Anáfora
Introducción: Bienvenidos a esta reunión de hermanos y hermanas, convocados en nombre del Amigo de los excluidos, los marginados y los sobrantes de la sociedad, en nombre de quien siempre tenía un sitio cerca de él para los últimos.
- Comenzamos pidiéndote, Señor, la apertura y la cercanía necesarias para entender su situación: soledad, escasez, falta de esperanza, de expectativas, sensación de desamparo, etc…, y ofrecerles nuestra ayuda.
- Queremos rogarte, Señor, que realmente nos creamos el texto del art. 25.2 de la Constitución española que dice: “…las penas y las medidas de seguridad…estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social…” y siendo coherentes con ello, hagamos todo cuanto esté en nuestras manos para que esa situación, que ahora denunciamos, sea revertida.
- Para ello, te pedimos que nos ayudes a ser capaces de ir más allá de nuestros miedos o de nuestros prejuicios, de nuestros condicionantes, y podamos realmente acercarnos de corazón a esos hermanos nuestros.
- Danos Señor una mirada profunda, capaz de ver a las personas y no a sus antecedentes, no a los estereotipos. Que seamos capaces de mirarlos como los miraría Jesús de Nazaret
- TODOS: Sabemos que nacimos para el amor y no para el odio. Y que, en parte, la desigualdad y la injusticia, nos colocan a veces en situaciones límite de las que no nos es fácil salir sin ayuda
- Sabemos que para curar el mal hay que amar al enfermo, pero la raíz del mal está en todos nosotros. Por ello queremos pedirte que nos cures, y lo hacemos entonando el himno de alabanza:
- TODOS: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo, llenos están el Cielo y la Tierra de tu gloria, ¡hosanna en el cielo!, bendito el que llega en nombre del Señor, ¡hosanna en el cielo!
- ¿En cuántas ocasiones nosotros, más o menos acomodados, miramos a los excluidos desde la prepotencia, el desprecio o la indiferencia? ¿No somos de corazón duro cuando enjuiciamos las conductas socialmente desviadas?
- TODOS: Por ello, Señor, reconociendo nuestras dificultades para sentir, como verdaderos hermanos a los excluidos, al acercarnos a tu mesa para compartir este pan y este vino, queremos con tu ayuda recordar aquella otra mesa en la que Tú, con tus amigos, partiste el pan y lo repartiste con ellos diciendo:
“Tomad y Comed todos de este pan porque este es mi cuerpo que se entrega por vosotros.”
Del mismo modo, acabada la cena, tomaste la copa en tus manos y se la ofreciste a todos ellos diciendo:
“Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que se derrama por vosotros y por todos los hombres y mujeres para su liberación. Haced esto en mi recuerdo».
10. TODOS: Este es el sacramento de nuestra fe, anunciamos tu muerte y proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús.
11. Danos fuerza Señor para intentar comprometernos más con aquellos que sufren privaciones y, en especial, con los que sufren privación de libertad, apoyando a los colectivos que dedican a esta tarea sus esfuerzos y sus recursos. Y que nunca nos olvidemos de la necesidad de luchar, al mismo tiempo, para conseguir un mundo más justo.
12. Te pedimos que nos hagas capaces de romper las barreras entre ricos y pobres, entre los diferentes, esas barreras que levantamos con nuestros miedos personales, y podamos alcanzar así el reino de la esperanza, de la igualdad, de la dignidad y de la justicia. Tu Reino, Señor.
13. TODOS: Por todo ello, levantamos el pan y el vino y lo ofrecemos diciendo: Por Cristo, con El y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria.
14. Uniendo ahora nuestras manos, recemos el Padre Nuestro.
15. Y que la paz esté con todos nosotros.