Espiritualidad Cristiana (encarnada en nuestra realidad) 2 de Noviembre de 2014
- Saludo y acogida
- Presentación del Tema
1. La espiritualidad cristiana tiene que ver y da sentido a nuestra vida cotidiana, según principios básicos cristianos. Nuestra espiritualidad encierra una triple dimensión: la trascendencia; la gratuidad y la clara opción por los pobres en sentido amplio: los marginados, los excluidos. Además, la relación entre Dios-Padre y Jesús de Nazaret nos introduce en la esfera del misterio. En esta eucaristía pretendemos reflexionar sobre aquellos pasajes, sobre todo del Evangelio, que nos parecen fundamentales para cimentar adecuadamente nuestra espiritualidad.
2. Sabemos que Dios es Espíritu y que nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18), pero ha tenido a bien manifestarse en Jesús de Nazaret. Y se ha manifestado como Padre de toda la humanidad, constituyendo así una hermandad universal. Echa, pues, por tierra al Dios de Israel, su dios particular y doméstico Sólo Israel estaba en la órbita de Dios. Los demás pueblos, despreciados por los judíos, eran paganos o gentiles.
Ésta es, pues, la gran revolución del cristianismo: Jesús echa por tierra todas las barreras que habían construido las diversas religiones. Cae lo sagrado: Israel era el único pueblo sagrado de la tierra; caen las leyes del Antiguo Testamento que propiciaban esta condición única y especial de Israel; cae también el tema de los alimentos puros e impuros.
3. Escribe Lucas: La ley y los profetas llegaron hasta Juan; a partir de ahí se anuncia el reinado de Dios (Lc 9,51). Se introduce así el tema del Espíritu, Ley suprema y universal del Nuevo Testamento. Las expresiones Espíritu, Espíritu de Dios y Espíritu Santo indican la actividad de Dios en Jesús y en los seres humanos. Jesús estuvo siempre bajo el influjo del Espíritu desde su propia concepción. El Espíritu actúa desde el interior del creyente como Luz y como Fuerza. Como Luz nos ayuda a discernir lo que se ajusta o no a los valores fundamentales del Evangelio, lo que constituye la sabiduría cristiana. Actuando como Fuerza, nos ayuda a soportar la dureza de la lucha por implantar el reinado de Dios.
4. El Espíritu de Dios es el regalo más preciado que puede pedir y recibir el creyente (Lc 11,13). Experimentar su presencia dentro de nosotros se convierte en una fuente inagotable de amor, servicio y solidaridad hacia los más necesitados. Así nos capacita para ir implantando el reinado de Dios a nuestro alrededor. Además nos proporciona alegría y optimismo, y nos da confianza para salvar la desproporción entre la ingente tarea de ir implantando el reinado de Dios, y el reconocimiento de nuestra condición humana, frágil, limitada y sometida al desaliento. Esta experiencia cristiana de poseer el Espíritu de Dios y estar bajo su influjo, aunque de por sí es una experiencia íntima, personal e intransferible, encierra tal riqueza y dinamismo que se hace visible, atractiva y contagiosa para muchas personas del entorno del creyente.
5. Sabemos que Jesús en Nazaret, a través de las palabras de Isaías 61,1-2, proclama su misión liberadora, por estar ungido por el Espíritu Santo:
– El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres,
A proclamar la libertad a los cautivos, y la vista a los ciegos,
A poner en libertad a los oprimidos”…
El comentario de Jesús es: Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje. Es decir, el texto de Isaías ha dejado de ser promesa para hacerse realidad en su persona y actividad. Lo deja también como tarea esencial a sus discípulos. Podemos afirmar que Jesús encarna en su persona la manera de ser y el sentir del Padre.
6. Pero, ¿qué pasa con la mayoría del género humano que nunca ha oído hablar de Jesús? El Nuevo Testamento nos revela otros caminos: se trata de la sorpresa histórica e incesante del Espíritu, que no está sometido a ninguna autoridad ni institución y que sopla dónde quiere y cómo quiere (Juan 3,8). Proporciona así, sin mediación de los sacramentos, un nuevo nacimiento y la experiencia de Dios como Padre. En el último episodio de Cornelio leemos: … Los creyentes circuncisos que habían ido con Pedro se quedaron desconcertados de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los paganos (Hechos 10,45). Este bautismo del Espíritu agrega a las comunidades de Jesús a muchos creyentes de otras razas, latitudes y religiones, y a gran número de personas de buena voluntad.
7. Por último, Jesús nos deja su propio Testamento: Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros igual que yo os he amado… En esto conocerán que sois discípulos míos (Juan 13,34-35). Mateo propone este mismo Testamento con la parábola del juicio a las naciones: Tuve hambre y me disteis de comer; sed y me disteis de beber… (Mateo 25,34-36). La parábola del buen samaritano pone de manifiesto este mandamiento nuevo. Por lo demás, Jesús, siguiendo el sentir de su Padre, muestra predilección por lo perdido, lo despreciado y lo desechado.
Canción EL ESPIRITU DE DIOS Pág 74 (nº 88) Primera estrofa y estribillo
LECTURAS:
… Hijos de Dios son todos y sólo aquellos que se dejan llevar por el Espíritu de Dios. Mirad, no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al temor. Recibisteis un Espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar: ¡Abba! ¡Padre! (Romanos 8,14-15).
A nadie le quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que ama al otro tiene cumplida la Ley. De hecho, el no cometerás adulterio, no matarás… y cualquier otro mandamiento que haya se resume en esta frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no causa daño al prójimo, y, por tanto, el cumplimiento de la Ley es el amor (Romanos 13,8-10).
Seguimos con la canción “EL ESPIRITU DE DIOS” 2ª estrofa y estribillo
EVANGELIO
Hijos míos, me queda muy poco de estar con vosotros… Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto conocerán que sois discípulos míos: en que os amáis unos a otros (Juan 13,33-35).
4º REFLEXIÓN.
Ante este reto que nos hace tanto Pablo como Jesús, de cómo vivir nuestra espiritualidad, de cómo nos relacionamos con el Padre , con el Hijo y con el espíritu que habita en nosotros, podemos enriquecernos de las experiencias que cada uno de nosotros vive en su día a día, haciendo que el reino de Dios llegue a esta tierra, a esta sociedad concreta, tan machacada por el egoísmo y por la idolatría a otros dioses falsos y reflexionemos sobre nuestras actitudes como cristianos comprometidos con la realidad.
Música suave
5º Ofertorio:
–Proyectos.
-Personas de la comunidad.
-Persona de referencia de espiritualidad encarnada: Pedro Casaldáliga con su vida hace realidad el compromiso con el pueblo
-“Me llamaran subversivo.
Y yo les dire: lo soy.
Por mi pueblo en lucha, vivo.
Con mi pueblo en marcha, voy
Tengo fe de guerrillero
Y amor de revolución.
Y entre Evangelio y canción
Sufro y digo lo que quiero.
Si escandalizo, primero
Quemé el propio corazón
Al fuego de esta Pasión,
cruz de su mismo Madero
Incito a la subversión
Contra el poder y el dinero.
Quiero subvertir la ley
Que pervierte al pueblo en grey
Y al gobierno en carnicero
(Mi Pastor se hizo Cordero,
Servidor se hizo mi Rey).”
– Bolsas. Pan y vino
6º ANÁFORA: ESPIRITUALIDAD CRISTIANA.
Lector: Te damos gracias, Padre, porque de manera gratuita nos has enviado tu propio Espíritu para hacernos realmente hijos tuyos, y así poder vivir con alegría, optimismo y libertad. No tiene ya cabida en nuestras vidas la condición de esclavos y el correspondiente temor, propugnado demasiado tiempo por la teología tradicional.
TODOS: Te alabamos, Padre, porque infundes el amor en nuestros corazones para que se convierta en servicio y solidaridad con los más pobres y marginados. Cumplimos así tu Testamento: Amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois discípulos míos. No conocerán que somos discípulos de Jesús por ritos y actos de culto, sino por dar de comer al hambriento y de beber al sediento. El amor, que Dios infunde en nuestro interior, se transforma en obras de misericordia y compasión para con los más necesitados y excluidos.
Lector: Te alabamos, Padre, porque tienes a bien que tu revelación llegue, ante todo, a la gente sencilla, los que se hacen como niños, los últimos de la sociedad se abren con mayor facilidad a la comunicación del Padre y a su misterio. Los sabios y entendidos, por el contrario, se aferran al conocimiento y a la práctica de la Ley con arrogancia y ostentación. Se hacen así impermeables al misterio de Dios y de Jesús. El Magnificat proclama: Su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y exalta a los insignificantes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío (Lucas 1,51-53).
LECTOR: Te PEDIMOS, Padre, que nuestra Comunidad este abierta a tu misterio, al de Jesús, y al influjo del Espíritu Santo que nos ha hecho comprender que el servicio y la solidaridad con los más necesitados es la piedra angular para construir con Jesús su reinado sobre la tierra y que el Testamento laico de Jesús, amaos unos a otros como yo os he amado, desemboca en servicio y solidaridad con los marginados y excluidos.
Lector: – Jesús llevó una vida sencilla entre la gente de su tiempo, tratando siempre de hacer el bien y liberando de las garras del poder religioso y sagrado a todos los que estaban oprimidos y sometidos por ese poder.
TODOS : Te alabamos y bendecimos, Padre, porque las instituciones más sagradas de Israel, la Ley, el precepto sabático, el templo, han ido cayendo una tras otra, señalando a Jesús como única novedad radical del Nuevo Testamento. Siguiendo el sentir del Padre, Jesús muestra su predilección por lo perdido, lo despreciado, lo desechado. Estos colectivos son de manera especial su prójimo. Por eso, con la alegría que nos da el Espíritu de Dios, cantamos con entusiasmo (SANTO DE LA MISA SALVADOREÑA…)
Lector: Te pedimos, Padre, que nos envíes tu Espíritu para hacer presente en medio de nuestra Comunidad la presencia estimulante de Jesús, como signo de nuestra espiritualidad comunitaria, y así realizar su seguimiento.
Reunidos, pues, en torno a esta mesa, recordamos, Jesús, tu Pascua definitiva, en la que te sigues haciendo presente para darnos vida y vida abundante. Tomaste el Pan en tus manos y, dando gracias al Padre, dijiste:
TODOS: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros.
Lector: Del mismo modo, acabada la Cena, tomaste un Cáliz lleno de vino, y, bendiciendo al Padre, lo pasaste a tus discípulos, diciendo:
TODOS: Tomad y bebed todos de él, porque éste es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.
Lector: Éste es el sacramento de nuestra fe.
TODOS: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: ¡Ven, Señor Jesús y permanece entre nosotros!
Lector: Recordamos ahora a todas las personas de nuestra Comunidad que soportan sus dolencias con fe y optimismo; también hacemos presentes a aquellos que vivieron con nosotros y cuya memoria aún perdura (Silencio).
De manera especial recordamos a Conchita Torrejón que en estos días ha acudido a la llamada del Padre y goza de su presencia.
Lector: La presencia especial de Jesús entre nosotros es una invitación para brindar con alegría y esperanza:
TODOS: Por Cristo, con él y en él, a ti Dios-Padre bueno y compasivo, en la unidad de tu Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Lector: Nos cogemos de la mano y proclamamos con alegría y entusiasmo la oración que Jesús nos enseñó:
TODOS: PADRE NUESTRO…paz
Ahora es el momento de la PAZ, ese momento en que de nuestros corazones sale la bondad y el cariños que intercambiamos entre todos.
Lector: Éste es Jesús, nuestro hermano, que nos invita a participar de su pan, para identificarnos con él, y a beber de su copa para identificarnos con su sangre derramada injusta y violentamente. ¡Dichosos los invitados a esta Cena!
TODOS: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero tu presencia y tu palabra bastarán para salvarnos.
MÚSICA, durante la comunión.
ACCIÓN DE GRACIAS.
En esta realidad tan compleja y confusa en la que vivimos, no resulta sencillo distinguir lo esencial de lo irrelevante. Queremos darte las gracias por ayudarnos a discernir cómo seguir construyendo el reino. Tu espíritu nos da la luz que necesitamos y la fuerza para seguir el camino que nos señalas. Si no creyéramos que tú estás con nosotros no nos sentiríamos capaces de ello. Gracias por permitirnos vivir esta experiencia de fe en comunidad; sabemos que es a través de ella como nos llega tu luz y tu fuerza.
Despedida