Celebración del perdón.                                                            19-12-2014

Canto de entrada: Un pueblo que camina. Pag. 44

  • Introducción y saludo:

Buenas tardes y bienvenidos a este encuentro de la Comunidad.

Conocemos bien cómo Jesús valoraba el reunirse para escuchar la Palabra del Padre y entre todos dar pasos para caminar guiándose por el amor. Esta tarde es otro de esos momentos en los que sabemos que estando reunidos en nombre de Jesús, El está con nosotros.

Este encuentro es, en primer lugar, para pedir perdón conjuntamente por nuestros estancamientos en el seguimiento de Jesús. Cada uno conoce sus carencias, limitaciones e incoherencias… y tendrá que ver qué es lo que le ayuda a dar pasos que se traduzcan en pequeños o grandes cambios.

También comunitariamente es importante reflexionar sobre la respuesta que estamos dando a la situación en la que viven la mayor parte de la población en nuestra sociedad y en otros muchos lugares del mundo. Como dice Ada Colau… “las cosas no pasan porque sí, estamos en guerra y la vida de la gente corre peligro” ; y para los cristianos esa gente que mueren porque no se les facilita el medicamento adecuado, o se matan porque se sienten abandonados de todos al perder su casa o el trabajo, ….son nuestros hermanos.

Y si nuestra respuesta es tímida o no ha supuesto ningún cambio significativo en nuestras vidas -ante la miseria en la que viven la mayoría de los hermanos- pensamos que es necesario saber qué nos pasa, qué nos contamos, qué nos hace estar bloqueados, qué nos impide acercarnos al itinerario que nos señaló Jesús

Escuchemos con la mente y el corazón abiertos el mensaje de Jesús y de Francisco.

Lectura 1

ALGUNOS DESAFÍOS DEL MUNDO ACTUAL (de la Evangelii Gaudium)

52. La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas.

Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad.

No a una economía de la exclusión

53. Así como el mandamiento de « no matar » pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir « no a una economía de la exclusión y la inequidad ». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre.

Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del « descarte » que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son « explotados » sino desechos, « sobrantes ».

No a la nueva idolatría del dinero

55 Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. EX 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.

56 Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común

No a un dinero que gobierna en lugar de servir

57  Tras esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado. Para éstas, si son absolutizadas, Dios es incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, por llamar al ser humano a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud.

La ética —una ética no ideologizada— permite crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad:

« No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos ».55

Lectura 2–   El joven rico. Mc 10, 17-23

Música unos minutos previos a la reflexión.

Introducción al diálogo.

Después de oír  las lecturas nos surgen varias preguntas:

¿Qué nos impide ser coherentes en el seguimiento de Jesús?  Jesús es muy claro, le dice al joven rico: vende todo lo que tiene, dáselo a los pobres y vente conmigo.

La mayor parte de nosotros somos sensibles a las situaciones de injusticia, de precariedad, de violencia e intentamos participar en diferentes grupos o movimientos que luchan contra las causas de dichas situaciones pero esto no nos satisface totalmente. ¿hacemos lo suficiente? ¿nos justificamos con lo que ya estamos haciendo y no nos preguntamos si se puede hacer más? ¿cuáles son las razones para no implicarnos más?

Algunas ideas que surgieron durante la preparación sobre las que nos podemos preguntar:

-vivir con el 50% de nuestros ingresos y repartir el otro 50%

-revisar nuestro consumo en las fiestas, viajes, ropa, tecnología….

-tenemos miedo a perder nuestras seguridades: sueldos, pensiones, ahorros…

  • Canto: Cuando el pobre nada tiene. Pag.. 52

Oración de perdón:

Pensamos que además de hablar de perdón, tenemos que hablar de reconciliación. Jesús nos dijo que antes de presentar nuestra ofrenda ante el altar, nos reconciliemos con los hermanos. Probablemente todos tenemos alguna cuenta pendiente con alguien por lo que creemos sentirnos perjudicados y no nos esforzamos por entender las razones del otro que a primera vista nos parecen inadmisibles. Es un cambio de actitud lo que nos reconcilia con los hermanos.

No se trata de pedir perdón a Dios y que todo siga igual. El perdón de Dios está ya concedido como nos muestra la parábola del hijo pródigo. Ante los casos de injusticia e inequidad patentes en nuestra sociedad, a los que seguramente habremos contribuido en alguna medida, se trata de reconciliarnos con los hermanos y de plantar el amor en medio del mundo, de amarnos los unos a los otros que es la verdadera expresión del amor de Dios.

Por todo ello pedimos perdón a los hermanos:

— porque casi siempre tenemos excusas para no implicarnos más en la ayuda a los que la necesitan.

— porque buscamos siempre justificación a no hacer más.

— porque muchas veces el miedo al futuro hace que antepongamos nuestra propia seguridad.

— por las veces que callamos en vez de denunciar las situaciones de injusticia.

Recibe Señor estas peticiones de perdón que hacemos a los hermanos y ayúdanos a estar siempre cerca del que pobre, del débil, del desprotegido y del que sufre la injusticia del egoísmo humano.

  • Abrazo de paz (como símbolo de reconciliación y perdón)