Domingo de Ramos bajo la luz de la Esperanza 28 de marzo de 2021
Música: Vienen con alegría
“Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”.
Este es el grito que se escucha hoy en muchas partes del mundo, porque lo que vamos a celebrar, es lo que nos dicen los evangelios de Jesús, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y que ya estaba profetizada en el Libro de Zacarías que dice:
«Todo esto se hizo para que se cumpliera lo dicho por el profeta: díganle a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre un pollino”. Estos versos son un anuncio de la llegada del Mesías, no a caballo como los reyes armados para la guerra, sino como la tradición judía, sentado sobre un pollino, como un rey humilde y luchador por la justicia y la paz. Así lo hemos conocido nosotros y así lo vamos a vitorear y a proclamar como un Príncipe de la paz, que viene a inaugurar su reino de fraternidad.
Celebremos este acontecimiento con la alegría y la esperanza de que ese Jesús que subió a Jerusalén para cargar con su cruz, nos ayudará a llevar la nuestra y la de nuestros hermanos que no pueden con ella porque nuestra sociedad enferma y egoísta les ha privado de sus derechos.
Y para que esta entrada simbólica sea triunfal, tomemos nuestros ramos y pidamos a Dios que bendiga a nuestra madre tierra que nos da sus frutos, a estos ramos regados y bendecidos con el sudor de los aceituneros y a nuestra comunidad que espera y lucha para que llegue su reino.
Escuchemos lo que nos dice el apóstol Marcos en su evangelio
Primera lectura – Evangelio Mc. 11, 1-10
Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
—Id a la aldea de enfrente, y en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto.
Fueron y encontraron el borrico en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:
—¿Por qué tenéis que desatar el borrico?
Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban:
—Viva, bendito el que viene en nombre del Señor.—Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.
—¡Viva el Altísimo!
Segunda lectura – Texto del Papa de la homilía del domingo de Ramos del 2020.
Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompañan festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto».
Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él supo comprender las miserias humanas, mostró el rostro de misericordia de Dios, se inclinó para curar el cuerpo y el alma. Y ahora entra en la Ciudad Santa.
Es una bella escena, llena de luz, de alegría, de fiesta.
No sean nunca hombres, mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca se dejen vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; de saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables…, y ¡hay tantos!
Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro.
Jesús toma sobre sí el mal, la suciedad, el pecado del mundo, también el nuestro, y lo lava, lo lava con su sangre, con la misericordia, con el amor de Dios.
Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige el mal a la humanidad! Guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, de poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación. Y nuestros pecados personales: las faltas de amor y de respeto a Dios, al prójimo y a toda la creación.
Jesús en la cruz siente todo el peso del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección. Queridos amigos, con Cristo, con el Bien, todos podemos vencer el mal que hay en nosotros y en el mundo.
CANCION: Bendito (Salomé Arricibita)
Introducción al diálogo:
A la vista del contenido de la segunda Lectura (sobre la Esperanza), invitamos a reflexionar sobre signos de esperanza que nos ayuden a trabajar en esa dirección.
Ofrendas:
1.- Te ofrecemos, Señor, a la madre tierra que, como madre que es, nos procura protección y sustento a todas sus criaturas. Como a toda madre la debemos amor y hemos de cuidarla y defenderla de todos los ataques que la destruyen y maltratan, consecuencia de la avaricia y de la codicia de algunos.
2.- Aunque estemos celebrando la luz de la alegría en la esperanza de un mundo mejor, especialmente en estos días de «Pasión», no olvidamos y ofrecemos el dolor y sufrimiento de tantos hombres, mujeres y niños por las muertes, enfermedades, el hambre … causados por la pandemia y por la ausencia de una auténtica justicia social universal .
Invitación a hacer ofrendas a la comunidad
3.-Bolsas.
4.- Ofrenda del Pan y el Vino.
ANÁFORA
E: Te damos gracias por habernos dado a tu Hijo que nos enseñó a tener esperanza a pesar de los acontecimientos diarios que vemos a nuestro alrededor.
E: Como dice el Papa: No seamos nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca nos dejemos vencer por el desánimo. Nuestra alegría nace de haber encontrado a una persona Jesús; de saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles. ¡No os dejéis robar la esperanza!
E: Deseamos que se produzcan los frutos de paz, esperanza y hermandad que ha llevado el Papa a Irak con el anuncio de la Buena Nueva.
E: Que busquemos la fraternidad entre los creyentes y caminemos juntos con los hermanos de otras religiones para conseguir la paz.
Diapositiva para la consagración:
E: Todos juntos, reunidos en nombre de Jesús, repetimos también hoy los gestos que hizo cuando reunido con sus discípulos y seguidoras más fieles, tomó el pan, lo partió y dijo:
“Tomad y comed todos de él porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”
E: Y a continuación tomó la copa, la bendijo y la repartió diciendo:
“Tomad y bebed todos de ella porque esta es mi sangre que será derramada por todo el género humano”. Haced esto en memoria mía.
E:Éste es el sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús!
Oración:
Te quedaste con nosotros para acompañarnos y recordarnos que no estemos tristes porque hay esperanza.
A pesar del impacto de todo lo que ha sucedido, las graves consecuencias que nos pronostican, el dolor y el luto por los seres queridos, la soledad de las personas ancianas, las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, del personal sanitario al sentirse exhaustos y desbordado, ese pensamiento que nos pesa y que parece tener la última palabra: no hay esperanza. Pero sí la hay, nos dice el pasajero de Emaús o el aparecido a las mujeres ante la pesada losa del sepulcro, alegraos porque sí hay esperanza.
Te lo pedimos Señor, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos AMEN
Padre nuestro: Jesús nos enseñó la manera de dirigirnos al Padre. Os invitamos a unir nuestras manos y hacer juntos la oración del Padre nuestro.
Paz: Reconociéndonos como hermanos, nos deseamos la paz unos a otros.
Comunión: Compartir el pan y el vino es un compromiso, es compartir nuestra vida y ponerla al servicio de los demás. Con este sentido, nos atrevemos a comer el pan y beber el vino como hizo Jesús en su última noche con sus amigos.
Canción: Te bendecimos (Salomé Arricibita).
Acción de gracias. ORACION AL ESPIRITU DE DIOS (Rafael Calvo)
Envía tu Espíritu en medio de nosotros, para que caminemos por el sendero que Jesús nos enseñó. En un mundo en crisis, donde hemos perdido la esperanza, queremos ser profetas de la esperanza.
En un mundo triste, donde predominan las malas noticias, queremos ser portadores de consuelo y de buena nueva. En un mundo que malvive en situaciones de opresión, queremos estar del lado de los excomulgados de la vida.
Y denunciar formalmente, como Iglesia de Jesús, las injusticias que sufren, por las que mueren tantos seres humanos, hermanos nuestros. Te agradecemos, Señor, ahora todo lo bueno que han hecho por nosotros nuestros familiares difuntos, que ya viven en ti. Nos unimos en comunidad
a todas las personas de buena voluntad, con las que ponemos todo nuestro empeño en hacer un mundo más justo y solidario. AMÉN.
Invitación a dar gracias la comunidad.
Avisos y despedida