Enséñanos a perdonar 13 de noviembre de 2011
Saludo y presentación
Todavía es muy reciente el anuncio del final de la violencia de ETA. La gran alegría que ha supuesto para la mayoría, aun empañada por las formas en algunos casos, nos enfrenta ante el proceso posterior: la reconciliación y el perdón. Es una excelente ocasión para examinar nuestra idea del perdón y nuestra capacidad de perdonar desde el punto de vista evangélico. Eso sí, una ocasión, no un tema para debatir. Vamos a obviar el problema social, político, psicológico y de relaciones personales que se va a plantear; no vamos a hablar de nuestra visión de las posibles soluciones que habrá que dar a este problema. Lo que os proponemos es reflexionar acerca de nuestra postura sobre el perdón, que es quizá el principal mensaje que nos dejó Jesús de Nazareth.
Canción: Pregonad que llega el reinado de Dios, estrofas 3 y 4 (pág 71)
1ª Lectura: Extracto de la entrevista de la hija de E. Lluch.
2ª Lectura: Textos seleccionados de los evangelios.
Introducción al diálogo
Jesús nos dejó en sus mensajes pocas ideas más sencillas y claras que la del perdón. En aquella sociedad transmitió ideas que chocaban frontalmente con la concepción socio-religiosa de su entorno y con la propia condición humana, casi diríamos con la propia condición natural, que tiende a devolver el mal a quien nos lo hace, a cobrarse las ofensas o los daños que los demás nos hacen en nuestra persona o nuestros bienes.
Y llega Jesús y nos dice: perdonad siempre, no devolváis mal por mal, amad a vuestros enemigos, no llevéis lustras ofrendas al altar si no estáis reconciliados con vuestros hermanos. Y nos cambia la escala de valores. Aparca a un lado la justicia, y nos deja cómo debemos dirigirnos al Padre: Perdónanos como nosotros perdonamos.
Y eso, que vemos muy bien en la palabra, en la teoría, nos cuesta mucho aplicarlo a la vida real; casi preferimos el Dios del AT, que premia y castiga y nos permite hacer igual con los demás.
Es delicado el tema: no debemos omitir que si la sociedad no persigue a los delincuentes, a los terroristas, a los corruptos, a los explotadores, si perdona sin más, está canonizando a sus destructores, deja inermes a las personas y se destruye a sí misma. Ya Jesús echó del templo a los mercaderes. Por eso decíamos en la introducción que no queremos que la reflexión de hoy vaya por ese camino, sino por el estrictamente personal. Dejemos a la política y a la justicia que hagan su trabajo, pero ¿y nosotros?, ¿sabemos perdonar?, ¿somos capaces en nuestro interior de seguir las enseñanzas del nazareno?; cuando se nos ha hecho mucho daño, ¿hasta dónde estamos dispuestos a perdonar?
Pues eso vino a transmitirnos Jesús. Pero no sé hasta qué punto lo consiguió. Tenemos que decirle todavía muchas veces: “Enséñanos a perdonar”.
Ofertorio:
- La entrevista de la hija de E. Lluch
- Copia de “El abrazo” de Genovés
- Pan y vino
Anáfora
Equipo.- Comencemos la oración pidiendo que el Señor esté con todos nosotros. Y ¡levantemos el corazón!
TODOS.- ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor!
Equipo.- Señor Dios, Padre de misericordia. Desde siempre han dicho de ti: “Dios premia a los buenos y castiga a los malos”. Pero nos enviaste a Jesús para decirnos exactamente lo contrario: Tú eres bueno siempre con todos. Y quien ha hecho de ti un Dios vengativo está justificando su propia venganza.
Equipo.- Sólo un loco podía decir con aquella convicción algo tan absurdo e impensable: «Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen, perdonad setenta veces siete… » Por eso los oyentes lo escuchaban escandalizados
TODOS.- Pero ahora creemos en que Jesús sabía lo que está diciendo. Creemos que es eso lo que quieres. Y te damos gracias por habérnoslo revelado por medio de tu hijo.
Equipo.- Su invitación nace de su experiencia de ti. El Padre de todos no es violento sino compasivo. No busca la venganza ni conoce el odio.
TODOS.- Tu amor es incondicional hacia todos, haces salir su sol sobre buenos y malos, mandas la lluvia a justos e injustos. No discriminas a nadie. No amas sólo a quienes te son fieles. Tu amor está abierto a todos.
Equipo.- El perdón solo puede nacer de un verdadero amor. No es fácil perdonar, como no es fácil amar. Va en contra de lo razonable. Por la razón nunca nos convenceremos de que tenemos que perdonar.
Equipo.- Atraídos por Jesús, queremos aprender a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos.
TODOS.- Tal como él nos enseño a pedirte, te pedimos: perdona nuestras ofensas y ayúdanos a perdonar a los que nos ofenden, hasta identificarnos con tu hijo, que murió rezando por quienes lo estaban crucificando.
Equipo.- Poco antes de la crucifixión, la noche antes de ser entregado Jesús compartió la cena con sus amigos y, dándote gracias, tomó el pan en sus manos, lo bendijo y se lo dio diciendo:
TODOS – TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS
Equipo.- Después tomó el cáliz en sus manos y, dándote de nuevo gracias, brindó con sus amigos diciendo:
TODOS – TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE. SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS. Y HACED ESTO EN MEMORIA MíA.
Equipo.- Porque así lo creemos, manifestamos que éste es el sacramento de nuestra fe.
TODOS.- Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven señor Jesús.
Equipo.- Así pues, descubrimos que perdonar, no es hacer un favor al otro, sino entrar en una dinámica de verdadero amor, que permite paz, armonía interior y bienestar. Brindemos por ser capaces de interiorizar este mensaje:
TODOS – Por cristo, con Él y en Él, a ti dios padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos, amén.
Equipo.- Y hoy más que nunca, todos juntos, con la fuerza que nos da tu presencia tenemos que pedirte que nos perdones como solo Tú sabes hacerlo, y que nos enseñes y nos ayudes a aprender de Tí a perdonar a los demás.
TODOS. – Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor, si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!
Equipo.-Reconciliados con el Padre reconciliados entre nosotros, nos damos el saludo de la paz del Señor: que la paz esté con nosotros.
Equipo.-Dichosos los invitados a la mesa del Señor. He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
TODOS– Señor yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Padrenuestro y abrazo de paz
Comunión con alguna música apacible.
Plegaria de acción de gracias
Canción: Juntos para soñar, pg. 6 estrofas 1 y 3