemos pensar?
- El zoom: solución o excusa.