AL LADO DE MARISA                                                        7 de febrero de 2013

Acompañamos a Alberto y familia

1. Acogida

No podemos recibirnos esta tarde  con alegría porque nos embarga una gran tristeza. Pero os agradecemos que hayáis venido,  porque necesitamos que nos ayudéis a superar esta pena tan honda. Si es verdad que la alegría compartida se acrecienta, también es cierto que la pena,  repartida entre muchas y muchos,  es menos pena, resulta más llevadera. Os agradecemos  también que hayáis venido para que nos ayudéis a mantener la esperanza, ahora que,  con la muerte de Marisa,  necesitamos apoyo en nuestra debilidad y una cercanía comprensiva  ante  nuestras incertidumbres. En nombre de toda esta familia, que está atravesando un  duro trance, gracias por estar hoy aquí  a nuestro lado.

2. Oración

Señor Jesús, ¿por qué Marisa? y  ¿por qué ahora. No acertamos a pedirte, Señor,  que le perdones nada porque Marisa fue siempre un persona buena. A todos ayudaba y a todos sabía perdonar.Ahora que ya está muerta, cuídala como a la niña de tus ojos.

Te lo repetimos, Señor, Marisa  fue una mujer cariñosa y servicial hasta el sacrificio de sí misma. Todos la vamos a echar mucho de menos, sobre todo Alberto, su esposo,  y sus hijos e hijas.

A todos y a todas  nos va a faltar.

Sólo acertamos a pedirte para Marisa (Marisina) este favor: ¡Resucítala, Señor! Resucítala y haz que viva y sea feliz contigo por toda la eternidad

3. Las lecturas

1. REQUIEM POR UN SER QUERIDO

Silencio y paz.

Fue llevada de la vida, ¿para qué hacer preguntas?. Su morada, desde ahora, es el descanso, y su vestido, la luz para siempre.

Silencio y paz.

¿Qué sabemos nosotros? Dios mío, Señor de la historia y dueño del ayer y del mañana, en tus manos están las llaves de la vida y de la muerte… Sin preguntarnos, la  llevaste contigo a la morada santa y nosotros cerramos nuestros ojos, bajamos la frente y simplemente decimos: está bien; sea.

Silencio y paz.

La música fue sumergida en las aguas profundas, y todas las nostalgias gravitan sobre las llanuras infinitas; se acabó el combate, ya no habrá para ella lágrimas, ni llanto, ni sobresaltos. El sol brillará por siempre sobre su frente, y una paz intangible asegurará definitivamente sus fronteras.

Señor de la vida y dueño de nuestros destinos, en tus manos depositamos, silenciosamente, este ser entrañable, que se nos fue.

Mientras, aquí abajo, entregamos a la tierra sus despojos transitorios: y duerma su alma inmortal para siempre.                                                                                               (J.L. Martín Descalzo)

2. JUAN. 14, 1-14.

No estéis agitados; fiaos de Dios y fiaos de mi. La casa de mi Padre tiene muchos aposentos. Si así no fuera, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os lo prepare, volveré para llevaros conmigo; así, donde esté yo, estaréis también vosotros. Ya sabéis el camino para ir donde yo voy.

Tomás le dijo: -Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Respondió Jesús:

-Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie se acerca al Padre sino por mi; si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre, aunque ya desde ahora lo conocéis y lo estáis viendo.

Felipe le dijo:

-Señor, preséntanos al Padre; con eso nos basta.

Jesús le replicó:

-Con tanto tiempo como llevo con vosotros, ¿todavía no me conoces, Felipe? Quien me ve a mi está viendo al Padre, ¿cómo dices tú: “preséntanos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre conmigo? Las cosas que yo os digo no las digo como mías: es el Padre que está conmigo realizando sus obras. Creedme, yo estoy con el Padre y el Padre está conmigo; al menos dejaos convencer por las obras mismas. Sí, os lo aseguro: Quien cree en mi hará obras como las mías  y aún mayores; porque yo me voy con el Padre, y lo que pidáis alegando mi nombre lo haré yo para que la gloria del Padre se manifieste por medio del Hijo; cualquier cosa que me pidáis alegando mi nombre, la haré.

Credo

Creo que Dios es nuestro Padre y que estamos en manos de Dios. Sabemos que Dios no tiene manos, pero nosotras y nosotros estamos en manos de Dios. Así aparece lo paradójico y misterioso de nuestra esperanza. Soy consciente del peso del mal en el mundo y en la historia, de que no tengo respuesta para este enigma. Soy consciente del silencio de Dios, de la impotencia de Dios ante la opresión de los pobres y el dolor de los inocentes.

Creo, sin embargo, que estamos en las manos de Dios, que su amor nos envuelve, que está en nosotras y en nosotros y que está con nosotras y con nosotros. Tengo confianza en él a pesar de todo y por encima de todo, en la vida y en la muerte. Es una esperanza por encima de toda desesperanza.

Creo en Jesús, el Hijo de Dios, que dio su vida por ser fiel al anuncio del Reino de Dios, por propugnar la liberación de los pobres y oprimidos, por oponerse al egoísmo, la injusticia y la explotación. Los hombres le mataros, pero Dios lo resucitó. Le dio la razón. Él es la verdad y Dios está con él.

Creo en el Espíritu de Dios.

Creo que el ser humano no está totalmente condicionado or los determinismos y las estructuras, y que hay un espacio de libertad creadora.

Creo que  el espíritu de Dios puede actuar en el corazón de hombre y mujeres.

Creo que necesitamos la ayuda del Espíritu y que el espíritu puede venir a nosotros.Puede venir siempre, puede venir de nuevo, puede venir más, y tiene sentido invocarlo para que venga a nosotros y esté con nosotros.

Creo que,  si vivimos, vivimos para Jesús, el Señor, y, si morimos, morimos para el Señor. Que en la vida y en la muerte somos del Señor.

Creo que estoy unido con todos los hermanos y hermanas del aquí y del allí,

Y que en el Señor nos hemos de encontrar un día. (J-M- Díez Alegría)

  1. 1. La ofrenda:
  • Encendemos la luz de nuestros mejores recuerdos
  • Presentamos la flor de nuestra gratitud
  • Canto: Saber que vendrás

2. Anáfora

P. Padre y Madre nuestro, no nos surge espontánea la oración al celebrar el hecho siempre incomprensible de la muerte.

Más bien queremos pedirte que nos des la vida, que nos la conserves y que se la devuelvas a quienes la muerte se la ha arrebatado.

Cdad. Nuestra acción de gracias, a pesar de todo, se apoya en la experiencia que tenemos de ti, Dios de la vida.

Te cantamos por el derroche de simiente, de fuerza y fecundidad que has derramado en todo el universo.

L1. De ti, como de un hontanar,  mana sin desgaste la vida. Tú, nuestro Dios, eres Padre y Madre fecundo, engendrador de vida con futuro.

Eres el Dios de la promesa; de ti se fiaron nuestros padres y de ti queremos seguir fiándonos nosotros.

Cdad. Te bendecimos por todos los hombres y mujeres que han deseado vivir apasionadamente; por todos aquellos que han hecho de su vida un poema de amor.

L2. Te bendecimos por quienes han encontrado en los otros, sobre todo en los más débiles, el camino del servicio generoso.

Nos revelan tu amor quienes han conseguido vivir de tal manera que han sido capaces de exponer su vida por los demás.

Cdad. Unidos a todos estos gestos de entrega y de amor generoso, entonamos para ti este himno de gloria y alabanza: SANTO, SANTO …

P. Jesús tampoco se reservó la vida para sí mismo. Rodeó a los suyos de cariño y amistad, los amó hasta el extremo de la cruz, asumiendo en propia carne el dolor y los sufrimientos de este mundo nuestro.

Nos mostró que la entrega de la propia vida y el compartir con los demás nuestras cosas será siempre el mejor camino hacia la felicidad.

Cdad. Envíanos ahora, Padre y Madre, tu Espíritu para que podamos reconocer en estos signos de la Cena, en el pan y el vino, la presencia de la vida resucitada de Jesús.

P. El tomó pan, dándote gracias

Ahora, Señor, sabiendo que  estás aquí, entre nosotros, te presentamos nuestras oraciones:

Cdad. Muéstrate cercano a quienes estamos pasando por el dolor de esta ausencia: que no caigamos en la desesperación ni en la pérdida de la esperanza.

L3. Te presentamos a quienes caminan a ciegas sin encontrar consuelo para su pena: a quienes tienen que vivir junto a un lugar vacío, a quienes hemos sufrido la pérdida irreparable de un amigo, a quienes se descorazonan ante la dureza de la gente, a cuantos y cuantas que mueren sin ser llorados como piedras a lo largo del camino.

L4. Te presentamos hoy especialmente a Marisa que para quienes  estamos aquí reunidos ha sido una persona tan cercana y fiable, tan leal y entrañablemente cariñosa…

Cdad. Que nada de su vida se pierda. Y que siga viviendo junto a ti, en nuestro recuerdo y en nuestras ganas de vivir.

P. Te pedimos también por Alberto, entrañable amigo, por sus hijas e  hijos y  toda su familia: que en la ausencia de Marisa no les falte tu consuelo.

Todas estos deseos nuestros te los presentamos uniendo nuestras manos  en la oración que Jesús nos enseñó: Padrenuestro

  1. 3. Final:
  • Canto de comunión: Tú has venido a la orilla
  • Oración de acción de gracias:

Te damos gracias, Señor, por Marisa por los gestos que hizo en su vida junto a nosotras y nosotros.

Te damos gracias por la amistad y  cariño que nos regaló. En la fragilidad de su vida,  como todas las nuestras, tú  nos  has mostrado tu amor y cercanía.

Te rogamos que nada de su vida se pierda, que perviva en nuestras ilusiones y ganas de vivir.

Que su cariño y sus buenas obras nos acompañen y continúen viviendo en quienes la hemos conocido..

Que todos cuantos estuvimos unidos a ella sigamos unidos ahora que físicamente ya no está entre nosotros.

Y que esta unión nuestra sea una expresión de la familia que tú quieres y por la que también tú has dado la vida.

7. Despedida y agradecimiento.

8. Oración Simple

 

  • Oh Señor, haz de mi un instrumento de tu paz:
  • Donde hay odio, que yo lleve el Amor.
  • Donde hay ofensa, que yo lleve el Perdón.
  • Donde hay discordia, que yo lleve la Unión.
  • Donde hay duda, que yo lleve la Verdad
  • Donde hay desesperación, que yo lleve la Esperanza.
  • Donde hay tristeza, que yo lleve la Alegría.
  • Donde están las tinieblas, que yo lleve la Luz.
  • Oh Maestro, Haced que yo no busque tanto:
  • A ser consolado, sino a consolar.
  • A ser comprendido, sino a comprender.
  • A ser amado, sino a amar.
  • Porque:
  • Es: dando que se recibe;
  • Perdonando, que se es perdonado;
  • Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

San Francisco de Asís