Confianza en Dios-Padre, como Francisco de Asís.                                                         5 de Octubre de 2014

INTRODUCCIÓN: Si hay alguna persona que de forma clara, plástica y luminosa ha encarnado lo fundamental del Evangelio, ésa es Francisco de Asís. El Evangelio tiene muchas facetas importantes. En esta Eucaristía queremos destacar dos: La paternidad de Dios universal y la hermandad entre los hombres sin mirar etnias, origen geográfico, sexo, clase social, o cualquier otra diferencia que pueda existir. Se trata, pues, de una hermandad igualitaria.

La paternidad de Dios, por ser universal, se extiende a todo ser, viviente y no viviente. Echa por tierra las barreras artificiales, creadas, sobre todo, por las diversas religiones, y por los poderosos con el afán de dominar,  destacar, someter y aprovecharse de la inmensa mayoría del género humano. Dios no quiere barreras; por el contrario, establece vínculos de unión afectivos y efectivos para  que surjan y pervivan la concordia y la solidaridad entre los seres humanos y los diversos pueblos de la tierra.

Francisco de Asís entendió como nadie esta dimensión del Evangelio, la vivió en profundidad y la transmitió de manera diáfana con su vida y en algunos de sus escritos.

 

EVANGELIO:

  1. Os han enseñado que se mandó: “Amarás a tu prójimo…” y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos… Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo (Mateo 5,43-45.48b.).
  2. Nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro… No podéis servir a Dios y al dinero.

Por eso os digo: No andéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer o a beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Fijaos en los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan; y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellos? (Mateo 6,24-27ª.).

  1. Y ¿por qué os agobiáis por el vestido? Daos cuenta de cómo crecen los lirios del campo y no trabajan ni hilan… Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, la viste Dios así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? (Mateo 6,28-30).
  2. Conque no andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir… Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. (Mateo 6,31-33).

REFLEXIÓN:

OFERTORIO:

ANAFORA

Lector: Te alabamos, Dios nuestro, porque, aunque eres Espíritu, te has manifestado a través de Jesús como Padre de toda la humanidad, echando por tierra todas las barreras que nos separaban y dividían.

Lector: Te alabamos, Padre, porque tu Hijo Jesús desmitificó la barrera de lo sagrado, plantándole cara a lo más sagrado de la religión judía, como el precepto del Sábado y el Templo, porque discriminaban y sometían a la gente.

TODOS: Te damos gracias, Padre, porque tienes un proyecto de vida sobre cada uno de nosotros; por Isaías dijiste: “Mis planes no son vuestros planes”. Como es un proyecto para implantar tu Reino, tenemos que descubrirlo e incorporarlo a nuestra vida. Nos interroga y nos sorprende constantemente.

Lector: Como Francisco de Asís te alabamos, Padre, porque derramas tus beneficios sobre justos y pecadores, haces llover y haces que salga el sol sobre buenos y malos. La hermandad universal, “hermano sol, hermana luna”, nos lleva a la integración y respeto de todo lo creado.

Lector: Como Francisco de Asís, te damos gracias, Padre, porque nos implicas con los pobres y los más necesitados. Hacemos nuestro el “Tuve hambre y me disteis de comer, sed y me disteis de beber”… No vamos a ser juzgados por lo sagrado ni por los ritos del templo.

TODOS: Te damos gracias, Padre, porque derramas tu amor en nuestros corazones para que se convierta en compasión y misericordia para con los más pobres y desvalidos: los niños, los ancianos, los sin techo, los inmigrantes, los considerados desecho de la sociedad, las mujeres maltratadas… Por eso entonamos con gozo el himno de alabanza.

Lector: Cantamos el Sanctus de la Misa salvadoreña, p. 78.

Lector: Reunidos en torno a esta mesa, queremos recordar, Jesús, tu Pascua definitiva, en la que te sigues haciendo presente para darnos vida y vida abundante. Tomaste el Pan en tus manos y, dando gracias al Padre, dijiste:

TODOS: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”.

Lector: Del mismo modo, acabada la Cena, tomaste un Cáliz lleno de vino, y, bendiciendo al Padre, lo pasaste a tus discípulos, diciendo:

TODOS: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.

Lector: Éste es el sacramento de nuestra fe.

TODOS: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: ¡Ven, Señor Jesús y permanece entre nosotros!

Lector: Recordamos ahora a todas las personas que vivieron con nosotros y cuya memoria aún perdura (Silencio).

Lector: La presencia especial de Jesús entre nosotros, nos invita a pronunciar el Brindis de la alegría y la esperanza:

TODOS: Por Cristo, con él y en él, a ti Dios-Padre bueno, en la unidad del Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Lector: Nos cogemos de la mano y proclamamos con alegría y entusiasmo la Oración que Jesús nos enseñó:

TODOS: PADRE NUESTRO…

Lector: Recitemos la Oración de San Francisco por la Paz, y luego, sin más, nos abrazamos para darnos la Paz.

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO POR LA PAZ

Señor, haced de mí un instrumento de paz.

Que allí donde haya odio, ponga yo amor;

Donde haya ofensa, ponga perdón;

Donde haya discordia, ponga unión;

Donde haya error, ponga verdad;

Donde haya duda, ponga fe;

Donde haya desesperación, ponga esperanza;

Donde haya tinieblas, ponga luz;

Donde haya tristeza, ponga alegría.

¡Oh, Maestro!

Que no me empeñe tanto

En ser consolado como en consolar;

En ser comprendido, como en comprender;

En ser amado, como en amar,

Pues dando, se recibe,

Olvidando, se encuentra,

Perdonando, se es perdonado,

Muriendo, se resucita a la vida eterna.

Lector: Mientras comulgamos, una música de fondo nos invita al recogimiento y a la reflexión

Lector: Como Acción de gracias, escuchemos el Cántico de las Criaturas de San Francisco:

Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar…

Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Lector. La Eucaristía no se ha terminado, debe pervivir en nuestro quehacer diario. ¡Podemos ir en Paz!

TODOS: ¡Demos gracias al Padre!