Si analizamos la historia de nuestra Comunidad, la preocupación de “compartir bienes” ha sido una constante que ha ido tomando diferentes formas y contenidos en la medida que la Comunidad ha ido creciendo y madurando en la Fe. La asunción por la comunidad de diversos proyectos de apoyo solidarios no es una experiencia nueva sino que arranca en los tiempos de la Parroquia Comunidad.
Aparece como una de las experiencias más interesantes de la comunidad STA. Bajo la denominación inicial, en los 70, de Comisión Económica, va evolucionando desde la llamada Comunicación de Bienes en la que compartíamos algo para echar una mano a los comuneros en apuros, pasando por una etapa intermedia en la que, en aras de una efectividad se ejercía a través de instituciones, para llegar a la Comunidad de Bienes, basada fundamentalmente en actuaciones que incidan en la mejora de las condiciones de vida de los más desfavorecidos, como la mejor expresión del compromiso comunitario.
Así, tres rasgos se fueron configurando en el paso desde los compromisos meramente asistenciales a la solidaridad con perspectiva comunitaria:
- La cercanía a los proyectos que, a partir del conocimiento del proyecto, permite aportar soluciones a los nuevos problemas.
- La profundización en los objetivos que da un mayor sentido a la praxis y, que a la vez, era completada con una profundización teórica.
- La complicidad de toda la Comunidad. La presentación frecuente de la experiencia en las eucaristías comunitarias fue ganando adeptos hasta llegar a convertirse en praxis de toda la comunidad.
Se hace necesario hacer un cierto análisis de las causas que en la situación actual han producido, por una parte, un desapego de parte de la comunidad hacia algunos proyectos que eran presentados por otras personas o grupos o, lo que es peor, ciertas disensiones entre grupos y personas por una distinta percepción de los objetivos de algunos proyectos.
Algunas causas se hacen explícitas.
Es importante tomar conciencia de que todo proyecto es político, en el sentido amplio de la palabra. La opción por los pobres, en la lucha por la verdad y la justicia, lleva al compromiso político pues es incompatible con la opción de admitir las causas que generan la pobreza, y luchar de alguna forma contra ellas, lo que no significa que se trate de proyectos partidistas como se ha podido interpretar.
Hay otros proyectos que atienden más a la resolución de necesidades urgentes sin abordar de una manera explícita las causas que provocan esta necesidad. Ello, en el mismo sentido amplio, también supone una opción política
Otra causa provocadora de la situación actual creemos se debe a que, por una falta de información, hay poco conocimiento por parte de la comunidad de los proyectos que se presentan, lo que dificulta la necesaria implicación de la comunidad y consecuentemente la toma de decisiones poco fundamentadas.
Estos son algunos aspectos del análisis que será sin duda enriquecido por otras aportaciones de la comunidad.
A partir del mismo se hace necesario iniciar una reflexión de toda la comunidad que conduzca a un replanteamiento de la expresión de la solidaridad a través de los proyectos de apoyo. Para ello os trasladamos estas conclusiones en la medida que puedan ayudar a dicha reflexión.
Nuestros proyectos nacen de la exigencia ética-cristiana de la comunicación de bienes (Koinonia: Ver el material del Taller I de este año) que se basa en lo que los primeros cristianos y algunos santos padres decían sobre la propiedad privada. No hay nada nuestro mientras haya alguien que carece de lo necesario.
- Vivimos en un mundo radicalmente injusto. Somos conscientes de que la pobreza y las desigualdades en el mundo van en aumento y exigen un cambio profundo de la sociedad, de los valores, de las estructuras. La comunidad debe incorporar criterios de ética y de misericordia, encontrando la manera de ser eficaces en la comunicación de bienes, desde principios de justicia y opción preferencial por los pobres.
- Como comunidad cristiana podemos avanzar juntos en el proceso que hemos iniciado de compartir lo que somos y tenemos. El dar dinero no es lo más importante. Partimos de una situación ventajosa respecto a cada vez más personas. La comunicación debe ir en las dos direcciones. Nosotros tenemos algo: dinero, cultura, habilidades, etc. que pueden ser utilísimas en algunos sitios, pero el compartir con los pobres, con las víctimas a la vez nos cambia por dentro y nos permite descubrir lo mejor de nosotros y nos convierte en seres más humanos. La relación será pues entre “iguales” en la medida en que nosotros seamos capaces de identificarnos con los objetivos de los proyectos, estableciendo una relación de fraternidad. Tenemos que aligerar nuestro equipaje y ponerlo a disposición de los que carecen.
- A la luz de estas reflexiones, compartidas por todos, buscaremos las mediaciones necesarias, varias y diferentes, que cada comunero considere más oportunas.
A la hora de definir unos nuevos criterios, parece necesario tener en cuenta los siguientes aspectos fundamentales:
- Deberíamos evitar la burocracia a la hora de elegir los proyectos. Los proyectos deben ser transformadores de las personas: de los beneficiarios y de los que dan.
- Debe exigirse una mayor implicación de los comuneros en los proyectos que proponen y siguen y, como consecuencia, que la implicación del conjunto de la Comunidad sea mayor.
- El proyecto debe suscitar el apoyo de toda la comunidad aunque sea un grupo el que lo presente y lo siga de cerca
- Dado el carácter plural de la comunidad debemos ser respetuosos con los diferentes proyectos presentados, sin caer en neutralidades estériles.
Tras lo anteriormente expuesto pensamos que podríamos resumir en tres los criterios fundamentales que propicien la elección y asunción por la comunidad de los proyectos de solidaridad.
- Que sean de carácter colectivo y tengan incidencia transformadora en la realidad sociopolítica a través de la educación, la formación, la organización o cualquier otra actividad, que genere cierta autonomía en los beneficiarios.
- Que sean presentados por un grupo de personas de la comunidad que tenga una relación cercana con los beneficiarios debiéndose hacer responsable del control de gestión económica, del seguimiento y evaluación y de favorecer la participación de la comunidad en sesiones informativas y/o celebrativas u otros medios.
- El grupo debe establecer la justificación de la continuidad o no del proyecto