DEJARME QUERER

Si Dios vive y está en nosotros como el abrazo amoroso que envuelve el universo, entonces de lo que se trata es de dejarse querer. La oración consiste en dejarse abrazar por Dios. Es como volver a la casa donde siempre nos esperan y, como el hijo pródigo, dejar que nuestro Padre-Madre nos abrace y nos cubra de besos.

La oración es un encuentro amoroso con Dios. Dios siempre está dispuesto; siempre está a nuestra espera.

Lo que más deseamos y ansiamos en nuestra vida es que nos quieran. El amor es la fuerza más dinámica del universo. La esperanza del amor abre las puertas de un futuro de plenitud.

¿Dónde se funda la esperanza del amor si no es en el Amor? ¿No es el Amor lo que andamos buscando por los senderos y revueltas de la vida, por nuestras ansias y desazones?  ¿Dónde encontrarnos con el Amor que ansía el corazón humano y que daría un atisbo de esperanza a un mundo bastante terrible?

La oración es un encuentro en que el Amor nos quiere.

La oración es dejarse querer. Por eso nos abandonamos y confiamos en Dios para descubrir que Dios nos quiere desde toda la eternidad y por toda la eternidad.

Dios está esperándonos siempre en nuestro propio corazón. Llevamos al Amor con nosotros y el Amor nos lleva.

J.Mardones

 

CONDÚCEME

Guía mis pasos:

No te pido que me hagas ver desde ahora

Lo que me reservas para más adelante.

Un solo paso es bastante para mí.

No he sido siempre así; ni tampoco he rezado siempre

para que Tú me condujeras.

Deseaba escoger y ver mi camino,

pero ahora, condúceme Tú,

siempre más adelante.

Experiencia del Cardenal Newman

Gritos y Plegarias, 306-7