Civismo y Comunidad Global                                              6 de diciembre de 2020

Presentación

La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre el Civismo, que definimos como la acción conjunta y la responsabilidad con el prójimo. Civismo y responsabilidad son más bien un prerrequisito esencial para el buen logro de una sociedad democrática. Cuanto más democrática sea una sociedad, tanto más Civismo será necesario.

Jacinda Ardern

La paradoja de la pandemia consiste en que uno acaba teniendo más libertad si se impone voluntariamente restricciones a sí mismo. Quien rechaza la responsabilidad con el prójimo como un atentado a la libertad acaba teniendo al final menos libertad.

El éxito de los neozelandeses en la lucha contra la pandemia consiste también en la movilización del Civismo. La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, hablaba del «equipo de cinco millones». Su apasionada apelación al Civismo tuvo muy buena acogida entre la población. Sin embargo la política de Trump ha hecho imposible sentirse parte de un nosotros. La pandemia nos enseña qué es la solidaridad. La sociedad liberal necesita un nosotros fuerte. De lo contrario se desintegra en una colección de egoístas.

Acto de perdón

Tendremos que pedir perdón, no únicamente a Dios sino a nuestro prójimo. Si estuvieran todos aquí presentes tendríamos que pedir su perdón por las veces en las que hemos colocado nuestra comodidad personal por delante de la protección de todos, por defender nuestro derecho por encima del bien de todos, por pensar y mantener nuestro interés personal por delante de tantos que, por no tener, no tienen ni quien los defienda.

Por ello les pedimos perdón y elevamos este perdón a Dios, para que lo acepte.

1ª Lectura (textos de la encíclica Fratelli Tutti)

En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos como impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos en la misma barca.

Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común.

El golpe inesperado de esta pandemia, nos obliga a volver a pensar en los seres humanos, “en todos”, más que en el beneficio de algunos. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado.

2ª Lectura (Mt 22, 15-22)

Los fariseos se movieron para ver juntos el modo de atrapar a Jesús en sus propias palabras. Le enviaron, algunos discípulos junto con algunos partidarios de Herodes a decirle: “Maestro, sabemos que eres honrado y que enseñas con sinceridad el camino de Dios. No te preocupas por quién te escucha, ni te dejas influir por nadie. Danos, pues, tu parecer: ¿Está contra la Ley pagar el impuesto al César? ¿Debemos pagarlo o no?

Jesús se dio cuenta de sus malas intenciones y les contestó: “¡Hipócritas! ¿Por qué me ponen trampas? Muéstrenme la moneda que se les cobra”. Y ellos le mostraron un denario.

Entonces Jesús preguntó: “¿De quién es esta cara y el nombre que lleva escrito?”. Contestaron: “del César”. Jesús les replicó: “Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”.

Con esta respuesta quedaron muy sorprendidos. Dejaron a Jesús y se marcharon.

Introducción al diálogo

Después de haber escuchado las palabras de Mateo, ofrecemos la reflexión acerca de las diferentes cuestiones que nos podríamos plantear. Una de ellas es la afirmación de “lo que es de Dios”. ¿Cuáles son las cosas de Dios?, porque, efectivamente, no es el poder. ¿Y las del César? Otra sería la frase de que “Dios hace salir el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos”, también de Mateo. Os invitamos a participar.

Ofrendas

  • Evangelios: Ofrecemos, en primer lugar, los textos evangélicos que inspiran nuestra espiritualidad y nuestra fraternidad con todas las personas, y con la naturaleza
  • Constitución: también queremos ofrecer la actual Constitución Española, como norma de organización y de convivencia en paz.
  • Recordatorio de las bolsas: En estas celebraciones a distancia, no estamos pasando en el momento de las ofrendad las bolsas de la colecta, para nuestra colaboraciones solidarias. Os recordamos que podéis hacer vuestras a la cuenta corriente la comunidad
  • Pan y vino): Por último, presentamos el pan y el vino, como signo del alimento material necesario para todos y como símbolo de nuestro alimento espiritual

Anáfora

Este pan y este vino que ofrecemos son los mismos signos que nos dejaste el último día que te reuniste con tus amigos para despedirte. Esa noche, tras bendecir el pan, lo repartiste entre ellos mientras les decías: “Comed todos de este pan que os reparto; es mi cuerpo que será entregado por vosotros”. Luego hiciste igual con el vino mientras les decías: “Bebed todos de esta copa; es mi sangre, que será derramada por vosotros y por toda la humanidad. Y lo mismo que les había dicho antes, al lavarles los pies, les dijo ahora: “Cuando os reunáis en mi nombre haced esto en mi memoria”.

Este es el sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.

Igual que hemos recordado y repetido ese gesto, recordamos y repetimos la oración que nos enseñó para dirigirnos al Padre como hermanos. Con ese sentimiento de hermandad y unidos en la distancia decimos todos: “Padre nuestro….”

Antes de dejar tu ofrenda ante el altar, reconcíliate con tu hermano. Lo mismo, antes de compartir el pan y el vino, como hermanos, nos deseamos y nos damos un gesto de paz.

Y ahora, en memoria de Jesús, comemos el pan y bebemos el vino.

(al finalizar la comunión, unos instantes de silencio mientras suena la música)

Acción de gracias

Una vez más hemos vuelto a sentir, siguiendo la enseñanza evangélica, que todos somos hermanos. Y no sólo dentro de nuestra comunidad, sino de quienes nos rodean, tanto en nuestro entorno como lejos, da igual si los conocemos o no, porque todos formamos parte del mismo mundo, debemos cuidarnos y debemos ser los samaritanos de la parábola.

En un día como hoy en el que se celebra la Constitución, que nos une en la sociedad civil por más que pueda ser mejorada, somos más conscientes de nuestra condición de ciudadanos pero también de prójimos; con unas normas que nos amparan y debemos respetar, pero con un sentimiento universal de que podemos y debemos ir más allá cuando el que está al borde del camino nos necesita. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, pero sabiendo que lo de Dios es lo de los demás; eso también es el Civismo que hoy hemos celebrado. Gracias, Jesús, por habernos dado esta imagen tan acertada, gracias por el espíritu que comparte esta comunidad, que hoy ha expresado en la celebración, y gracias por haber estado hoy entre nosotros para ayudarnos a entender que renunciar a parte de nuestras libertades en aras del bien de los demás no sólo nos acerca al Reino, sino que también nos hace más libres.